La influencia del deporte en nuestras vidas

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La influencia del deporte en nuestras vidasEs sorprendente la influencia que tiene el deporte en nuestras vidas y la facilidad que tenemos para adaptarnos y aprender las reglas de cualquier modalidad deportiva que se ponga de moda, de manera que si mostráramos la misma habilidad en nuestro rendimiento laboral situaríamos al país en el más alto nivel de competitividad sin el menor esfuerzo.

Utilizamos el argot deportivo con una familiaridad y seguridad insuperables por deportistas profesionales y  periodistas deportivos.

Ahora todos sabemos que el piano no es únicamente un instrumento musical, sino que son esos trocitos de paso de cebra que existen en las curvas de los circuitos de velocidad y que ir a rebufo no es irse a pasar el fin de semana a un pueblo con el mismo nombre, como decían en el anuncio.

Es tal el grado de implicación que asumimos con cualquier clase de deporte que nos lleva a comprobar cómo, cualquier domingo a la hora del aperitivo, abnegados padres de familia, enfundados en flamantes chándales oficiales de equipos profesionales, celebran alborozados ante el estupor de sus pequeños vástagos el que un tipo finlandés pierda una rueda de su coche mientras circula a más de 300 kilómetros por hora, porque favorece a nuestro flamante campeón español. Ya se sabe que en este país hemos sido de siempre de Renault o McLaren y que si el finlandés se estampa contra un muro de protección y se hace picadillo son gajes del oficio.

Ya no es que nos alegremos de los triunfos del equipo de nuestros sueños, es que consideramos que hemos ganado nosotros en persona y nos sentimos superiores a aquellos que tuvieron el error de hacerse seguidores de equipos perdedores, hasta el punto de hacerles la vida imposible y tratarles como seres de una raza inferior, aunque nuestro único mérito haya sido apuntarnos a caballo ganador e insuflar nuestros ánimos a los jugadores desde el sillón sin dar una patada ni a un bote.

Pero me temo que  mi grado de abducción deportiva está alcanzando niveles preocupantes, por lo que, a continuación, transcribo una hoja de mi diario de un día cualquiera al azar, por si alguien pudiera diagnosticar si mi situación es recuperable o si mi visión deportivo-dependiente de la vida es irreversible.

“Esta mañana me levantado muy temprano y, después de un desayuno rico en hidratos de carbono, he escuchado las predicciones meteorológicas en la radio para reunirme con mi mujer en la cocina y decidir si el desplazamiento al trabajo lo hacía a una o dos paradas.

En la reunión de la cocina hemos decidido descartar los slicks y mantener el juego de neumáticos intermedios que están montados en el coche porque iba a perder media mañana entre ir a comprarlos y cambiar todas las ruedas del coche.

Después de la reunión, como mi mujer ha decidido que me marchara con el depósito de gas-oil medio lleno para mejorar mi deplorable salida del semáforo de al lado de casa donde me adelantan, incluso, los usuario del carril bici, he parado en la gasolinera de la R-3 a cargar combustible, pero la parada ha sido un desastre, ya que he tardado más de 20 minutos porque al ir a pagar había delante de mí un señor comprando media tienda Repsol, por no incidir sobre la intolerable circunstancia de me haya tenido que mirar yo mismo la presión de los neumáticos, ante la falta de mecánicos en lo boxes.

Además me he dado cuenta de que el empleado de la gasolinera no podía contener la risa al ver los tablones que llevo atados en el techo del coche a modo de alerones con el fin de lograr una mayor carga aerodinámica.

Total, que todos lo coches a los que había adelantado en la cuesta abajo anterior a la gasolinera jugándome el tipo y el carné de conducir y ganándome toda clase de improperios, me han dejado atrás, pero he logrado alcanzarlos en la cuesta de Arganda todos modositos en fila india detrás de la patrulla de la guarda civil que los iba reteniendo como si se tratara del safety car.

Al llegar al Ayuntamiento me he reunido con mi Alcaldesa y le he entregado las estadísticas de la última sesión. La Alcaldesa me ha dicho que en la subdelegación de gobierno están perdiendo la paciencia porque les remito este documento en lugar de las actas de la sesión. Que sabrán los de la subdelegación del gobierno. La estadísticas encierran mucha más información que la fría redacción de los acuerdos alcanzados por el Pleno. Así, por ejemplo, podemos saber que en la última sesión el equipo de gobierno tuvo un 60 % de posesión de la palabra frente al 40 % de los grupos de la oposición, aunque tan amplia posesión no le sirvió para alcanzar la victoria ya que tan solo logró materializar 4 de los 8 acuerdos propuestos. Además la Alcaldesa tuvo muchos más errores no forzados que los líderes de la oposición. Varios concejales han quedado sin calificar porque apenas intervinieron en los debates.

