¡Es el déficit, estúpidos!, nos repiten desde Europa. ¡Que en 2013 lo tenéis que embridar al 3%! ¡Si no, el descrédito y la marginación! Mirad lo que le ha pasado a Grecia. Su deuda está a la altura de los bonos basura, lo que metafísicamente significa la nada. ¡Cómo no actuéis con contundencia, las agencias de calificación os señalarán la puerta hacia el descrédito! ¡No os toméis la advertencia en broma, que esta vez vamos en serio! ¡Nos jugamos todos mucho! El coro de voces europeas sigue y sigue con su machaque wagneriano, mirando con severidad a nuestro presidente: ¡tienes que reducir el gasto, no te puedes convertir en el país del mundo con más déficit fiscal para 2010! Nuestro líder, que empieza por vez primera a ver las orejas al lobo, no acierta a comprender cómo se ve en similar situación, precisamente ahora que le tocaba presidir el consejo europeo. Mira para un lado y otro, y su seguridad se resquebraja. Va a liderar los europeos con un zurrón propio vacío. Los antiguos superávits son cosa de la historia. Llega con la peor de las fotos posibles. ¡Predica con el ejemplo! le responderán desde todos los rincones del Viejo Continente cada vez que haga una propuesta de índole económica. ¿Cómo puede presidir el mandatario con peores cifras de gestión? ¿Cómo te atreves a dar lecciones si tienes un paro del 20%, has sido el último en salir de la recesión, y tienes un déficit del 10%? ¿Qué decimos el 10, si puede subir hasta el 12%? ¡Es el déficit, estúpido! Que lo de Spain is diferent estaba muy bien para el desarrollismo turístico de Fraga, pero ahora ya no vale. Spain is not diferent – nos claman – you must pay like us. ¡Españoles, no olvidéis que tenéis que hacer lo mismo que en los aviones!, Fasten your belt!
De todos nuestros indicadores, el que más preocupa a Europa es el déficit, porque puede arrastrar al euro. Por eso, no van a cejar en su empeño para que lo reduzcamos. Y, nos guste o no, tendremos que hacerlo. Atención, pues, a navegantes. Hasta ahora, nuestro gobierno se ha negado a cualquier reforma de calado. Pero ha llegado la hora de la verdad, y se ha encontrado frente a frente con un muro que ya no puede sortear. El temido déficit. Las agencias no bromean, Europa tampoco. Y para reducir el déficit ya no vale eso tan socorrido, estupendo y progre de echarle la culpa del paro y de la crisis a los empresarios. Ahora toca gestionar, y obtener resultados en el plazo de un año. Veremos, en consecuencia, reformas de cierto calado. Algunas de ellas, incluso, nos sorprenderán por su intensidad. Hagamos memoria de un momento similar al que vivimos ahora. Situémonos a principios de los noventa, cuando luchábamos por entrar en la moneda única. Las condiciones de Maastrich nos exigían una severa reducción del déficit. Y el gobierno socialista de González se aplicó a ello, con severas reformas, una laboral de gran calado entre ellas, que le costaron dos huelgas generales. Ahora le corresponde a Zapatero embridar al déficit, el indicador más importante para esa Europa que va a presidir. ¿Qué hará? ¿Seguir confiando en las bondades de una recuperación? Mi apuesta es que va a mover ficha. Y pronto. Los europeos son muy pesados cuando se lo proponen, y nuestro presidente ya se mira en el espejo de la trascendencia internacional. No soportaría – nosotros tampoco – el ver cómo nos descienden a la tercera división de la deuda y del crédito internacional.
Señoras, señores, prepárense. El espectáculo va a comenzar. No sabemos qué argumentos utilizará el narrador. Lo que sí intuimos es que nos rodeará un murmullo de fondo, preveniente del brumoso norte, que repetirá cansino y monótono aquello del ¡Es el déficit, stupids!