Están frescas en la memoria las imágenes de las protestas sociales en Francia contra las medidas propuestas por el gobierno en su lucha contra el déficit público y otros desequilibrios de la economía gala, entre los que destaca por su impacto social las dudas sobre la viabilidad del sistema público de pensiones.
Cualquier tema económico del que se hable afecta a aspectos muy sensibles para todos y, aunque se intente mantener la objetividad, suelen infiltrarse argumentos personales, creencias, manías…, en una palabra, juicios de valor, como se dice en economía, que contagian todo el razonamiento; sin duda, el asunto de las pensiones es de los más sensibles. Así pues, no seré yo quien eche más leña al fuego, pero me resulta inevitable exponer algunos datos que pueden servir a quien desee reflexionar sosegadamente sobre lo que, sin duda, es un problema muy serio; parte de estos datos proceden de publicaciones especializadas, algunas de ellas francesas, así que espero que las fuentes sean correctas.
Empecemos primero por lo más general: la sostenibilidad del sistema público de pensiones de los países desarrollados es un grave problemas que afecta a todos ellos; y las causas principales son de dos tipos: por un lado, cuestiones demográficas, por otro, razones económicas. Hay algunos datos contundentes al respecto:
- La OCDE ha calculado la evolución posible de la pirámide poblacional de 30 países desarrollados, estimando que el número de personas de más de 65 años de edad se habrá duplicado en 2050; tengamos en cuenta que éste es el grupo de quienes cobran su pensión del sistema público de pensiones, es decir, en 2050 habrá el doble de pensionistas que ahora.
- La proporción que la población entre 20 y 64 años tendrá en el total se reducirá apreciablemente, y en algunos países como Alemania y Japón, disminuirá en términos absolutos; es decir, habrá muchas menos personas contribuyentes al sistema que ahora.
- En 1950, en los países de la OCDE había 7 personas activas por cada retirado; actualmente, hay 4; la organización estima que en 2050 habrá sólo 2.
La fuerza de estas variaciones de la estructura sociodemográfica en los países desarrollados es tal, que los sistemas públicos de pensiones no sobrevivirán en su actual configuración; me parece muy prudente que, aunque sea con retraso, los responsables mundiales inicien alguna reforma para garantizar la supervivencia de los sistemas. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional, haciéndose eco de estas pésimas perspectivas y utilizando sus propias estimaciones, impulsa medidas correctoras de los desequilibrios financieros de los países con problemas: a la vez que presta fondos para que no caigan en bancarrota, impone las medidas que considera preciso; por ejemplo, el plan de ayuda a Grecia exigía, entre otras cosas, que la edad de jubilación se retrasara progresivamente desde los 58 años actuales, hasta 63 en 2015, intentando con ello taponar una importante vía de agua en las finanzas helenas ( en España, por ejemplo, la edad efectiva de jubilación actual es 63,8 años).
Por lo que respecta a nuestros vecinos galos, las características esenciales del problema son comunes a los demás países desarrollados, pero como en tantas otras cosas, tiene alguna peculiaridad interesante, que agrava aún más el problema:
- Como resultado de las diferentes negociaciones salariales y reformas parciales del sistema habidas estos últimos 20 años, un grupo importante de empleados públicos puede jubilarse a los 50 años (policías, guardias de prisión, controladores aéreos…) y otros a los 55 (policías municipales, bomberos, empleados de las aduanas,…).
- La edad teórica de jubilación en Francia es 60 años, pero la efectiva es 58,7 la más baja de los países de la OCDE, y muy parecida a Grecia.
- En media, los jubilados franceses perciben pensión durante 24,5 años, frente a 19,8 de la OCDE, o 14 de Japón.
Por si algún lector estuviera interesado en este tema, próximamente comentaré las medidas que están tomando en Francia, e incluso otras alternativas que podría haber, pero creo que nadie negará que la situación requiere medidas, por dolorosas que sean, y acudir a las barricadas, con su innegable toque retro que habrá rejuvenecido a más de uno, no resuelve ningún problema.