La Alcaldesa me ha dicho, también, que está siendo muy criticada en las altas instancias por la práctica que hemos adoptado, a instancia mía, de citar a las sesiones a los concejales suplentes para poder introducir cambios en la formación de concejales titulares por cuestiones tácticas en función del desarrollo de lo debates. Además, algunos concejales suplentes se quejan cuando se les tiene calentando durante todo el Pleno y, finalmente, no intervienen en él.

A la salida de la reunión con mi Alcaldesa me estaba esperando un vecino en mi despacho que se quejaba amargamente de que aún no se le había concedido la licencia de obras que había solicitado hace ya varios meses. Como quiera que no ha aceptado mis argumentos para justificar la tardanza,  me he visto en la obligación de mostrarle una tarjeta roja que acostumbro a llevar en el bolsillo superior de la chaqueta ante sus airadas protestas y los insultos dirigidos contra mi persona. He levantado acta de lo ocurrido y la remitiré al Comité de Competición. Es cierto que el Comité de Competición me viene devolviendo las actas, significándome que no aciertan a comprender cual es su competencia para sancionar los actos que pongo en su conocimiento, pero tengo pensado recurrir sus reiteradas negativas ante el Comité español de Disciplina Deportiva.

Ante de marcharme a casa he dejado ultimado un informe en relación con el cuadrante de previsiones de guardias de la policía local para las fiestas locales. Me he inclinado porque en el control de los conciertos se utilicen policías medios centros que son mucho más defensivos que los carrileros que, en mi opinión, deben reservarse para vigilar los encierros. Además he apostado porque en los encierros la policía haga vigilancia individual, mientras que en los conciertos utilicen una zona press. El cabo de la Policía local no ha logrado salir de su asombro cuando ha leído mi informe.

Después del trabajo he llegado a casa bastante tarde porque he sufrido una pájara como consecuencia de saltarme el control de avituallamiento matinal, pero es que se están poniendo carísimos los menús y tengo que ahorrar para poder comprarme un chándal con el que bajar los domingos a ver la formula 1 y pasar inadvertido entre los parroquianos de los bares del barrio.

Me he marchado temprano a la cama mientras mi mujer se ha quedado con el GPS para ver si consigue extraer algunos datos de telemetría para analizar si mañana puedo tardar algo menos en llegar a trabajar, ya que he recibido algunas advertencias sobre mis incumplimientos del horario laboral.

Antes de dormirme intentaré hojear una revista de tiendas Aurgi  por si tuvieran algún difusor trasero en oferta, eso sí completamente legal, para llegar antes a trabajar porque, la verdad, no confío mucho en que a la vista de la telemetría pueda mejorar mucho los reglajes del coche”.

Por último, es obligado, aún cuando me declaro seguidor del Real Madrid a pesar de que, como comentan mis allegados, estoy perdiendo la afición por el fútbol al que ya no considero un deporte sino un negocio del espectáculo, felicitar al Barcelona por su triplete y por hacernos disfrutar a los que todavía sentimos placer cuando vemos practicar un deporte como un arte.

2 Comentarios

  1. jajajaja la verdad es que es bueno el artículo, cuando lo escribiste debiste despertarte ingenioso la verdad, le has puesto una sonrisa a mi mañana de viernes 😀

  2. El deporte-espectáculo es uno de los instrumentos políticos más potentes para la idiotización y pastoreo de las masas, bien lo sabían los romanos con su «Pan y Circo». Dedicarse a lo superfluo también puede ser una forma de robar a los demás. Una persona con dos dedos de frente se tendría que quedar estupefacta, cuando pone las Noticias en la Tele y lo 1º que sale allí son los trajines del Fútbol, las carreras de coches contaminantes o las hazañas de los que dan con un palo a una bola, pero no dan un palo al agua, mientras se llevan millones de euros los «metidos en el ajo» que irán a paraísos fiscales y no a donde los necesitan millones de personas que mueren por falta de cosas elementales.

    «Hay que ser utópico porque la realidad es increíble» ARISTOTELES.

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