De nuevo el ruido

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De nuevo el ruido

Hace poco se ha informado en al prensa del caso del propietario de un restaurante barcelonés que acaba de ser condenado a cuatro años de cárcel, sentencia que ha sido confirmada por el Tribunal Supremo, aparte de la indemnización a pagar a los perjudicados, reconociendo el fallo que varios vecinos sufrieron durante dos años insomnio y estrés de una manera intolerable. Cuenta la noticia que cuando abrió el local, el propietario no insonorizó el mismo y a pesar de las continuas denuncias, no hizo nada.

Aparte de que quizás se explica la noticia de manera imprecisa, lo que sorprende es la dureza de la pena impuesta, que parece quizás excesiva en comparación con otras conductas que pueden parecer socialmente más reprobables. Supongo que han aplicado el art. 324 del Código Penal: ”Será castigado con las penas de prisión de seis meses a cuatro años, multa de ocho a veinticuatro meses e inhabilitación especial para profesión u oficio por tiempo de uno a tres años el que, contraviniendo las Leyes u otras disposiciones de carácter general protectoras del medio ambiente, provoque o realice directa o indirectamente emisiones, vertidos, radiaciones, extracciones o excavaciones, aterramientos, ruidos, vibraciones, inyecciones o depósitos, en la atmósfera, el suelo, el subsuelo, o las aguas terrestres, marítimas o subterráneas, con incidencia, incluso, en los espacios transfronterizos, así como las captaciones de aguas que puedan perjudicar gravemente el equilibrio de los sistemas naturales. Si el riesgo de grave perjuicio fuese para la salud de las personas, la pena de prisión se impondrá en su mitad superior.”

Hace más de tres años, el BOE de 18/11/2003 publicó la Ley 37/2003, de 27 de noviembre, del Ruido, loable intento de regular de una vez por todas la emisión de ruidos. Su exposición de  motivos nos recuerda que “…el ruido en su vertiente ambiental, no circunscrita a ámbitos específicos como el laboral, sino en tanto que inmisión sonora presente en el hábitat humano o en la naturaleza, no ha sido tradicionalmente objeto de atención preferente en la normativa protectora del medio ambiente. Tratamos del ruido en un sentido amplio, y éste es el alcance de la Ley, comprensivo tanto del ruido propiamente dicho, perceptible en forma de sonido, como de las vibraciones: tanto uno como otras se incluyen en el concepto de “contaminación acústica” cuya prevención, vigilancia y reducción son objeto de esta Ley…./… todo ello por  el mandato constitucional de proteger la salud (artículo 43 de la Constitución) y el medio ambiente (artículo 45 de la Constitución) …”

Pero más que en la vertiente jurídica me interesa ahora reflexionar en general y en voz alta sobre el tema en los siguientes aspectos:

1. La Organización Mundial de la Salud, ha declarado ya hace tiempo que España es el segundo país más ruidoso del mundo (después de Japón). Desconozco cómo se hacen las mediciones y no sé si se analizan factores objetivos o se computa también la percepción subjetiva de la gente a través de encuestas. De todos modos esta noticia ya la he visto escrita en varias ocasiones en diversos medios de comunicación. A propósito del ruido existe una interesante y especializada web sobre el ruido: http://www.ruidos.org. Se subtitula a sí mismo como “El sitio dedicado a la contaminación acústica”. Me pregunto cuán hartos pueden estar determinados sectores ciudadanos como para organizar una web específica sobre el tema, como medio de presión y como expresión del derecho al pataleo que es el único derecho que suele quedar cuando todos los demás se conculcan. En la web se afirma que la OMS definió el ruido como "todo sonido desagradable, susceptible de tener efectos nocivos para el hombre”. Se afirma entre otras cosas además que “Nueve millones de personas soportan niveles inaceptables de ruido en España, el segundo país más ruidoso del mundo después de Japón, y donde muchas ciudades sufren una saturación acústica que supera el límite de tolerancia, establecido por la OMS en 65 decibelios”.

