Acabo de enterarme de una estupenda noticia y es que mi colega (y sin embargo amigo), Antonio Castelar, Secretario del Ayuntamiento de Belchite, ha sido reconocido con el Galardón Anual de la Fundación EsPublico. Este importante Galardón premia la trayectoria profesional de personas relacionadas con la Administración Local.
Hablar de un compañero y amigo siempre es complicado pero no puedo reprimir el impulso de hacerlo. He de decir que aunque a Antonio lo conocía por ser de la misma promoción de Secretarios, la de 1982, entablé amistad con él allá por el año 1986. A pesar de que tengo mala memoria, lo recuerdo porque coincidí con él en un Curso del entonces IEAL en Madrid sobre el Texto Refundido de Régimen Local del mismo año. Fue entonces cuando tuvimos la ocasión de iniciar largas e interminables charradas sobre lo jurídico, lo humano y lo divino.
Son muchos años de andadura paralela, trabajando en pueblos del mismo estilo, con similares problemas, años en los que hemos echado muchas horas hablando, discutiendo, compartiendo penas (y glorias) y muchas veces soñando con lo sencillo que sería tener una más eficiente administración local a poco que los que tienen capacidad de decidirlo así lo quisiesen. O echando mano urgentemente al teléfono cuando desde la soledad de tu pueblo te encuentras en una situación a la que no ves salida. Siempre sabes que se va poner al teléfono. Después de hablar, unas veces encuentras la solución; otras, no. Pero siempre te quedas más tranquilo al expulsar fantasmas hablando.
No desvelo ningún secreto (porque todos los que le conocen lo saben) si digo que Antonio es una de esas personas a las que le gusta hablar y polemizar, muchas veces como mero divertimento; siempre con buena fe y nunca humillando al oponente. Pero lo mas importante es que sabe escuchar, que tiene una innata capacidad para la empatía, para ponerse en la piel del colega. Y que es leal con su Ayuntamiento y con sus amigos y, ante todo, es una buena persona, alguien que jamás hará conscientemente daño a nadie y que siempre estará ahí para echar una mano cuando tienes el agua al cuello.
Antonio es un inconformista estructural y por naturaleza y a la vez un optimista convencido. Fundó, junto con otros compañeros, el primer Sindicato de Secretarios, algunos lo recordarán, ASFHAN, allá por el año 1993. Un sindicato que nació como reacción ante las inevitables y flagrantes incongruencias que existen en esta peligrosa pero bendita profesión, cuando se ve que en muchas ocasiones los políticos ningunean a los Secretarios, les imponen penosas condiciones laborales o se les exigen funciones que no les corresponden. Hasta organizamos entonces una extraña huelga de Juzgados de Paz que duró un año (podríamos rememorar aquellos tiempos con el título de aquella película El año que vivimos peligrosamente) y que desembocó en la constitución de 23 Agrupaciones de Juzgados en Aragón. Y, curiosamente, su pueblo no entró en Agrupación alguna.
Muchos de los problemas por los que ha peleado Antonio en el Sindicato y luego en el Colegio de Secretarios de Zaragoza, del que fue Presidente, aun perviven y supongo que tenemos para años. Pero puede tener la conciencia tranquila y considerar que ha contribuido a proponer cosas desde el respeto, a crear una necesaria polémica para poder decir que estamos vivos y para crear también las condiciones necesarias para que algunos cambios se produzcan, conciencia de colectivo, promoción de la formación del Secretario; que se pudieran constituir unas cuantas Agrupaciones de Juzgados como antes decíamos, o participar sugiriendo mejoras en la regulación de la profesión y en la eficiencia de la actividad municipal.
En fin, Antonio es una persona impulsiva, peleona, vital, generosa y de decisión rápida. Qué más podría decir, sólo puedo felicitarle de la manera más sincera por el Premio de la Fundación. Si alguien lo merece, ese es él. Y creo que estoy expresando el parecer de una buena parte de los que compartimos esta profesión.
Felicidades, Antonio.