Innovación, transformación digital, modernización… Llevamos años manejando conceptos de lenta asimilación e implantación cuyas fases posteriores irrumpen por el propio avance natural de los tiempos, desvirtuando así las anteriores, normalmente aún por implementar o no asentadas en ese momento. Esta es una tendencia peligrosa dentro de un proyecto gradual, y lo estamos viendo por ejemplo en el presente con la rápida irrupción de la inteligencia artificial (IA) en un escenario burocrático en el que aún queda mucho por hacer en materia de simplificación, digitalización, seguridad e interoperabilidad. Pero la innovación sigue siendo necesaria. De hecho lo es más que nunca. Ante tal desafío, quizá lo más inteligente sea explicar cómo la innovación ya está transformando la administración pública, haciendo que los gobiernos sean más ágiles, adaptativos y orientados a las necesidades de los ciudadanos.

Y para conocer mejor la innovación pública, nuestra innovación, hoy hemos decidido analizar las 5 «cus» de la misma. «Cus», sí, que así se escribe el plural de la letra «Q». Como previa, simplemente recordar que esta es la técnica de la escuela periodística norteamericana para elaborar una noticia capaz de responder a las cinco cuestiones fundamentales en la teoría de la comunicación, transmitiendo así el mensaje de la forma más eficaz posible. Evidentemente, en inglés se denominan las 5 W, las cuales en castellano realmente equivalen a 4 Q y una D, aunque por asimilación las llamamos 5 Q… Qué (What); Quién/es (Who); Dónde (Where); Cuándo (When); y por qué (Why).

1. Qué (What). Es decir, ¿qué es la innovación pública?

Innovación pública es un concepto amplio que se refiere a la implementación de nuevas ideas, tecnologías, políticas y procesos dentro de las administraciones públicas a fin de mejorar la prestación de servicios y resolver los problemas de manera más eficaz, adecuando la organización y el funcionamiento a los principios de eficacia, eficiencia y transparencia, entre otros. Esto puede incluir multitud de tareas, proyectos o subproyectos, desde la digitalización de los procedimientos (administración electrónica) hasta el desarrollo de nuevas políticas sociales, pasando por la utilización de tecnologías emergentes como la IA y el blockchain.

2. Quién/es (Who). En otras palabras, ¿quiénes son los actores clave en/de la innovación pública?

El elemento relacional es clave en cualquier etapa de la gestión pública, y de hecho hace años que hablamos de Gobierno Abierto, pero es en este momento, dada la multilateralidad de la los servicios y la propia evolución de las necesidades sociales, cuando adquiere si cabe una mayor importancia el poder y saber involucrar a todos los actores de lo público. Nos referimos a una amplia gama que incluye Gobiernos y empleados públicos, como los encargados de diseñar e implementar políticas innovadoras; ciudadanía, tanto de forma individual como a través de las asociaciones que los representan, que son los llamados a retroalimentar el feedback necesario que refleja el uso diario de los servicios públicos, generando datos y utilizando los mecanismos de participación, no solo los tecnológicos sino también los tradicionales; sector privado, como contratistas (especial atención a la compra pública de innovación, CPI), proveedores de tecnología y colaboradores en otros servicios que integran la implementación de soluciones innovadoras; Universidad y comunidad científica, como fuente de conocimiento y nuevas ideas, siempre en la vanguardia de las nuevas tecnologías a través de la investigación y el desarrollo; entre otros actores de lo público.

3. Dónde (Where), el lugar. ¿Dónde ocurre la innovación pública?

La innovación pública puede e incluso debe producirse en diversos entornos, que en la práctica se relacionan con la distribución territorial del poder público: a nivel local, destacan cientos de buenas iniciativas municipales para mejorar los servicios públicos que por ley debe prestar un Ayuntamiento, sin olvidar la inestimable ayuda de las Diputaciones y otras entidades supramunicipales; a nivel regional, por ser un nivel de gestión muy interesante y presente en casi todos los estados de cierto tamaño, con capacidad para manejar importantes presupuestos y destinarlos a proyectos enfocados en todo o parte de su territorio, donde puede ser eficiente la coordinación entre varios municipios o provincias para abordar problemas comunes; a nivel estatal, donde se suelen diseñar programas y políticas financiadas por el gobierno, que en ocasiones también actúa como cauce de canalización de los fondos y las políticas supranacionales, como ocurre en Europa; finalmente, a nivel internacional, donde la colaboración entre diferentes países, pertenezcan o no a las mismas asociaciones, permite compartir las mejores prácticas e implementar soluciones globales.