2. Sería interesante estudiar sociológicamente las razones de que seamos tan ruidosos en España; quizás porque somos un país mediterráneo que vive de cara a la calle, quizás por nuestro individualismo o quizás por no haber sido educados adecuadamente en el respeto a los demás, quién sabe. Pensemos no sólo en el típico bar de copas que se sitúa en los bajos de la finca (preferentemente del casco histórico o casco histérico como se autodenomina el movimiento ciudadano en Zaragoza contra el ruido (Asociación de Vecinos del Casco Histérico) y que tiene la música a toda pastilla hasta las cinco de la mañana (precisamente no suelen ser dulces baladas). Pensemos también en las personas que viven adosadas a una autovía o autopista, en la línea de aterrizaje o despegue de un aeropuerto o en una avenida con mucho tráfico de una gran ciudad. Eso sin contar con que se tenga la desgracia de tener unos vecinos maleducados o con los horarios cambiados a sus propios biorritmos. A veces existen soluciones como las pantallas anti-ruido de las autopistas y autovías, soluciones que no son sino parches poco eficaces en el fondo. Interesantes webs hay en http://www.peacram.com (Plataforma Estatal contra el ruido),  http://www.ruidosmoncasi.com. Recordemos que un Juzgado de Zaragoza obligó al Ayuntamiento a pagar 7.000 euros a cada uno de los demandantes y que ordenó además la vigilancia de la zona para evitar más incumplimientos. En estos momentos la sentencia está recurrida.

3. Pese al loable intento de la Ley 37/2003, de 27 de noviembre, del Ruido, casi cuatro años después de su publicación, no se notan cambios significativos en al calidad de vida que percibe el ciudadano por lo que respecta al ruido que soportamos. Los responsables deberían informar a la ciudadanía de qué se ha hecho al respecto o qué acciones se han tomado ya. A veces parece que medioambientalmente parece que está más protegido el buitre leonado que el ciudadano. Quizás hay que darles la razón y reconocer lo que se dice en www.ruidos.org,  “En resumen: legislación dispersa e incoherente. Casi siempre ininteligible. Y, por supuesto, incumplida”. O si no que se lo digan al pobre que vive en un primer piso de cualquier zona de bares que soporta sistemáticamente como decíamos antes, viernes y sábados hasta casi el amanecer el desesperante chumba–chumba-chumba. ¿No sería oportuna y necesaria una campaña publicitaria a fondo del tipo de la que se hizo con la normativa antitabaco y advertir que se aplicarán sanciones ejemplares? Los Ayuntamientos tienen una gran responsabilidad en la materia ya que deberían ser los garantes del respeto a las normas de convivencia en las ciudades. En el caso de la noticia, sorprende que no se haga referencia a cómo actuó el Ayuntamiento y cómo –si se incumplía la normativa de ruidos y se desatendieron las órdenes municipales- no se clausuró el local.

4. Es recurrente cuando se pretende hacer un cambio de fondo en un país, pero resulta evidente que necesitamos educación y más dosis de educación para cambiar las cosas. En la escuela, en la familia y en todas partes; para aprender a respetarnos más unos a otros puesto que al fin de eso se trata y nada más, a empatizar con el prójimo y darnos cuenta de que no tenemos derecho a perturbar en absoluto su tranquilidad y que viviendo en sociedad, hay que respetar unos mínimos límites que simplemente permiten la convivencia. Personalmente he de decir que en más de una ocasión me he ido de un bar o un restaurante por el insoportable ruido de música alta, del molinillo del café (¿alguien ha comprobado el infernal ruido que provoca el maldito molinillo?) o del griterío general de la parroquia-. Quizás si empezásemos a actuar de ese modo se adoptarían medidas en esos locales.

4 Comentarios

  1. Completamente de acuerdo en la exposición del artículo, aunque me gustaría incidir en un par de cuestiones que creo que son de suma importancia:

    – Educación: referente básico para cualquier aspecto de la convivencia entre vecinos. De hecho creo recordar de los tiempos de la Facultad que una de los aspectos que trata el Código Civil es textualmente de las

  2. Eduardo, agradezco mucho tus comentarios y debo decir que suscribo cada una de tus opiniones. Una cosa tan aparentemente banal como mantener unas buenas relaciones de vecindad es algo imprescindible para una convivencia sana y adecuada. Pero eso ahora se enseña poco; bueno sí se enseña eso de la tolerancia, la convivencia, pero sólo de boquilla. Es como lo de aquel médico: haz lo que te diga pero no lo que yo haga

  3. Está muy bien todo lo que se dice respecto a lo que nos ocurre a los vecinos con Pubs o Bares debajo de nuestras viviendas sin un buen aislamiento acústico, pero falta saber que sistema de recursos tenemos ante la Administración Local si ésta no contesta a nuestras reclamaciones, hasta agotar la vía administrativa y posteriormente a quién nos corresponde dirigirnos vía judicial.

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