San Jerónimo, así nos va.

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A nuestros políticos de la Carrera de San Jerónimo, dicho con ánimo constructivo, faltos en muchos casos de una mínima preparación jurídica, les vendrían bien unas pequeñas clases de derecho constitucional, entender qué es eso del estado de derecho,  y no estaría de más también un poco de derecho administrativo. Además, quizás serían necesarias acaso también unas clasecillas de Educación para la Ciudadanía (sería Educación para la Diputadía), por la conciencia moral, más que nada.

Es curioso que para ser bedel en un colegio haya que pasar una oposición de aquí te espero y casi saber trigonometría, la lista de los reyes godos y la ley de procedimiento administrativo y sin embargo, para ser diputado no se exija siquiera saber leer y escribir. ¿Se acuerdan del chiste?

Un chico termina el bachillerato y no tiene ganas de estudiar nada. Y como el padre quiere que se ponga a trabajar habla con un amigo político para que le consiga un trabajo:

– Oye, Manolo, ¿te acuerdas mi hijo? El tema es que acabó el bachillerato y no quiere estudiar por ahora. Necesitaría un puesto para empezar a trabajar mientras decide si va a hacer una carrera. El asunto es que haga algo y no el vago, ¿entiendes?

A los tres días llama Manolo:

– Ya está. He encontrado algo para tu hijo. Asesor de la Comisión de Salud de la Cámara de Senadores. Unos 9.000 euros por mes. Está bien, ¿no?

– No, no,  no, es una locura, tiene que comenzar desde abajo.

A los dos días, de nuevo Manolo:

– Ya lo tengo. Le conseguí un cargo de Secretario Privado de un Diputado. El sueldo es más modesto, de 5.000 euros al mes.

– No, Manolo, no quiero que la vida se le haga tan fácil de entrada. Quiero que sienta la necesidad de estudiar, ¿me entiendes? Si gana esa pasta no estudiará nada.

Al otro día:

– Tío, ahora sí, Ayudante del Encargado del Archivo, con algo de informática, claro que el sueldo se va muy abajo… serían 2.800 euros, nada más.

– Pero Manolo, caramba, consigue algo más modesto. Es un niño aún. Algo de 800 ó 1.000 euros…

– Buf, eso sí que es difícil…

– ¿Por qué?

– Verás… esos cargos son por oposición, tiene que estudiar, se necesita currículum, inglés, título universitario, másters y experiencia.

Obviamente no podemos caer en la vieja idea platónica de que gobiernen los más sabios. Parece que eso, dentro de nuestros parámetros democráticos actuales no es nada viable. Pero no deja de ser un déficit  del sistema que cualquiera, sin haber trabajado nunca en nada –lo que y con apenas el bachillerato superior, con suerte,  puedan tomar decisiones que pueden tener unas implicaciones muy serias para todo un país. Nada más ni nada menos que legislar. Sin tener idea ni hacer caso en muchas ocasiones a quien está para informar sobre la legalidad.  En la web moncloa.com (ojo no “lamoncloa” que es la oficial), de 1/6/2021 se informa que «A día de hoy el número ha aumentado hasta los 1.212 asesores contratados, tal y como se puede comprobar en la letra pequeña de los Presupuestos Generales del Estado. De los 1.212 asesores de la actualidad, solo un 55% tiene estudios superiores. El 13% cuenta con una titulación de grado medio; un 17% tiene el título de bachillerato, y el 15% solamente tienen el graduado escolar».

Probablemente ese diputado que iba en una lista en un puesto séptimo y que no conozca prácticamente ningún ciudadano, se afilió a su partido con diecisiete años y se ha limitado a hacer bulto, cerrar sobres, pegar carteles y cundir por los pasillos de la sede, hacer de clac aplaudiendo tras el líder y con sonrisa profidén. Y en un momento determinado, zas, quizás con veinticinco años, y sin haber tenido nunca un sueldo de empresa, es decir, sin haber aportado valor añadido a nada, es diputado y a vivir que son dos días.

¿A qué viene este comentario? A que desde mi punto de vista en estos momentos está todo trastocado, enmarañado, hiperregulado y malregulado y quizás haría falta hacer borrón y cuenta nueva, como diría mi abuela. Algo así como un Real Decreto Ley que dijera:

Artículo primero: Se deroga todo.

(Advertencia por si acaso para los  que anden escasos de sentido del humor, ironía al fin).

Y volver a empezar. Porque no hay exégeta que digiera la modificación de la modificación de la modificación del texto original que a su vez modificaba equiscientas mil normas.

