Bueno ha llegado ese momento tan esperado de las vacaciones, así que me despido hasta dentro de un mes aproximadamente, porque, después de unos cuantos años de profesión, he optado por agotar casi completamente el período vacacional de una sola vez en lugar de disfrutarlo en breves lapsos de tiempo que, en realidad, no me sabían a nada; pero era más joven e ingenuo y consideraba que mis responsabilidades no me permitían dejar abandonado el Ayuntamiento durante un paréntesis tan largo.
La verdad es que, a pesar de mis preocupaciones, a la vuelta de los breves periodos vacacionales podía comprobar que el Ayuntamiento seguía funcionando a pesar del menoscabo que suponía mi ausencia, al menos en los temas que se consideraban importantes e inaplazables (organización de fiestas, concesión de licencias de «interés político», y toda clase de gestiones, en general, frente a las que el Secretario hubiera mostrado serias dudas), si bien sobre mi mesa aguardaban el resto de cuestiones de apariencia aplazable, cuidadosamente colocadas en montones de sobres sin abrir, como si la apertura de éstos, aún cuando era evidente que contenían publicidad, pudiera suponer la autodestrucción en 5 segundos de los documentos en ellos contenidos.
Ahora, como ya he comentado en alguna ocasión, mi situación, privilegiada al compartir mis funciones en el Ayuntamiento con otros tres habilitados nacionales, me permite disfrutar de periodos vacacionales más largos con el relativo convencimiento de que no me llamarán al móvil a las 8 de la mañana desde el Ayuntamiento para preguntar mi opinión respecto de la solución a adoptar frente a la repentina muerte de un toro por fallo cardíaco durante el interminable encierro «matinal» que transcurre entre las 8 y las 12 de la mañana, pues ya se sabe que el municipio arrastra una profunda «tradición taurina» desde tiempos inmemoriales; o frente al desabastecimiento de fuegos artificiales que no se sabe muy bien si responde a imprevisión o al exceso de pólvora quemada a petición del público enfervorizado.
Y digo que me marcho de vacaciones con el convencimiento relativo de que no me llamarán al móvil (efectivamente sigo cayendo en el «error» de dar mi número de móvil, que por cierto me pago yo, en el Ayuntamiento), porque cabe la posibilidad de que me llamen, con la esperanza de pillarme dormido, para plantearme alguna cuestión a la que se opone los habilitados que han quedado de retén perfectamente despiertos, lo que me supondrá, algunos minutos más tarde, tras lograr desperezarme medianamente, llamar a mis compañeros desde mi móvil y con cargo a mi bolsillo para que me expliquen coherentemente la cuestión de marras y concluir, como ellos ya habían hecho sin marear tanto la perdiz, que solo cabe oponerse a la cuestión planteada, si bien, como ya se sabe, la corporación decidirá con su superior criterio.
Pero bueno, a pesar de todo, me marcho con el firme propósito de desconectar y dedicarme al mal visto hábito de hacer el zángano, pues, no en vano, he leído el resultado de un estudio que pone de manifiesto que entre los adultos españoles no se considera muy correcto el no dedicar el tiempo de ocio a toda clase de actividades, aunque no se especificaba a qué clase de actividades se referían los encuestados y si entre dichas actividades se incluían el aperitivo, la barra del chiringuito, la construcción de castillos de arena, la discoteca, las aguadillas, la compra de vituallas para el apartamento, etc…; o se referían a actividades más edificantes para el espíritu como excursiones culturales o no, visitas a mercadillos programadas o no, paseos nocturnos o matutinos por la calle peatonal y comercial del lugar, etc…; en fin un sinvivir.
Ahora, ante tan febriles vacaciones de los adultos españoles, me explico porqué los horarios de los desayunos de los hoteles terminan a unas horas tan intempestivas, sin embargo yo creía que se trataba de una concesión a los horarios de los extranjeros, deferencia que, por cierto, ello no tienen con nosotros en sus países de origen, para respetar sus costumbres y que nosotros, como cívicos ciudadanos europeos y nativos de un país turístico por naturaleza, estábamos dispuestos a compartir en aras de la mejora del producto interior bruto.
