Tales palabras son las últimas que pronunció Goethe según nos ha trasladado la tradición. Más luz o, al menos, algunas luces deberíamos conseguir encender en nuestro intelecto para iluminar soluciones ante la situación tan lóbrega que vivimos.
La pandemia sigue extendiendo dolencias y tristezas. Junto a la preocupación sanitaria se agrava la profundidad de la crisis económica. Se cierran clásicos establecimientos, se incrementan las cifras de personas desempleadas, la situación de muchas familias es angustiosa… Los responsables municipales y provinciales lo saben bien. No pasan de largo en sus coches oficiales ni se parapetan en el estudio de una televisión con preguntas filtradas. Los concejales y diputados provinciales pasean por las calles y escuchan directamente las quejas de los vecinos. Quien quiere puede conocer de manera directa sus problemas.
Luces e ingenio necesitarán los responsables locales ante las necesidades vecinales y, sobre todo, tras conocer que los dineros prometidos inicialmente por el Gobierno han sido objeto de un proceso rápido de adelgazamiento y han quedado escuálidos en el proyecto de presupuestos generales. Es muy leve el incremento relativo a la financiación local. Ni un dos por ciento ha crecido. Es más, se han volatilizado esos ocho mil millones de euros que hace semanas se habían anunciado.
De ahí que haya que mirar, como en tantas ocasiones, a Europa y, en este sentido, hay que preparar solventes proyectos para conseguir ayudas que encaucen los fondos de desarrollo rural, así como los nuevos fondos que pretenden impulsar, por ejemplo, la utilización de energías renovables o la reducción de la contaminación.
En este sentido, buscando que se nos encienda la bombilla como en los tebeos, se puede reparar en diversas iniciativas de eficiencia energética: la reforma de edificios para que cuenten con mejores aislantes térmicos, la colocación de placas solares en tantas instalaciones municipales o de empresas que presten servicios públicos, la renovación de algunos autobuses o el transporte de recogida de basuras, incluso, como desde hace décadas se puede ver por las zonas rurales europeas, levantar un “molino de viento”, aerogenerador para el suministro municipal… estas y otras iniciativas energéticas pueden conseguir financiación europea. Hay funcionarios locales especializados ya en seguir estas convocatorias y también las Administraciones autonómicas facilitan la asistencia necesaria a los consistorios que cuentan con escasos recursos.
Hay que recordar que, en el último paquete de reforma de disposiciones en el sector de la energía, se aprobó una Directiva con el fin de fomentar las denominadas fuentes renovables (tiene como número 2001 y su fecha es de 11 de diciembre de 2018). Pues bien, entre otras precisiones relativas al transporte, a la calefacción o la refrigeración, a la reducción de emisión de gases efecto invernadero, esta directriz insiste en el conveniente impulso del autoconsumo, así como en la constitución de comunidades de energías renovables (arts. 21 y 22).
En consecuencia, los Ayuntamientos de manera aislada, pero también a través de las diversas formas asociativas como mancomunidades, empresas mixtas públicas o privadas, consorcios…, pueden constituir una “comunidad” de las que alude la Directiva con el fin de producir, almacenar, consumir y vender la energía que generen a través de tales fuentes.
La energía generada puede entrar en el mercado pero, a mi juicio, en estos momentos y lo saben muchos funcionarios locales, interesa más atender a tantas familias cuya situación económica es cada vez más preocupante. La Directiva resalta que, dentro del marco que precise el Estado al incorporar este texto, ha de tenerse en cuenta la participación y el acceso a los “hogares con ingresos más bajos o vulnerables” (letra f del art. 22.4).
Mediante otro decreto-ley (tiene fecha de 23 de junio y hace el núm. 23 de este año) se han incorporado “comunidades de energía renovables” a la legislación del sector eléctrico (letra j) del art. 6.1 de la Ley 24/2013, de 26 de diciembre). De ahí que los Ayuntamientos puedan ya encender sus luces y preparar los expedientes de petición de fondos europeos, así como configurar tales iniciativas energéticas de las que hablaremos en otra ocasión pues constituyen un instrumento muy versátil que repercutirá, sin duda, en la atención a muchas familias así como en el estímulo de otras actividades privadas.
Y es que la búsqueda de esa energía puede encender otras luces que contribuya a desinfectarnos de la pandemia.