¿En qué trabaja usted?

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 ¿En qué trabaja usted?

Hace ya tiempo que sintiéndonos obligados a ser políticamente correctos y reivindicando una supuesta dignidad de ciertas profesiones, tergiversamos el lenguaje. Así, elaboramos complicadas frases para decir cosas que se pueden decir con una simple expresión de toda la vida.

Ejemplo. Leo en los boletines de empleo electrónicos que periódicamente recibo, v. gr.  la convocatoria de una plaza de “Plaza: técnico auxiliar de servicios de conserjería” para la Universidad de Granada, campus de Melilla. Uno lee esa denominación y se pregunta, ¿de qué plaza se tratará realmente? No puedo sino echar a volar mi imaginación. Supongo que se trata de un puesto de bedel o conserje. O ayudante de bedel o de conserje. O Jefe de los ayudantes de bedel. O quien les organiza. ¿O se trata de quien planifica los servicios de los bedeles? ¿Pero qué tiene de malo la palabra bedel? La RAE dice que bedel es “1. En los centros de enseñanza, persona cuyo oficio es cuidar del orden fuera de las aulas, además de otras funciones auxiliares. 2. Ordenanza”. Pues como parece denigrante en esta sociedad igualitarista se cambia la denominación, hay que ser políticamente correcto, no vaya a ser que le acusen a uno de no se sabe qué.

Leo también otra convocatoria. Un ayuntamiento de Huesca. La plaza es “ayudante de auxiliar (gerocultor)”. Pregunta subsiguiente, ¿qué plaza es esta? ¿Auxiliar de clínica? ¿Ayudante de auxiliar de clínica para cuidar ancianos? Lo mismo que llamar “empleado de finca urbana” a un portero. O “técnico auxiliar de servicios de hostelería” a los camareros. Soslayaremos por el momento las orientaciones sobre el lenguaje y las estupideces que se les ocurren a algunos, verbigracia la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía que edita una guía de 70 páginas para evitar el «androcentrismo». Como guindas: (sic) “el actor” debe evitarse y ser sustituido por «la persona que actúa» o «quien actúa». «Los futbolistas» pasarían a ser «quienes juegan al fútbol», y «el interesado» se convertirá en «a quien interesa». «El número de parados» debe cambiarse por «el número de personas sin trabajo». «Los ciudadanos» deben convertirse en «la ciudadanía», y «el hombre» en «la humanidad». O por ejemplo la frase “no llores como una mujer”  hay que decir por «no llores pues no tienes motivos para ello». Imaginemos a la madre de Boabdil…

Pues eso. Pero vayamos a lo nuestro. Tú le dices a un ciudadano, incluso culto y formado, que eres “funcionario con habilitación de carácter estatal”,(FHE para abreviar) y te dice ¿mande?.  Entonces le aclaras que eres secretario de ayuntamiento y aunque el ciudadano sigue sin saber muy bien a qué te dedicas realmente, por lo menos la profesión le suena. Normalmente piensa que eres el que organiza la agenda del alcalde y le escribe las cartas al dictado, más si se es mujer, “secretaria”. Un compañero comentaba el otro día que en una conferencia que daba en Madrid una Abogada del Estado al parecer en el INAP, preguntó ingenuamente qué era un funcionario con habilitación de carácter estatal.

Desde luego la denominación “funcionario con habilitación de carácter estatal” no es nada afortunada, es más, lleva a confusión. A la par que es imprecisa porque posee connotaciones que nada aclaran al común de los mortales: 1. Funcionario. 2. Que tiene habilitación. Pero no dice para qué está habilitado, o sea, capacitado oficialmente o facultado. 3. Estatal. Más confusión. Se supone que tienes que ver algo con el Estado, o sea, con todo el territorio. Bueno, antes la selección la hacía el Estado. Ahora seleccionan las CCAA. Y, como siempre,  paga el Ayuntamiento (con lo útil que sería para la independencia y lo fácil que sería dejarnos de tonterías y que pague el Estado un mínimo digno a todos y lo detraiga a los Ayuntamientos del Fondo Estatal de participación en los tributos del Estado). Y también se supone (sólo se supone dadas las peculiaridades de cada uno de los territorios  de este cada día más extraño,  desordenado e incomprensible estado plurinacional), que puedes ser nombrado para cualquier entidad local de tu categoría. Já. Bueno, con esas connotaciones, un FHE podría ser un funcionario de aduanas, un abogado del estado o un técnico del INTA.

