Del coste de los servicios públicos (I)

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El Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas facilita desde hace unos días cumplida noticia sobre el “coste efectivo” de los servicios públicos que han enviado las Entidades locales. Como sabemos este instrumento fue uno de los frutos que engendraron la crisis económica y el impulso de mostrar más trasparencia en la actuación pública, sin que llegara a aprobarse la previsión -muy polémica y más discutible- de obligar a las Corporaciones a promover la gestión indirecta de los servicios cuyo coste se considerara excesivo.

Por primera vez los Ayuntamientos han remitido estos datos que el Ministerio ha ordenado con el fin de que el acceso sea asequible, advirtiendo que esa publicación no supone ninguna verificación ni validación de los mismos. Los responsables de su veracidad son los remitentes.

Esta información es muy valiosa. Podrán los corporativos, quienes gobiernan y quienes integran los grupos de la oposición, tener conocimiento de los recursos que dedican a cada servicio público. Muestra la jerarquía de sus gastos, cuál es el servicio más costoso, si el transporte o la policía o la recogida de basuras, cuánto se destina a la atención de personas en riesgo de exclusión social, a viviendas de protección social, a actividades culturales… Pueden comparar qué ocurre en otras Corporaciones para tratar de ser más eficientes en la prestación. Pero también es bien relevante para los ciudadanos que alegremente disfrutamos de tantos servicios públicos y que tantas exigencias elevamos, sin tener en muchas ocasiones plena conciencia de lo que exige la atención permanente y continua de los mismos; de todas las personas, instalaciones, materiales y costes a ellos vinculados.

Sin perjuicio de posteriores análisis más despaciosos, dejo en este momento sólo el trazo de dos consideraciones elementales, sabidas por muchos pero que en estos tiempos de repetición automática y acrítica de frases hechas conviene recordar.

Es la primera que no siempre la gestión indirecta de los servicios públicos es más económica. Un rápido análisis que compare, por ejemplo, los servicios de transporte público o la recogida de basuras permite romper ese prejuicio que tanto tiñe algunas declaraciones políticas señalando que la gestión pública, como agua estancada, termina siendo más proclive a generar costes artificiales, a pudrir la buena calidad de la prestación servicio, a emitir el olor putrefacto de la corrupción… Si se repasan esos números se advertirá que hay concesiones guardosas y otras costosas, en las que habría que analizar cómo se elaboró el pliego de condiciones; que hay gestiones directas dispendiosas y otras que se consideran más ahorrativas, y de ahí el posible interés de “remunicipalizar” la gestión de algunos servicios. Como ocurre en tantas ocasiones, no es determinante la forma de prestación sino las personas eficaces y responsables que atienden el servicio.

Con el segundo trazo apunto hacia el servicio de limpieza viaria. Es uno de los que más recursos económicos exige en la mayoría de los Ayuntamientos. Sin embargo, estos cálculos deben contrastarse con otros más interesantes pues es muy deficiente la mirada si únicamente se tienen puestas unas gafas con cristales para desentrañar números y hojas de cálculo.

Por supuesto que el coste “efectivo” es un dato relevante que los ciudadanos debemos conocer. Pero lo que a los ciudadanos nos debe interesar más es la eficacia de la prestación, su resultado, su calidad. En este sentido, llamo a comparar esas cifras sobre el coste efectivo de los servicios de limpieza viaria con las opiniones que los ciudadanos precisamente sobre ese mismo servicio manifestaron en un amplio estudio elaborado por la Organización de consumidores y usuarios, estudio que también consideró los medios municipales. Contrástese el coste económico y la opinión ciudadana en ciudades como Oviedo y Bilbao, donde resalta la satisfacción vecinal, frente al deterioro y descontento de los servicios de limpieza en otras ciudades, de manera especial Alicante, Madrid o Valencia.

Atender al resultado, a la eficaz prestación y a la percepción ciudadana facilitará el adecuado análisis de la gestión municipal y del uso de los recursos públicos. En caso contrario, la atención de sólo el coste efectivo puede llegar a ser prescindible y, en consecuencia, ir a la papelera. Por favor, no al suelo, porque en tener las calles limpias estamos todos implicados.

1 Comentario

  1. Hola,
    Me parece estupendo el artículo.
    Se sigue dejando de un lado las opiniones de los usuarios en las prestaciones de servicios y se deberían de volcar sus datos en el desarrollo de los contratos con el fin de actualizar constantemente la calidad que se presta.
    Saludos

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