Me pregunto cómo un parlamentario que nunca ha conseguido los garbanzos fuera del partido, que no sabe cuánto se paga por la  cuota patronal de la seguridad social,  y que para dibujar un cero necesita una moneda, puede decidir sobre asuntos de trascendencia sobre los que no tiene ni idea; eso sí, a golpe de silbato.  Jefe ¿qué toca votar ahora? Me voy al bar, ¿a qué hora hay que estar para la votación? Obviamente lo que diga el que está en la tribuna qué más da, nadie va a convencer a nadie, todo es un teatrillo, por eso se emplea en política mucho la palabra escenificar. Estoy convencido que muchos de nuestros representantes políticos que se apalancan en los sillones rojos del Congreso (extiéndase al Senado) no tienen en muchas ocasiones ni idea de lo que votan. Saben, eso sí, la orden que ha dado el jefecillo del grupo parlamentario: cuando se pase a votar, tú preta el botón de sí. A veces están tan poco concentrados que se equivocan y votan lo que no toca. Qué ingenuo, en mi juventud me creí eso de que los diputados no están sometidos a mandato imperativo. Normas del partido, si vota lo que no toca, multa.

¿Y qué decir de los insignes próceres que se sientan en el Consejo de Ministros? La única cualidad, imprescindible, es ser leal al jefe cueste lo que cueste y casi siempre callar. No hay quien lo entienda. Una parte de ellos no han trabajado nunca en otra cosa que no sea la polítiquilla  y de repente,  se ve uno de ministro/a/e. Así nos va. Otra parte, los letrados, abogados del estado etc, con  más cualificación al menos teórica, saben que  toman decisiones que sobrepasan a menudo y con toda claridad la línea roja de la legalidad. Y a pesar de ello y de ellos, no se cortan un duro y siguen los argumentarios de la sede del partido aunque no haya por dónde cogerlos. Inmunidad, aforamiento frente al common law.

Bueno si algo llega a la justicia, ya se verá dentro de un lustro en el mejor de los casos. Véase, la Ley del Aborto, lleva once años esperando una resolución del TC. Hasta se ha demandado a éste ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por «retrasar injustificadamente» su pronunciamiento sobre dicho recurso.  Una magistrada que fue ponente y que ahora se jubila, y  abogaba por la constitucionalidad de la ley, declaró en prensa [“Mi fallo era favorable, pero el riesgo de llevarlo a pleno es que fuera derrotado” La exmagistrada Elisa Pérez Vera recuerda que había una mayoría conservadora y que resultaba “arriesgado” abordar un asunto “tan delicado”] Vid. https://elpais.com/espana/2021-07-26/la-primera-ponente-de-la-sentencia-sobre-la-ley-del-aborto-mi-fallo-era-favorable-pero-el-riesgo-de-llevarlo-a-pleno-es-que-fuera-derrotado.html . Cuando leí esta noticia me quedé en estado de shock. No hay problema, la decisión que haya adoptado un Gobierno,  por burda que sea, sigue adelante. Con tal de emitir meras notas de prensa o hacer ruedas de prensa a modo de comunicado sin preguntas para que no se cuestiones nada,  suficiente. O bueno, con ruedas de prensa, qué más da, si se pregunta una cosa y se contesta algo que no tiene que ver o si el periodista no incide y mucho menos repregunta, pues no pasa nada.  La clase periodística está completamente adormecida y domada.

3 Comentarios

  1. Muy de acuerdo, el problema es cómo resolver todo esto. No se puede no votar a nadie porque ello lleva al populismo y la dictura y los partidos mayoritarios al ser legislativo controlan la modificación de normas básicas como la ley electoral y el reglamento de las cámaras, además no pueden quebrar porque pueden cambiar las normas sobre contabilidad de los partidos.
    La única solución es que aparezca un partido centrista conmayoría de votos, un único discurso en toda la nación y capacidad para moderar la polarización y crear coaliciones en torno al centro, no en torno a los extremos. Sánchez, con su obsesión infantil por aparentar ser de izquierdas siguiendo los consejos de su maestro Castells, va a ser el más populista y menos de izquierdas que todos los anteriores. Cuatro años más perdidos.

  2. Impecable recogiendo el vox populi y ahora la pregunta del millón… si los que tienen la máquina del BOE son los que tienen que meter la tijera ¿lo harán? Evidentemente no y por ello el problema es sistémico y las soluciones deben ser de naturaleza también sistémica lo que implica que solo se producirá si hay un cambio de conciencia social solo posible en sociedades o muy deterioradas (como en la revolución francesa del siglo XVIII y no es el caso) o con nivel cultural avanzado que determine una valoración moral negativa de estas conductas (tampoco es el caso dados los índices fiables y recientes ). Por lo tanto la pendiente del «vamos a peor» seguirá por algún tiempo. Esperemos que no mucho.

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