Pero mi grado de vaguería vacacional y de inadaptación a las costumbres europeas es tan grande que he decidido no acudir a macrohoteles y, desde luego, no contratar el desayuno porque me generan un alto nivel de desagradable competitividad, a la que no estoy dispuesto a sucumbir en vacaciones, las carreras por los pasillos del hotel con los otros indaptados y tardíos e inactivos huéspedes del hotel por alcanzar una plaza en los ascensores, cual operación de rescate, que nos conducirán al salón del buffet, libre o no, durante cuyo trayecto únicamente se oyen gruñidos a modo de saludo de somnolientos y legañosos pasajeros que, una vez desembarcados en el teatro de operaciones, deberán librar una dura batalla por ganar y/o mantener la posición frente a los expositores de una amplia gama de productos alimenticios que, en condiciones normales, ni nos plantearíamos engullir en su más ínfima parte, pero de los que en vacaciones, ya se sabe que es aconsejable hacer una completa primera comida, al tener más tiempo y poder compartir el desayuno en la mesa con la familia, estamos dispuestos a dar buena cuenta en su más amplio repertorio aunque no podamos quitarnos durante todo el día la sensación de saciedad.
En una de estas experiencias conocimos a una curiosa adolescente, sobre la que concluimos que tenía un futuro muy prometedor para la práctica de deportes de contacto y que exigieran habilidades de dribling, que, inexplicablemente, lograba burlar nuestra atención para situarse preferentemente frente a los mostradores y hacerse con las últimas porciones de cualquier bandeja que amenazase con su extinción.
De todas formas, siendo realistas, a pesar de mis intenciones, por deformación profesional, no lograré una deseable total desconexión porque me seguiré asomando a este blog y otros foros a ver que es lo que se cocina en el microondas, como decían en “aterriza como puedas”.
Veremos a la vuelta de las vacaciones si por fin la FEMP llega a algún acuerdo con el gobierno para la financiación del gasto corriente, el gran problema de los Ayuntamientos españoles, que no van a arreglar los fondos estatales de inversión local, por mucho que se repitan durante años, dado su carácter finalista, ya que el pasado 29 de julio el ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, declaró en Santander que el Gobierno está estudiando una iniciativa financiera para ayudar a los ayuntamientos a hacer frente a los gastos corrientes, porque es "sensible y consciente" de los problemas de los municipios para elaborar sus presupuestos mientras no entre en vigor en 2011 el nuevo modelo de financiación local.
Esperemos que las obras del actual FEIL, que a la vuelta de las vacaciones estarán finalizando, no hayan supuesto más complicaciones que las producidas hasta la fecha, como las empresas que abandonan la ejecución de la obra por la imposibilidad de asumir las bajas que hace unos pocos meses parecían la solución a su situación, las controversias surgidas sobre el cómputo de la mano de obra desempleada utilizada en la ejecución de los contratos, o los mandamientos de embargo remitidos desde juzgados de toda clase de jurisdicciones a petición de toda suerte de los acreedores de las empresas contratistas que han tenido noticia de que sus deudores iban cobrar las certificaciones de obra, olvidando sus señorías que El artículo 200.7 de la Ley 30/2007, de 30 de octubre, de Contratos del Sector Público (como ya hacía antes el artículo 99.7 del Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas) establece que, sin perjuicio de lo establecido en las normas tributarias y de la Seguridad Social, los abonos a cuenta que procedan por la ejecución del contrato, solo podrán ser embargados en los siguientes supuestos:
a) Para el pago de los salarios devengados por el personal del contratista en la ejecución del contrato y de las cuotas sociales derivadas de los mismos.
b) Para el pago de las obligaciones contraídas por el contratista con los subcontratistas y suministradores referidas a la ejecución del contrato.
Bueno, felices vacaciones a todos y a los que ya las hayan disfrutado que piensen que las próximas les llegarán antes que a los que nos vamos más tarde. Y como decía un compañero llamadme solo si el Ayuntamiento se hunde y, en ese caso, solamente para decirme hasta cuando no hay que volver a trabajar.
Se podían cerrar unos cuantos miles de Ayuntamientos, pero no por vacaciones, sino a perpetuidad. Encima de que hay demasiados en España
(8.111, frente a unos 4.000 de Inglaterra que tiene mucha más población), están endeudados hasta los topes (aunque se financien con corrupción urbanística) y están arruinando al País. Eso sí, no dejan de pedir todavía más dinero público, para dedicarse a cosas tan importantes como: la tortura y matanza institucionalizada de animales no humanos, para «entretenimiento» de cafres; pues ya sabemos lo imprescindible que resulta el embrutecimiento y la «chusmatización» de la masa, para que determinada gentuza pueda tener asegurada su poltrona, por grande que sea su indigencia intelectual y moral o su inanidad política.
LO MAS TRSITE ES QUE CONCEJALES, CIERTOS FUNCIONARIOS Y CARGOS LOCALES ESTAN COBRANDO BUENAS NOMINAS POR HACER QUEBRAR A LAS ENTIDADES LOCALES. TODO VALE AL ALCALDE Y AL PLENO MIENTRAS LOS FUNCIONARIOS HABILITADOS TENGAMOS TODOS EL NIVEL 30