4. Cuándo (When). Es decir, ¿cuándo, en qué momento, debe implementarse la innovación pública?

Como ya hemos indicado, la innovación en el sector público es un proceso continuo en el que, en teoría, llevamos décadas involucrados, pero ciertamente hay momentos clave que impulsan su necesidad: durante las crisis, con el recuerdo aún reciente de la pandemia, que nos obligó a dar respuestas rápidas y adaptativas ante necesidades de servicio inéditas; en periodos de cambio tecnológico, un cambio que también es constante pero que en ocasiones se ve desbordado por la aparición de una nueva y potente tecnología capaz de mejorar de forma exponencial la eficiencia y la calidad de los servicios, como es el caso de la IA; ante la aparición de nuevas demandas de la ciudadanía, cuando en un momento de evolución o cambio social las expectativas de los ciudadanos se elevan y demandan mejores servicios; etc…

5. Por qué (Why). Por si hubiera dudas, ¿por qué es (tan) importante la innovación pública?

La organización y el funcionamiento de la administración pública se rige por una serie de principios que, por desgracia, no siempre se cumplen. Aquí es donde la innovación es crucial por varias razones, pero fundamentalmente porque permite alcanzar de manera mucho más efectiva dichos principios. Por ejemplo: mejora de la eficiencia, porque la innovación permite hacer más con menos recursos; mayor transparencia, porque deja un rastro electrónico de las actuaciones al tiempo que facilita el acceso a la información y la participación ciudadana; mejora de la calidad de los servicios, ya que propicia que los servicios públicos respondan de manera más precisa a las necesidades de los ciudadanos, e incluso permite personalizarlos; capacidad de adaptación (últimamente llamado «principio de resiliencia»), porque ayuda a las administraciones a adaptarse rápidamente a cambios y desafíos imprevistos, un tipo de suceso por desgracia cada vez más habitual.

Podríamos seguir escribiendo y describiendo, desarrollar más estas ideas, pero la innovación pública no es teoría, es pura realidad. Entre un sinfín de ejemplos prácticos podemos citar el proyecto «GovTech» en Singapur, que utiliza tecnologías avanzadas para mejorar la eficiencia de un amplio catálogo de servicios públicos, desde el transporte hasta la atención médica; el programa «e-Residency» de Estonia, una iniciativa del gobierno estatal que colabora con empresas tecnológicas y la propia ciudadanía para ofrecer un servicio de residencia digital; el proyecto «Smart City» en Alzira, que fue capaz de sensorizar servicios e infraestructuras públicas en una etapa muy temprana, siendo una ciudad pionera en este tipo de proyectos, mejorando así la calidad de vida de sus ciudadanos; el uso de la IA en servicios de primera magnitud como sanidad y seguridad pública, que maneja datos a gran escala y diseña modelos predictivos que permiten actuar de forma preventiva y literalmente salvar vidas; o la utilización de big data y, nuevamente, el análisis predictivo en los servicios de emergencia para mejorar la respuesta a desastres naturales, como hace el sistema de gestión de emergencias de Nueva York.

En definitiva, la innovación en la administración pública es un proceso fundamental para mejorar la eficacia, eficiencia, transparencia y calidad de los servicios que presta la Administración. Se trata de un proyecto complejo, pero irrenunciable en el momento actual del servicio público. La previa es comprender en qué cosiste dicha innovación, donde la vieja técnica de las 5 W nos proporciona una vez más un marco claro para apreciar su alcance, actores involucrados, ámbitos de aplicación, momentos adecuados para su implementación y razones fundamentales que la avalan. Al aplicar este enfoque, las administraciones públicas pueden planificar y ejecutar mejor sus estrategias innovadoras, asegurando un impacto positivo y duradero en la calidad de vida de las personas y en la eficiencia de los servicios públicos que son de su competencia. El reto vale la pena. Mucho ánimo.

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