El vecino

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Recientemente he tenido la fortuna de visitar la zona burgalesa de las Merindades, lo que me ha permitido descubrir unos parajes inigualables, a la par que conocer a personas encantadoras. Pero como no es la web turística dejaré la referencia hostelera y gastronómica para ir al grano.

Lo primero que me ha llamado la atención, con gran agrado, son las similitudes paisajísticas y arquitectónicas con las vecinas tierras vascas y cántabras, separadas de esta zona burgalesa por la cordillera cantábrica, una vertiente en Burgos, la otra en Bizkaia o Santander. Y los parecidos no se limitan al clima o el paisaje, sino también el modo de hablar, con su característica entonación y el peculiar uso de los subjuntivos. Pero lo que más me ha llamado la atención es la afirmación del deseo de ser transferidos a la Comunidad del País Vasco.

Hace unos años, visitando la zona de Cantabria lindante con Euskadi encontré el fenómeno contrario, un cierto rechazo a lo vasco, ya que se percibía un cierto espíritu colonizador, dado que en pequeños pueblos había crecido extraordinariamente la población, merced a la residencia de policías (que huían del peligro de atentados, en los duros años de auge terrorista) y ciudadanos vascos, que establecían su segunda residencia para pasar tranquilos sus vacaciones y fines de semana. En resumen, se sentían incomodados por la “invasión” y existía un sentimiento de rechazo a lo vasco a causa del terrorismo.

Por el contrario ahora, mis nuevos amigos burgaleses están encantados de la aportación económica que dan los visitantes vascos que acuden fines de semana y vacaciones, especialmente cuando fijan en la zona segundas residencias. Por otra parte muchos de los que adquieren viviendas en la zona son antiguos vecinos que tuvieron que emigrar a buscar trabajo al industrializado País Vasco o hijos de emigrantes. Ello, unido a que poco a poco el odioso terrorismo etarra va quedando atrás, permite generar estas simpatías. Pero además es que tienen una sana envidia de las prestaciones que ven dar al Gobierno Vasco y a la Diputación, en comparación con lo que perciben como contraprestación a sus impuestos de la Junta y Diputación propias. Por proximidad geográfica, la atención hospitalaria la reciben en Euskadi, ya que Bilbao está más cerca que Burgos capital. E igualmente otros servicios o suministros.

En el fondo el sistema autonómico se asemeja a diferentes comunidades de vecinos. Si uno ve que en su Comunidad de Propietarios no se paran de pagar derramas y está todo, como las fincas agrarias en el franquismo, en situación “manifiestamente mejorable”, mientras que la urbanización vecina funciona como un reloj, todo está limpio y arreglado, además pagan menos gastos de comunidad y tienen mejores servicios, todos quieren cambiar de urbanización… salvo el Presidente.

Los españoles nos hemos dado un estado autonómico del que hace muchos años pronostiqué tendería a la uniformidad. La lógica me decía que lo que una Comunidad hiciera bien las demás tenderían a imitarlo, mientras que lo que fuera un fracaso tendería a desaparecer. Mi diagnóstico se basaba en la lógica. Me equivoqué, hay que valorar los argumentos políticos e ideológicos. Si la competencia X funciona, pero la reguló el Partido X, al gobernar Y debe cambiar. Es la Ley del péndulo…

Yo también siento envidia. De los franceses. Pueden ser chauvinistas, permitir la quema de camiones con cargas agrícolas que les hagan la competencia, pero cuando se trata del bien común, todos están en el mismo bando, defendiendo la grandeur…

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