Haciendo regular lo imposible

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Al igual que el lema del Colegio de Abogados de Zaragoza es Standum est chartae o en de los Notarios Nihil prius fide, el de los Funcionarios con Habilitación de carácter Nacional mortadelo(FHN) debería ser algo así como “hacemos regular lo imposible”. No sé su traducción al latín. Este debería ser el lema que debía constar en el escudo del Colegio de Secretarios y debería existir como cartel colocado en el frontispicio de la puerta del despacho del FHN junto a su nombre y cargo. Y es que este lema, en sus dos acepciones, viene a resultar bastante aproximado a la realidad.

Siempre ha habido diferencias. En un Ayuntamiento grande el FHN dispone de un determinado estatus en el que probablemente se puede permitir el lujo de atrincherarse tras una mesa de despacho. Le llegan los asuntos y como aplicador del derecho, toma el código administrativo correspondiente y dice, esto sí, esto no, esto no ahora, esto tampoco. Los trámites circulan por el tracto administrativo de la oficina e incluso por la red interna y con la firma electrónica, y pueden pasar días sin ver al Alcalde. El Gabinete de éste hace la gestión diaria política, alguien hace un pliego, un técnico de área hace un informe, cada mochuelo en su olivo. Hasta es probable que pueda decir esa recurrente expresión proveniente de la burocracia franquista: eso no es de mi negociado. Todo eso no ocurre en un Ayuntamiento pequeño.

Pero vayamos a lo de lo regular

En primer lugar, el FHN hace regular lo imposible porque la palabra imposible no está en el diccionario del pequeño ayuntamiento. Y puesto que no hay nada imposible las cosas salen como salen, o sea, regular tirando a mal.

En segundo lugar y en una segunda acepción, el FHN hace regular lo muchas veces irregular, a veces lo imposible porque regulariza el despropósito de otro a toro pasado. Es decir, se genera una anomalía (¿o mejor despropósito, desatino, insensatez?) por el político y posteriormente se arregla, repara, parchea, normaliza, subsana, en una palabra, se regulariza, aunque en muchas ocasiones haya que practicar el funambulismo o incluso el escapismo al estilo Houdini. Suele acompañarse de expresiones como a este asunto hay que darle forma.

Supongo que a muchos de los pacientes lectores les será familiar la proposición de quien dispone de los dineros y los otorga casi a su antojo, y en un momento determinado, en plan reto, le dice a tu Alcalde: Si eres capaz de gastar estos 50.000 € y justificarlos antes del 15 de noviembre, ahí los tienes… El problema es que eso te lo dicen un 27 de octubre. Así que hete aquí que el Alcalde, muy ufano por la dinámica, ágil y cercana gestión municipal y para darle en las narices a la administración autonómica o provincial y que vean lo eficiente que es, contesta que por supuesto, y te traslada de inmediato el reto. Un browny. Ya estamos. A ver quién dice –en un Ayuntamiento paupérrimo e imprescindiblemente mendicante- que no es posible gastar ese importe puesto que no es posible tramitar un expediente en condiciones en ese plazo. Pues hala, a hacer regular lo imposible. Los Ayuntamientos hacemos una gestión rápida y dinámica, pero en ocasiones se riza el rizo, nos hacen ser el Usain Bolt de la gestión de la subvención, con la -sin duda inestimable- colaboración del Paráclito. Pero antes pecar que morir, una subvención es lo último que se pierde. En esta gehena económica se salvan los muebles como se puede. Citius, altius, fortius.

En una inolvidable y de las mejores historietas de Mortadelo y Filemón el inefable e irrepetible F. Ibáñez dibuja un autobús viejísimo que, dando botes, se encamina a la República de Tirania (gobernada por el dictador Bruteztausen) y en el lateral del bus consta: “Servicio Regular”. Alguien, en letra más pequeña y un poco más abajo añadió “y tan regular”, obviamente por lo malo y cutre del servicio, no por la habitualidad.

En Aragón existe una expresión muy maña y expresiva para decir que algo es muy grande o bien que algo está, decididamente, mal hecho. Por ejemplo: “ese fulano lleva una cogorza un poco regular” para expresar que la cogorza es descomunal. O sea que si la expresión “Hacemos regular lo imposible” la cambiásemos por “hacemos un poco regular lo imposible”, estaríamos diciendo que lo hacemos verdaderamente mal.

 

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Ignacio Pérez Sarrión es Licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia en el año 1980 y Funcionario con Habilitación de carácter Estatal, perteneciente a las subescales de Secretaría-Intervención y Secretaría de Categoría Superior. Ha ejercido en el Ayuntamiento de Torres de Berrellén (Zaragoza).

1 Comentario

  1. Menuda realidad acabas de decir…

    Y lo peor es que, a todos nos pasa, pero cada uno tiene su propio problema y al final te lo «comes» tú con patatas…

    «Expedientes relámpago»

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