La famosa reunión del G20 ha sido un éxito y un fracaso. Es como si hubieran tirado la moneda al aire y hubiese salido de forma simultánea la cara y la cruz. En sí, podemos considerar a la propia celebración como un triunfo. La imagen de los mandatarios más importantes del planeta preocupados ante la hecatombe de la economía nos reconforta y anima. Percibimos un primer paso de un camino que, necesariamente, será largo y complejo. Hasta ahí, bien. Pero aparte de eso, la nada.
La declaración ha sorprendido por su indefinición y falta de compromiso. No esperábamos un milagro, ni tampoco una refundación del capitalismo, pero sí algo más concreto que pudiera materializarse de manera acelerada. Las bolsas se han quedado con esta segunda interpretación. La recesión continúa devorando empresas y salarios y no se atisba solución alguna por el momento. Esperemos que, al final, terminemos encontrando entre todos un camino que nos saque del pozo de tinieblas en el que purgamos los excesos del pasado.
En España comienza a moverse nuestro G 17 +2, a saber la conferencia de nuestras diecisiete autonomías más Ceuta y Melilla. Además de los incurables agravios presupuestarios, parece que se rumorea en mentideros la necesidad de armonizar políticas y ahorrar en trámites repetidos y concurrentes. La administración debe predicar con el ejemplo, y la coordinación de las administraciones supondría un mejor servicio y menor coste para los atribulados ciudadanos. Esperemos que el gobierno actúe con liderazgo y rapidez y dirija y oriente esta conferencia que, conociéndonos como nos conocemos, tendrá un protocolo y ornato similar a la de Washington. Ojala sea capaz de mejorar sus resultados a corto plazo. Bien está lo que está bien. Pero, ¿y qué hacemos con los ayuntamientos? El G 8000 no puede discutir en encuentros asamblearios, por lo que tendrá que canalizarse vía FEMP, que es una institución adecuada para actuar como portavoz de las preocupaciones municipales, pero un débil negociador de sus intereses frente a las administraciones que custodian la caja fuerte. Nos decían que el mundo era global y local. Puede ser. Pero lo que resulta paradójico es que resulte más fácil coordinar – al menos en apariencia – lo primero que lo segundo. Que tengan mucha suerte los G20 y los G17+2 del mundo. Desde nuestros municipios seguiremos luchando porque así sea. Pero que alguien se acuerde de nosotros. Amén.
– Coincido en que el balance que dejo la cumbre es ambiguo. Me parece muy interesante este blog! Hace poco leí un articulo sobre el mismo tema en un portal colombiano dedicado a proveer información electoral y sobre los candidatos en Colombia, especialmente lo relacionado con las elecciones 2010 en Colombia y con los candidatos al congreso y a la presidencia.