Despoblación y municipios (I)

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El mundo municipal español está, en estos momentos, sacudido por un problema de dimensiones inquietantes. Se trata de la despoblación y del envejecimiento de la población: dos problemas unidos por el espanto que ambos producen. Conectados a ellos están la polémica de la fusión municipal de la que se han ocupado muchas plumas en este blog, cuya existencia aprovecho -por cierto- para celebrar porque se ha convertido en un espacio de diálogo informal entre especialistas que se agradece si se tiene en cuenta que no abundan.

Y asimismo la polémica sobre el vaciamiento físico de los pueblos donde lisa y llanamente “no queda un alma”. Por eso es cada vez más frecuente que los urbanitas, rodeados de comodidades, veamos con curiosidad noticias relacionadas con familias que han abandonado la ciudad por falta de perspectivas laborales y vitales y se han trasladado a vivir a pueblos abandonados o semiabandonados, donde no queda sino un puñado de esforzados y solitarios personajes que luchan contra los años asidos al amor a la tierra donde nacieron y a la evocación de borrosos recuerdos.

Esas familias, a las que la necesidad lleva a la aventura de establecerse en tierras que les son extrañas, recuerdan a los repobladores que, en los tiempos de la Reconquista, se asentaron en los territorios por donde se expandían los reinos cristianos y empezaron a fundar, pasito a pasito, buena parte de la red de núcleos urbanos que hoy nos son perfectamente familiares. Se trató aquella de una repoblación que en principio fue monacal o protagonizada por las Órdenes militares, también por mandatarios del rey que se convertían en nobles o magnates repobladores. Pero y, lo que es más importante a nuestros efectos, por simples particulares -tal en el valle del Duero como han resumido los historiadores, Valdeavellano el primero- estimulados por los reyes astur-leoneses para ocupar tierras incultas. Aparecían así colectividades que se establecían en esos territorios, se esforzaban en construir aldeas y roturaban las tierras incultas.

Más tarde muchos de estos asentamientos se convertían en Concejos o Municipios a los que se asignaba un territorio amplio o alfoz estableciendo al mismo tiempo nuevas “pueblas” (“polas”) dotándose a todo este conjunto de reglas básicas para su organización y convivencia, es decir, de fueros. Una institución tan típica de nuestra historia como la presura o toma de posesión de los campos yermos está unida a esta repoblación que de forma elemental estoy describiendo.

En otros sitios, por ejemplo, en Andalucía, el método empleado fue el repartimiento de tierras que se hacía por los oficiales regios y se inscribían en libros especiales o registros especiales.

Todas estas modalidades tienen una característica común que es la que pretendo subrayar: su parcial similitud con lo que estamos viviendo ahora. Una vez más se demuestra aquello que dejó escrito Eugenio D´Ors: “lo que no es tradición, es plagio”.

Y me pregunto, y suscito el debate, si, ante el problema de la inmigración, no podríamos utilizar estos espacios de los pueblos abandonados o despoblados de forma lacerante para asentar a personas que vienen a España buscando trabajo y una nueva forma de vida, es decir, como un mecanismo de integración de estos nuevos habitantes con los que habremos de contar si queremos poner freno a los dos problemas con que iniciaba esta reflexión: la despoblación y el envejecimiento de la población.

Es obvio que este cambio revolucionario -porque así es preciso llamarlo para irnos acostumbrando- va a generar problemas jurídicos, entre ellos de derecho municipal, ¿cómo podía ser de otra forma? Algunos de ellos vamos a abordarlos en próximas “entradas” o “entregas”.

 

 

5 Comentarios

  1. Cada vez hay mas iniciativas para luchar contra la despoblación pero si no se aborda desde una perspectiva politica, con un gran pacto de estado, es realmente difícil, es un problema grave y penoso , un sinsentido ya que hoy en día existe la posibilidad de dotar a los municipios medianos de facilidades para hacer mas atractivo a los urbanitas estos territorios.
    Medidas que ya se demostraron eficaces en elpasado hoy lo pueden ser mucho mas,
    Casas vacias, oficios por recuperar, escuelas mas pequeñas , mas abarcables, recuperar la comunicación y la ayuda mutua entre la gente que los habite, salud preventiva menos costosa, medioambiente mejor cuidado,…..todo podrían ser ventajas si realmente se quisiera y nos pusieramos a pensar en cómo hacerlo.
    Con transparencia, con toma de decisiones viables y realistas , haciendo que vivir fuera de una gran ciudad sea
    realmente una opción comprometida e ilusionante..
    Cada vez que paseo por un pueblo vacío , con grandes casas vacías, en buen estado, con agua cerca, campo cerca, buenas comunicaciones, luz y agua…..me pregunto cómo es posible que no tengamos claro que poner en valor estos pueblos es enriquecer nuestra cultura , necesitamos trabajar con ideas y ganas contra la despoblación, ¡sí se puede¡.
    https://secure.avaaz.org/es/petition/asociaciones_civiles_partidos_politicos_personas_actuar_contra_la_despoblacion_en_Espana/?ctKqDjb

  2. Interesante post y debate.
    La cuestión es que los pueblos fueron abandonados porque fue inviable económicamente seguir viviendo en ellos. Aragón es un caso paradigmático, el Pirineo y Prepirineo está plagado de pueblos abandonados con la única posibilidad de hacer viables los asentamientos mediante el turismo; pero no parece que dé para tanto…
    Vivimos en un pleno suicidio demográfico.
    Véase el interesante libro de Alejandro Macarrón “El Suicidio Demográfico de España” (Ed. Homo Legens, 2011)

  3. Es un debate muy interesante y olvidado en todos los programas políticos de nuestros partidos, o al menos no se oyen aportaciones. No es fácil atraer a jóvenes a las zonas rurales despobladas. Ya está pasando y se incrementará con el paso del tiempo, la aparición de problemas de todo tipo, entre los que destaco por mi profesión, la conservación de las viviendas. Muchas ya están en ruina técnica. Espero los siguientes artículos al respecto. Saludos.

  4. Creo que habria que poner un tope o limite a las grandes ciudades, y fomentar un mayor amor al medio ambiente y la naturaleza solo así desde la escuela los niños comprenderán que vivir en el campo es una aventura y a la vez algo necesario, y saludable.

    Se podrían crear fondos estructurales para estos cometidos.

    saludos

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