El viento que viene de tierra empieza a tener cada vez con mas fuerza ese extraño aroma que impregna los períodos previos a las elecciones, en este caso, locales. Todo parece tener una lectura política: desde subir (o bajar) los tributos, hasta reparar un reventón urgente de la red principal de abastecimiento de agua. Cualquier asunto que en circunstancias no electorales pasa inadvertido es una buena excusa para maximizar hasta el mas insignificante de los asuntos cotidianos. Ese lugar de “ajuntamiento” en el que todos los vecinos han discutido desde siglos (de forma mas o menos civilizada) los temas y problemas propios de su Municipio, se ha convertido al final en un escenario de cara al público: depende del canal de televisión que sintonices puedes escuchar un “importantísimo” debate sobre si el portero del cantante vio salir a las tres de la mañana a la hija del futbolista; o, si cambias de cadena puedes ver a otros personajes (un poco mejor vestidos, si acaso) en otro “importantísimo” debate sobre el adjetivo que se utilizó antes del verbo debería haber estado en gerundio en vez de en participio, porque de ello depende que se entienda toda la historia de España de forma correcta. Creo que cada vez nos cuesta más diferenciar a los verdaderos bufones del reino y se hace mas clara en nosotros la sensación de estar viviendo en la cueva de Platón: pero siendo que esto es ya un problema en si mismo, no es, ni con mucho, lo mas grave. Lo realmente preocupante es que no todos estamos en el mismo lugar de la cueva ni orientamos nuestras miradas hacia el mismo sitio.
Recordamos que según la visión del Universo que tenía Platón, el ser humano vive su existencia como si estuviera dentro de una cueva, encadenado de cara a la pared y cuya única visión de la “realidad” que le rodea y en el que vive son esas sombras que ve reflejadas en la pared de la cueva. No puede ver el mundo exterior de forma directa, ni tampoco la apariencia real de esas sombras, que se convierten en casi esperpénticas alumbradas por la hoguera que les da forma. Sueña terrible, pero el mundo sería mas coherente si al menos todos estuviéramos encadenados de cara a la misma pared y con la misma longitud de cadena. El problema se plantea cuando hay algunos encadenados y otros no, algunos con una cadena que les permite mover el cuello y tener una visión parcial o total del mundo real; hay incluso algunos que no están encadenados y además van cambiando la hoguera de lugar, otros que se limitan a alimentar la hoguera con madera que sólo produce humo; incluso hay algunos que están completamente ciegos y sólo pueden oír lo que sucede a su alrededor. Es pues tal el caos en el que estamos inmersos que el menor de nuestros problemas son las cadenas. Pero como incluso en una situación tan dramática hay que tratar de sacar algo positivo creo que podemos decir que, al menos, todo este caos universal puede servirnos para entender por qué nuestros políticos (locales, autonómicos, nacionales o europeos) se comportan como lo hacen: es una cuestión de orden cósmico igual que los agujeros negros o las supernovas; están ahí porque tiene que haber de todo. Bueno, así nos quedamos mas tranquilos. No es culpa del ser humano (ni mucho menos de nuestros sacrificados políticos) sencillamente, así están las cosas. Y esta explicación tendrá que servirnos como motivación, porque no hay otra mejor (ni mejor ni peor, no hay otra).
El ciudadano de hoy día no comprende la forma de actuar de aquellos que ha elegido para que represente sus intereses, porque, entre otras cosas, que el político use uno u otro tiempo verbal no mejora el interés de su hipoteca, ni hace que se sienta mas seguro, ni tampoco le da estabilidad en el trabajo. Pero, no pasa nada; todo es cuestión de en que parte de la cueva esté el político y el ciudadano y lo que desde cada uno de sus puntos de vista vean: ya sabemos, es una simple cuestión de orden cósmico. Con este razonamiento todo tiene mas sentido. No es que a nuestros sacrificados y altruistas políticos no les preocupen los muertos (colaterales o laterales) de las guerras del planeta, ni otros temas como el terrorismo, el paro, la violencia, la educación (o mas bien la falta de ella)… o algunos otros menores como las hambrunas en determinadas partes del planeta o el contagio de enfermedades que diezman las poblaciones… No es cierto que sólo les preocupe la foto junto al camión de víveres, junto a la viuda a la que acaban de poner una medalla, o tras la pancarta que reivindica lo que ellos no son capaces de conseguirnos. Todo esto no es cierto, es una simple cuestión de orden cósmico. En cualquier caso, si todo esto no fuera plasmado en los medios de comunicación y los políticos se limitaran a trabajar, igual que el resto de ciudadanos, sin ser filmados ¿el orden cósmico sería el mismo?.
Y llegados a este punto, ¿cómo rompemos las cadenas y salimos de la cueva sin que el universo se desintegre?; y más difícil ¿sin que se entere la prensa?.