Los efectos de los resultados en las elecciones municipales

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No me voy a referir en estas líneas a quiénes hayan ganado o perdido en concreto en los pasados comicios municipales. De eso se ha encargado, en la última jornada electoral, el propio electorado, y esa sí que es la única encuesta más exacta y realmente verdadera. Me salonplenosvoy a referir a los efectos de lo que ha resultado de esas elecciones considerado desde el punto de vista de la relación de fuerzas en presencia, sea cual sea su signo político, y al modo en que puede afectar al personal y especialmente al ejercicio de las funciones secretariales municipales.

Empecemos por una mayoría absoluta ajustada, con el resultado mínimo necesario para alcanzar el número suficiente de miembros de la corporación pero sin sobrepasarlo. En tales casos se puede considerar que queda garantizada, aunque mínimamente, la estabilidad, pero no hay rodillos ni nadie –ni gobierno ni oposición- puede alardear de fuerza. Basta con que uno o dos concejales del equipo de gobierno se indispongan por enfermedad, accidente o ataque de ira con desenlace de transfuguismo, para que todo el entarimado se vaya al traste.

En consecuencia, como la vigilancia entre los dos bloques es tan intensa, no se suelen presentar grandes sobresaltos en materia de recursos humanos y por tanto tampoco para el personal de la entidad, aparte de lo que pueda suponer la marcha normal de los asuntos que se despachen.

Si los resultados electorales conducen a un gobierno en minoría ciertamente la estabilidad disminuye, además de que va a estar permanentemente encima, hasta donde la regulación legal permita según las circunstancias, la espada de Damocles de la moción de censura. Indudablemente con un gobierno en minoría la carga de trabajo aumenta, pues empiezan a llamar la atención y se cuestionan jurídicamente los aspectos que en otras situaciones parecían insignificantes o se daban por hechos. Pese a ello, sí que es cierto que entonces se puede decir que resplandece la legalidad, y el asesoramiento legal preceptivo a ejercer por los Secretarios municipales cobra su pleno significado y su máxima extensión, ya que se recurre constantemente a su opinión legal tanto desde el gobierno como desde la oposición, que se ve reforzada. No obstante, en esas situaciones la legalidad puede alcanzar a “resplandecer” tanto porque se extreme el celo en las posturas de las distintas fuerzas, que se puede llegar a la práctica paralización, lo cual tampoco es nada bueno.

También en esta situación lo tienen más difícil las distintas chapuzas en materia de recursos humanos, desde las referentes a la selección de personal hasta las concernientes a las retribuciones, salvo que haya acuerdo entre gobernantes y oposición al respecto, lo cual probablemente sea muy difícil dadas las circunstancias.

En el extremo opuesto está la mayoría absoluta holgada, ya que en estos casos podemos encontrarnos con que lo que hay es una estabilidad que, en el mal sentido, puede ser excesiva y a costa precisamente de la legalidad. Esa mayoría no correctamente empleada puede dar lugar a lo que tantas veces se ha llamado el “rodillo” amparado en el número, que avanza inexorablemente, triturando todo lo que encuentra a su paso. El papel del funcionario que sea honrado, habilitado nacional o no, queda igual que el de la profetisa mitológica Casandra: tiene el don de la profecía, pero nadie cree en sus pronósticos…al menos por el momento, pues a veces es cuestión de transcurso de tiempo.

A la sombra y amparo de esta situación se suelen criar especies funcionariales de todas las malas tipologías, siendo las mas destacadas, dentro de esta fauna, las de los vende-favores, las de los manipuladores en la sombra y, cómo no, las de los coprófagos, que vulgarmente se denominan de una manera más malsonante pero más clara.

Y nos queda la coalición de gobierno. No me refiero a que gobiernen en solitario unas siglas con el apoyo activo o pasivo de otras para la elección de alcalde, sino a que formen parte del equipo de gobierno municipal en pie de igualdad -Junta de Gobierno, delegaciones, Tenencias de Alcaldía – miembros de distintas formaciones políticas. Salvo que nos encontremos con una “rara avis”, en estos supuestos el caos suele estar garantizado de antemano. Son las situaciones típicas donde manda todo el mundo y no suelen conducir más que a vías muertas que pueden concluir en mociones de censura o cuestiones de confianza precedidas de enormes disputas internas. Uno de los funcionarios que peor parte lleva es el que tenga algo que ver con la Junta de Gobierno Local, bien como Secretario o bien como Titular del Órgano de Apoyo, pues al no ser públicas sus sesiones es frecuente que gran parte de las mismas transcurra entre increpaciones y reproches que alargan su duración considerablemente en medio de un ambiente de tensión superior incluso al de los plenos.

En cuanto a los posibles apaños con respecto al enchufismo y retribuciones de ciertos funcionarios, se sigue a rajatabla la regla de “o jugamos todos o se rompe la baraja”, es decir o no se favorece a nadie o se favorece en rigurosa igualdad a quien proponga cada formación gobernante.

Y estas son las cuatro situaciones que creo que pueden presentarse, sin que en todo caso tenga que durar cada una de ellas los cuatro años del mandato, ya que el devenir de la política municipal puede llevar a toda clase de cambios y combinaciones. Pero todo eso forma parte del trabajo de los funcionarios municipales y especialmente de los Secretarios. Es decir, afecta a nuestras funciones, pero nunca debemos sentir como nuestro un problema que es puramente político, y que por tanto es ajeno a nuestra esfera de intereses profesionales. Puede ser más o menos cómodo, y hasta de los distintos profesionales que conozco cada uno da una opinión sobre qué situación de las descritas prefiere, pero nos guste más o menos en cualquier caso deberemos encauzar la situación con lo mejor que podamos o sepamos.

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