El sistema en sí mismo es abstruso por completo para quien no está en el ajo. Un alto cargo del Gobierno de Aragón se sorprendía cuando le explicábamos qué éramos y qué hacíamos  y aun se sorprendía más cuando se le decía que nos pagaba el propio Ayuntamiento. Las contradicciones son casi insalvables:

Se supone que los FHE realizan funciones que interesan al Estado en su conjunto. Dotar de cierta uniformidad al sistema. Garantizar la fe pública. Asesorar para que no se hagan barbaridades. Controlar las cuentas. Hasta ahora seleccionaba el Estado, ahora son las CCAA. Pero tanto el Estado como las CCAA ignoran a los FHE las más de las veces.

Un FHE puede concursar a cualquier entidad local del Estado. Sólo en teoría, dados los baremos específicos y los requisitos de lengua por no hablar del injustificable sistema de libre designación. Convoca el Ayuntamiento que establece baremos específicos locales muchas veces absurdos, relación de méritos estatales, relación de méritos autonómicos, dos tipos de concursos, plazas que no obstante no acaban de salir nunca. Resuelve y nombra ahora la C.A. y coordina el Estado. Un completo follón difícil de explicar hasta con una pizarra grande. No hay Wikipedia que lo pueda explicar.

1) Si apruebas la oposición y no obtienes un nombramiento quedas en la situación del limbo jurídico de “expectativa de nombramiento”. Esperábamos hace tiempo que en alguna reforma, desapareciese ese limbo. Hasta el Vaticano decidió hace no mucho que el limbo, como construcción teológica que ha durando quince siglos,  en realidad no existe. Pero sí, para los FHE, sí. O sea, que si apruebas y no tienes destino aun, estás en situación de  limbo – expectativa de nombramiento,  ni trabajas ni cobras hasta que hayas conseguido buscarte la vida y un Alcalde te dé posesión. Porque si no le caes bien al susodicho, pues tampoco en ocasiones te permite tomar posesión. Y en realidad no pasa nada, no suele. El pobrecillo FHE si es nuevo, se dice ingenuamente que no sabe dónde se ha metido. Va a la C.A. suplicando una solución y allí, en vez de liarle un escándalo al presunto Alcalde presunto prevaricador, le dicen que no se preocupe, que le ayudan a buscar otro sitio. O sea, las CCAA quieren más competencias, pero cuando las tienen, no las ejercen, no vaya a ser que se mosquee alguien del partido equis o ye.

2) Una vez nombrado, es el Ayuntamiento quien remunera. El -con perdón- estúpido argumento es la autonomía local. O sea. Alguien externo al Ayuntamiento nombra a un funcionario para que vaya a controlar al Ayuntamiento y es el propio Ayuntamiento quien le paga. El mundo al revés. O sea, que cuando uno aprueba la oposición y consigue un nombramiento, llega al Ayuntamiento y lo primero que debe hacer es ver qué sueldo hay y, muchas veces, debe negociarlo con el Alcalde. Hace mucho tiempo en el INAP, una vez sugerí que en alguna  de las conferencias del curso selectivo en Madrid se debería tratar el tema de cómo negociar con el Alcalde y que se deberían establecer  criterios oficiales orientativos mínimos. Por supuesto no se me hizo ni caso, creo que alguno aun se está riendo más que si de un chiste de Gila se tratase. Sin duda porque muchos funcionarios del INAP no han pasado por esos trances y no se hacen la más mínima idea de cuál es la realidad.

3) Otra curiosidad: si eres Secretario-Interventor puedes ser al mismo tiempo Secretario Superior. Pero no puedes ser Secretario Superior y de Entrada al mismo tiempo. Misterios de las escalas y subescalas distintas. Juego de palabras: se puede ser de dos escalas pero no de dos subescalas de la misma escala. El desenladrillador que lo desenladrille.

El otro día un compañero, en una Asamblea del Colegio, sugería que era imprescindible elaborar y llevar a efecto una campaña de imagen para decir a la sociedad  y que la gente sepa qué es un FHE, qué es lo que hace y que pueda valorar si sus funciones son importantes o no. Está muy bien la idea, pero  a mí me parece una batalla perdida desde el principio, perdón por el pesimismo.

Concluyo. Propongo pues un braim storming general para que se elabore y sigiera una lista con nuevas denominaciones para los “funcionarios con habilitación de carácter estatal” y para que la sociedad se pueda enterar de qué es lo que hace un FHN.

1 Comentario

  1. Como intención, no es mala esa idea tuya. Pero parece algo ingenua, porque es como si no hubiese nada para comer y nos agobiase distinguir entre el tenedor de carne y el de pescado.

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