ReivindicandoHe tenido la oportunidad de asistir una vez más a la Asamblea del Colegio de la Provincia de Zaragoza y, no será esto una crónica de la misma, hecho que sería de un tedio insoportable. De eso ya se ocupará a efectos oficiales el Secretario del Colegio que levantará el acta correspondiente. Sólo tengo interés en transmitir esas impresiones que a uno le quedan y que siempre quedan como flotando, al menos en mi caso. Como impresión que es, no deja de ser una mera percepción subjetiva y no es la verdad absoluta. Cada uno interpreta la realidad en un momento determinado en función de multitud de factores. Los hechos son los mismos, las impresiones, infinitas.

Primera impresión: Asistencia paupérrima. Aproximadamente el 12 % de colegiados. Bien, no puede esperarse un lleno como en un Madrid-Barça, cierto, pero un poco más no habría estado mal. Podemos analizar las causas, pero no tiene mucho sentido. El resultado es que como siempre, a casi todos nos importan estas cosas un pimiento. Las seis de la tarde, 34º en la calle. Mejor siesta y/o piscina. Y eso que luego había un buen refrigerio incluso con fritos y cocina de calidad.

Segunda impresión. División. Somos pocos y parió la abuela. Ya lo he resaltado en alguna ocasión, en Aragón los FHE somos cuatro gatos y tenemos cinco organizaciones, entre Colegio, Sindicato y Asociaciones. Insistiré una vez más en que parece que los FHE somos los vaqueros del lejano oeste vagando por las inmensas praderas mañas, respirando el aire limpio de la mañana. O sea, que vamos por libre. De vez en cuando se juntan unos cuantos en el Saloon pero en cuanto a alguien se le tuerce el morro y no se le admite pulpo como animal de compañía, deja de ajuntarse con la parroquia y se las pira. Probablemente se me dirá que hay cosas que no se pueden admitir. Quizás. Pero algo más se puede hacer desde dentro que vagando por la pradera. O si no desemboquemos en aquello que diría Groucho: no pertenecería a un club que admita gente como yo.

Tercera impresión. Somos pacíficos funcionarios perdidos en el agro. Nos las dan todas y a veces hasta parece que nos gusta que así sea. Y esto viene a cuento de la inmensa buena voluntad de los que desde la Junta trabajan desinteresadamente en el Colegio perdiendo horas por hacer algo, pero el escasísimo resultado que obtenemos de nada. Muchas reuniones con políticos para nada. Finalmente sales de una reunión que has mantenido con los políticos de turno y en realidad no tienes ni idea de a qué has ido. Generalmente no se ha comprometido a nada o si lo ha hecho, es a algo que serán difícilmente comprobables.

En fin, cuántos años de entrevistas con políticos, escritos, listas y propuestas y reuniones, para obtener qué. Tener una entrevista con un político es como dar una conferencia o una clase, hay que captar de inmediato la atención del interlocutor, intentar mantenerla, caerle bien y finalmente darle un breve resumen en no más de un folio (porque no leería más) de los que se ha hablado con fecha y asistentes. Y ver finalmente si hay alguna conclusión, reafirmándola. Así por lo menos ese papel que le queda le recordará siquiera sea vagamente qué es lo que se ha hablado y quiénes eran esos individuos tan simpáticos o tan pesados.

Cuarta impresión. Por muy graves que fuesen los problemas ¿qué se puede hacer? Nada, salvo patalear clamando por una necesaria defensa de las funciones públicas necesarias, para que se puedan ejercer con independencia y con dignidad, tanto en su efectivo ejercicio como en sus condiciones laborales. Pintamos realmente nada.

Me imagino una de esas conversaciones:

Hola Sr. Consejero soy …el Presidente del Colegio de Secretarios de Zaragoza. Le presento a …….. el Vicepresidente.

¿Cómo dices, quién, de dónde venís….?

Sí, sí, somos los Secretarios de Ayuntamiento…Bueno y los Interventores y los Tesoreros…el Colegio…

Ah sí, decidme ¿que os trae por aquí?

Bueno, en primer lugar como somos la Junta que salió de las recientes elecciones nos venimos a presentar.

Ah bueno, pues encantado. ¿Y qué problemas tenéis?

