No se me ocurre otra palabra mejor para apuntar el fenómeno y el poder que en muy poco tiempo ya tienen las redes sociales,  facebook, twitter y similares, un sistema de comunicación y de opinión que reviste caracteres de libertad absoluta y de inmediatez. Hoy quien no está en las redes sociales, no es nadie, no existe. Y la cantidad de información que circula por la red es tal que uno no es dueño en absoluto de sus datos, por mucho que se quiera disponer de cierto ámbito de privacidad, ésta prácticamente resulta imposible. Si no es uno mismo el que directamente y quizás imprudentemente ha introducido su propia información en las redes (en Aragón se diría que algunos son unos destalentaos), siempre habrá otro que te incluirá en webs, blogs, redes etcétera. Uno no es dueño de sus datos. La Ley Orgánica de Protección de Datos trató de poner un poco de orden en el uso de las bases de datos, pero me temo que con muy escaso éxito. Se puede conseguir que la cesión en sí de datos se limite mucho más de lo que estaba, pero la información personal circula a gran escala y sin control.Curioso es un libro titulado Numerati de Stephen Baker en que se muestra el manejo que se hace por las empresas de los datos personales de la gente para investigar multitud de comportamientos humanos, casi siempre con valor económico pero también con otros fines, loables o no. El subtítulo del libro es “Lo saben todo de ti”. Quizás mantiene una tesis un poco folclórica y catastrofista a la vez que escalofriante, pero con gran parte aparentemente de verdad. Todo se reduce a un sistema binario, cero-uno para a partir de ahí procesar una ingente cantidad de información valiosa ya o potencialmente valiosa en un futuro cercano. Realmente las personas que implementan estos sistemas son unos genios.

Uno envía o recibe un correo de gmail (supongo que en otros gestores ocurre lo mismo) y a continuación sale a la derecha automáticamente información y publicidad sobre contenidos relacionados con la “conversación” mantenida. Obviamente se hace con sistemas informáticos automatizados y motores de búsqueda, algoritmos que procesan las palabras y desvelan cuáles pueden ser los intereses de cada cual.

El Gran Hermano orwelliano ya está aquí. Somos poco conscientes de que además de la información que se obtiene a través de los servidores de internet, de correo electrónico y de redes sociales, existe el  “Sistema Integral de Interceptación de Comunicaciones Electrónicas” (SITEL), una tecnología que permitiría al Gobierno, nada más y nada menos, que pinchar todos los teléfonos de España al mismo tiempo y conocer, además de las conversaciones, la identidad del sujeto, su operador telefónico, el punto geográfico exacto en el que se encuentra e incluso el tipo de contrato que tienen. Leer el artículo 33 de la Ley General de Telecomunicaciones causa cuando menos una gran inquietud, dada su redacción, su extensión y las dudas que se traslucen de su exégesis. Algunos opinan que se desprende que obliga a la Policía a facilitar al agente encargado de una investigación e incluso antes de la ejecución de la orden judicial (por tanto con desconocimiento del Juez competente), la información sobre la identificación de la persona, su domicilio, el número del titular del servicio, el número de cuenta asignada por el proveedor de internet, la dirección de correo electrónico, la situación geográfica de la terminal, etc. En este sentido se puede ver el artículo de Guillermo Díaz Bermejo en Noticias Jurídicas (se puede leer en http://noticias.juridicas.com/articulos/20-Derecho%20Informatico/200910-4939479023902378.html.) Este abogado deja traslucir que la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia pueden obtener los datos de carácter personal de cualquier usuario de teléfonos móviles en cualquier momento y en cualquier punto de España sin necesidad de disponer, para ello, de un permiso judicial.

Con SITEL se puede conocer todas las llamadas efectuadas y recibidas por una persona, hora y la duración, teléfono del interlocutor, posicionamiento (similar a un navegador GPS) con tal que el móvil esté encendido, datos sobre el terminal y el usuario (hay que recordar que ahora los clientes de prepago tienen que identificarse), la grabación de las conversaciones, registro de mensajes, correos electrónicos, etc. Así pues existe, al menos en posibilidad, un exhaustivo control de las personas por parte del Estado.

Volviendo al principio, ¿cambiaremos el actual sistema de democracia por la feisbucracia? Como concepto en sí mismo, en cuanto a que facilita una inmediatez de comunicaciones y de opinión parece estar bien, estaríamos hablando de una suerte de democracia directa, un sistema en el que todo ciudadano opina sobre todo en todo momento. Es un debate que se debe abrir, porque lo queramos o no estamos abocados a medio plazo a tener que plantearnos el tema, tanto el control del Estado, el de las grandes corporaciones y la posible democracia directa, todo ello a través de las nuevas tecnologías. Obviamente la democracia asamblearia nunca ha sido factible por poco práctica y fácilmente manipulable, está claro. Pero las nuevas tecnologías ¿no nos están acercando cada vez más a ella? ¿Por qué no sería posible? Son incógnitas que se tendrán que ir resolviendo.

El problema de las redes y de la inmediatez es que ante tal sobreabundancia de información, prácticamente no se lee lo que no está en un primer párrafo de un escrito o una entrada. Quizás el éxito de twitter es la necesaria cortedad de los mensajes, nadie lee más de 150 caracteres, o pongamos palabras. Todo instantáneo, como dicen en Valencia “pensat y fet” lo que nos lleva al posible problema de la irreflexión y el impulso. Por otra parte las generaciones que vienen lo hacen con internet 24/24 horas desde la más tierna infancia. Acceso a todo tipo de información sin límites, lo cual es maravilloso, pero impide cualquier reflexión sosegada. Y poco compromiso y planificación. Carpe diem, vive el momento. Muchos chavales esperan hasta quince minutos antes para saber si quedan o no con los colegas….. Desquedan si no les apetece en el último momento con un simple SMS, whatsapp o incluso una perdida. Es así. Nos tendremos que ir acostumbrando. Sociólogos, politólogos y juristas deberán plantearse el poder de las redes sociales las potencialidades y los peligros.

5 Comentarios

  1. Interesante y oportuna reflexión de Ignacio sobre la evolución sociológica derivada de la evolución tecnológica. No cabe duda de que las posibilidades de las tecnologías son estratosféricas, en especial de Internet, y obviamente dichas posibilidades, por su inmensidad, presentan tanto beneficios como peligros. Una sociedad inteligente debe poner el acento en los primeros (somos unos privilegiados por disponer de tanta información) , y protegerse de los segundos, lo cual no es nada fácil. El legislador y las distintas AAPP tienen mucho que decir al respecto, pero encontramos la dificultad de que la evolución sociotecnológica va siempre por delante del Derecho. El primer control, no obstante, es el autocontrol, basado en los valores y en el sentido común. Una aplicación personal, familiar o social de los mismos evitaría desde delitos informáticos (comenzando por el pishing, quizá el más frecuente), hasta el consumo de pornografía o violencia por parte de menores , pasando por la abolición de los comentarios repletos de descalificaciones personales y faltas de ortografía, y por la protección de datos y de los derechos de autor (por cierto, qué alegría que haya muerto el canon). Existe una relación directa entre ética y ciencia, a todos los niveles, y en estos parámetros debe avanzar la sociedad.

    • Voy a ver si se me permite opinar aquí sin censura o si se mantiene la Dictadura de la «corrección política».

      Yo no veo una relación directa entre ética y ciencia (quien la vea que me la explique). Tampoco veo nada respetables unos «valores» y un «sentido común» que tomen como malo el consumo de pornografía o violencia (no sé por qué los bienpensantes suelen juntar ambas palabras) y no la violencia misma.

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