Desde hace tiempo, el Servicio de Estudios de BBVA realiza un trabajo muy serio y, en mi opinión, sin sesgo político, al menos evidente. Los trabajos que publica y brinda a la sociedad están documentados y bien argumentados; por todo ello, se merece el respeto y agradecimiento de quienes seguimos habitualmente la evolución de la economía.
Recientemente se ha suscitado una considerable polémica a raíz del trabajo publicado en su sección Observatorio Económico España de título “Medidas para favorecer la contratación indefinida”. Como siempre sucede, las opiniones se han polarizado según las creencias políticas de cada cual, a partir de la lectura de los extractos de prensa; y desde cierta parte de la opinión pública se ha condenado la osadía, por el simple hecho de tocar un tema tabú para nuestra tribu: el mercado laboral.
Como cabía esperar de los autores, por un lado los profesionales del Servicio de Estudios del Banco, y por otro los de la Fundación Sagardoy, la propuesta está bien argumentada, expuesta de manera comprensible para quien quiera entenderla, y soportada por las cifras y datos suficientes para comprobar su oportunidad. Y me gustaría destacar el argumento “para quien quiera entenderla”, porque el que se acerque al trabajo con ideas preconcebidas, no encontrará nada interesante.
Me anticipo a decir que me parece una propuesta inteligente, útil, y muy apropiada para resolver la debilidad estructural histórica de nuestro mercado laboral; creo que supone un punto de partida muy interesante para resolver el problema, y se une a la línea argumental que con bastante valor están impulsando algunos analistas independientes desde hace tiempo, contra viento y marea.
El informe presenta algunos datos contundentes, entre los que me permito destacar los tres siguientes:
– Un 14% de las empresas de la Unión Europea con algún empleado en nómina tienen una plantilla de 10 o más empleados; en España esas empresas son tan sólo el 9% del total.
– El 65% de los contratos de trabajo que consiguen los jóvenes españoles menores de 25 años es temporal; la media europea es 25%.
– Desde 1984 el 90% de los contratos que se firman todos los meses en España son temporales, explotando las opciones que permite la normativa vigente en cada momento.
Por mi parte, añado por su relevancia dos datos más:
– Según las cifras armonizadas de paro de la OCDE, la tasa de paro de Austria en Septiembre era el 6 %; la media simple de la tasa de paro austriaca desde 2000 hasta 2013 ha sido 5,42 %. Nuestra media para el mismo periodo, 14,54%, es muy superior, y eso que el periodo contiene el mejor momento de toda nuestra historia económica; por su parte, el dato de paro de Septiembre es demoledor: 24 %.
– La tasa de paro en España figura habitualmente entre las más altas de Europa, incluso en las fases buenas del ciclo económico: en el periodo 2000 a 2007, la tasa media de paro fue 10,53%; en Austria, 5,61 %
Además de los datos objetivos, existe la evidencia subjetiva: cuando las empresas tienen que adaptarse a la crisis económica, ajustan las plantillas según el coste de despido de los trabajadores, no según su cualificación o las funciones que desarrolle, con lo que hay una dualidad muy acusada en el mercado laboral.
A mi juicio es evidente que las medidas que se han ido adoptando desde los primeros gobiernos democráticos para luchar contra este mal endémico de nuestra economía no han dado resultado; no parece aconsejable, pues, seguir en la misma línea de actuación, porque si nos enfrentamos a los problemas de siempre con las mismas armas que ya han demostrado no ser útiles, cosecharemos los mismos resultados de siempre, esto es, seguiremos fracasando.
Así pues, me parece razonable adoptar planteamientos nuevos, para ver si producen mejores resultados. El modelo austríaco ha sido analizado por muchos países, a la vista del envidiable estado de salud de ese mercado laboral, como demuestran las cifras disponibles; habrá que pensar que algo hacen bien, o al menos, mejor que nosotros. El Servicio de Estudios de BBVA propone algunas adaptaciones al modelo, para conservar parte de los derechos devengados con la regulación vigente por quienes conservan su empleo; lo razonable sería estudiar dichas propuestas y ver si mejoramos. Pero me temo que en este campo tampoco brillará la razón.