Aquí se inicia la típica explicación en la que se le expone al excelentísimo los problemas típicos de siempre, cuándo y cómo va a salir el Decreto de regulación de la habilitación, la Ley de Administración Local, si nos tendrán en cuenta. Qué pasa con los compañeros a los que no se les da posesión, qué pasa con las Agrupaciones de Juzgados de Paz, cómo va la ley de función pública aragonesa, el desarrollo de los concursos, los procedimientos que se siguen, las plazas a sacar, los temarios y procedimientos que se deberían seguir….

El excelentísimo, a pesar de que la perorata colegial reivindicativa ha sido resumida en menos de diez insignificantes minutos, a los dos ídem tiene la mente en otra parte. Dice cuatro frases de tipo político-queda-bien para aparentar que ha escuchado y que sabe de qué va el tema (aunque no tenga pajolera idea) y concluye la entrevista con una frase amable diciendo que estudiarán esas interesantes opiniones. Agradece la visita, valora lo positivo de la misma y, les remite, por supuesto, al Director General.

Y sé que todo esto es un poco derrotista, pero tras tantos años de observar y participar en las organizaciones de FHE y sus movidas, estas convicciones han quedado firmemente asentadas en mí.

1 Comentario

  1. El político español al uso es peor que cualquier alimaña del campo.

    El funcionario al uso no es que sea mucho mejor, podrá ser algo más leído, ser algo más civilizado ser un poco menos bruto o un poco menos zafio, pero también suele ser más cobarde, más pusilánime, suele tener menos empuje, menos dinamismo y menos coraje

    Los Colegios están obsoletos y no tienen credibilidad frente la profesión (su Historia les delata demasiado); e incluso los propios profesionales, a menudo carecen de credibilidad ante sus propios compañeros (Su Biografía también les delata demasiado).

    Desde fuera incluso, es posible ver a políticos y funcionarios como un mismo tipo de gentuza que comparte una misma ideología relativista, pastelera, jesuítica y rapiñadora, sin más ideal que la participación mútua en un mismo negocio: el saqueo de las arcas públicas, gracias a su integración en una mafia de privilegiados, con lucrativas posibilidades de medro, por la vía de la complicidad y de las componendas.

    En la sociedad española yo veo una crísis moral de fondo que es particular de nuestra nación, sin perjuicio de que también comparta los problemas morales de fondo que presenta la civilización occidental, en su conjunto. Pero igual que mucha gente no quiere ver el problema moral de fondo, por debajo del problema político, muchos funcionarios no quieren ver tampoco el problema político de fondo, por debajo del problema funcionarial. Quizá no quieren escarbar mucho por ahí, no vaya a ser que se vea comprometida su apacible tranquilidad pequeñoburguesa.

    Solo habrá cambios profundos en la Administración Local, en la Función Pública y en la Habilitación Estatal, cuando los haya en la Política. Habrá cambios profundos en la Política, cuando la ralea de déspotas y de rateros que nos chulea, tenga en frente a un tipo de hombre distinto, con tan gran capacidad para el desprecio y para el inconformismo, como incapacidad para dejar su vida en manos de 4 gañanes. Cuando en España tengamos ciudadanos, los Políticos cambiarán o desaparecerán. Donde hay ciudadanos de verdad, no hay sitio para los tiranos. En los sitios donde corren por todos lados, verdades como balas, no hay sitio seguro para farsantes e impostores.

    No hay nada sin lucha (ni aire para respirar consigue un recién nacido, sino llorando con furia). Los políticos españoles se acabarán cargando la Habilitación Estatal (de facto autonómica), como casi ya lo han conseguido, si no les planta cara un tipo de profesional diferente que les diga: «vosotros no sois ni políticos ni demócratas, vosotros sois un atajo de ladrones más o menos sofisticados y pongo a los ciudadanos de este País por testigos. Pero esa clase de hombres-ciudadanos que propongo, no podrá salir de un colectivo casi tan cubierto de mierda o más que los propios políticos; tendrán que ser individuos de otra condición, de otra pasta, capaces de escupir a la mano que les compra y encadena.

    Mi personal opinión en esto, viene a ser coincidente con la de Frederick Douglass, en su libro «Vida de un esclavo americano escrita por él mismo», cuando dice:

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