Durante el primer tercio del siglo XVII, la sociedad holandesa enloqueció por los tulipanes de bulbos policromos. La flor del tulipán se volvió multicolor, y esa belleza exótica y desconocida produjo una demanda exagerada en los mercados, de modo que la tendencia alcista de los precios fue imparable. Lo aleatorio de cada flor, lo irrepetible de cada una, disparó de modo desorbitado el precio que se pagaba en el mercado de los tulipanes. Ello fue aprovechado rápidamente por los mercaderes más avispados, que descubrieron una fuente de dinero fácil. Además, se dieron cuenta que la flor que hoy valía mil florines, en quince días se conseguía vender por dos mil. Ello provocó que el capital se dirigiera en riadas hacia ese mercado, y se comenzó a invertir en tulipanes, creándose un comercio especulativo en torno a dicha flor. Los compradores se multiplicaban, y se endeudaban para poder invertir en tulipanes. Incluso se llegó a crear un mercado de futuros a partir de bulbos aún no recolectados: ello permitía traer capitales del futuro para continuar el juego en aquel presente. Se trataba así de determinar el precio correcto que debía pagar un mercader para tener derecho a comprar en el futuro una cantidad determinada de tulipanes multicolores. Un gran riesgo para comprador y vendedor, pues cualquier leve variación en el mercado podía ser letal. El negocio pasó a ser el de los créditos que se iban generando entre los agentes, más que el de la propia flor. Pero se sustentaba en la fe ciega de que el tulipán valía lo que la gente creía que valía. El tulipán comenzó a cotizar incluso en la Bolsa de Valores de Amsterdam. Todos invertían en ellas, desde la alta burguesía hasta el más modesto artesano. A primeros de 1637 la demanda comenzó a encogerse. El 6 de febrero de 1637, el mercado se colapsó y el precio del tulipán cayó en picado. El pánico cundió entre la gente y pese a los esfuerzos de los vendedores, dejaron de comprarse los tulipanes. Los créditos concedidos eran muy superiores a lo que comenzaron a valer las flores, y el entramado financiero creado comenzó a derrumbarse de forma estrepitosa. Se habían comprometido deudas enormes por algo que había dejado de valer lo que se creía. La economía holandesa se hundió, y las Compañías y los mercaderes entraron en bancarrota. Las dificultades no fueron menores para los gobiernos de las ciudades holandesas de la época.
¿Les suena esta historia?
La crisis financiera global de 2007-2008 tiene como una de sus bases destacadas la burbuja inmobiliaria y la fiebre especulativa experimentada en torno al mercado de la vivienda. A partir de la crisis de las hipotecas subprime, el pánico de la recesión económica se ha extendido por todo el mundo. Y afecta a todos los sectores.
¿Cómo algo tan lejano como esas hipotecas subprime puede afectar al más pequeño de los Ayuntamientos? En las estructuras de personal, el impacto va a ser muy claro. Se habla de congelación de salarios de corporativos y altos cargos, como primer plato. El Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2009, en su artículo 23.1º (de naturaleza básica) establece que “Durante el año 2009, el número total de plazas de nuevo ingreso del personal del sector público delimitado en el artículo anterior será, como máximo, igual al 30 por 100 de la tasa de reposición de efectivos y se concentrará en los sectores, funciones y categorías profesionales que se consideren prioritarios o que afecten al funcionamiento de los servicios públicos esenciales. Dentro de este límite, la oferta de empleo público incluirá los puestos y plazas desempeñados por personal interino, contratado o nombrado en el ejercicio anterior al que se refiere la letra a) del apartado 1 del artículo 10 de la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, excepto aquellos sobre los que exista reserva de puesto, o estén incursos en procesos de provisión (…)”. No obstante, “Por lo que respecta a la cobertura de las plazas correspondientes a seguridad aérea, a Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, a las correspondientes a aquellas Comunidades Autónomas que deban efectuar un despliegue de los efectivos de Policía Autónoma en su territorio y, en el ámbito de la Administración Local, a las correspondientes al personal de la policía local, el límite máximo será del cien por cien de la tasa de reposición de efectivos”. Asimismo, durante el año 2009 “no se procederá a la contratación de personal temporal, ni al nombramiento de funcionarios interinos del artículo 10.1 de la Ley 7/2007, en el ámbito a que se refiere el apartado Uno del artículo anterior, salvo en casos excepcionales y para cubrir necesidades urgentes e inaplazables. En cualquier caso, las plazas correspondientes a los nombramientos a que se refiere el artículo 10.1.a) de la Ley 7/2007 (esto es, plazas vacantes cuando no sea posible su cobertura por funcionarios de carrera) y contrataciones de personal interino por vacante computarán a efectos de cumplir el límite máximo de la tasa de reposición de efectivos en la oferta de empleo público correspondiente al mismo año en que aquéllos se produzcan y, si no fuera posible, en la siguiente oferta de empleo público, salvo que se decida su amortización”. Esta drástica reducción “resulta congruente con la actual coyuntura”, según la Exposición de Motivos del Proyecto de LPGE.
Ante la escasez, se impone de modo uniforme desde el Estado al sector público esta limitación al amparo de los artículos 149.1.13 y 156.1º de la Constitución. “Las Leyes de Presupuestos de las Comunidades Autónomas y los Presupuestos de las Corporaciones locales correspondientes al ejercicio del año 2009 recogerán los criterios señalados (…)” (artículo 23.5º del Proyecto). Ello supone la imposición de una medida global (e indiscriminada) de racionalización de las estructuras de personal: se congelan directamente las posibilidades del reclutamiento de nuevo personal. Es cierto que muchas plantillas locales se encuentran sobredimensionadas. Sin embargo, aquellos municipios que hayan actuado de forma correcta en los últimos años, y las tengan ajustadas, pueden atravesar serios problemas a la hora de prestar los servicios a los que están obligados. Igualmente en municipios de tamaño pequeño o mediano, que cuenten con algunos funcionarios al borde de la jubilación, lo que puede llevar al colapso administrativo. Los servicios de protección y extinción de incendios y salvamento (municipios más grandes) pueden también verse afectados seriamente.
Por otro lado, estos recortes suponemos que se complementarán en cada Administración con medidas restrictivas, según las necesidades, a través de Planes de Ordenación de Recursos Humanos. Los recortes en el Capítulo de Personal racionalizarán el gasto, pero tienen un efecto que tampoco cabe desdeñar: el envejecimiento progresivo de las plantillas, y la falta de incorporación de jóvenes efectivos, cuyo impulso siempre es necesario. Todo ello debiera tenerse en cuenta.
Por cierto, y para acabar, un simple apunte final, que tal vez desconozcan: la causa de la exótica policromía de los tulipanes, que condujo finalmente al derrumbe económico comentado, fue un microscópico virus transmitido a la flor por un pulgón.
a recoger pequeños retazos del genial artículo en el blog de administracionespublicas.com, Espublico.es de Rodrigo Ortega Montoro, titulado: