Lo que hay que hacer para salir de la crisis… (I)

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Lo que hay que hacer para salir de la crisis… (I)La crisis no va a remitir en 2010, sobre todo para los Ayuntamientos. Como dijimos: “Dios nos libre de la pedantería de afirmar que sabemos exactamente qué hacer para salir de esta crisis que afecta a todas las personas. Entre esas personas (jurídico-públicas) se encuentran los Ayuntamientos, en los que visiblemente encontramos las mordeduras del monstruo Recesión. Repito que no sé exactamente qué es lo que hay que hacer, pero… ¿y si empezamos no haciendo lo que no hay que hacer?” No pretendemos ahora dar una vuelta de tuerca para adentrarnos en la especulación y en el sabelotodismo teórico (no suele coincidir con el práctico) de adoctrinar con lo que hay que hacer a modo de receta de cocina. Sin embargo sí vamos a dar o indicar algunas pinceladas de medidas concretas que, bien implementadas, no pueden empeorar la cosa. Nuestros cinco apartados son “Gestión económico-financiera”, “Economía organizativa”, “Utilización de las nuevas tecnologías como instrumento al servicio del principio eficiencia”, “Gestión de recursos humanos” y “Moderna gestión contractual”. Allá vamos:

1. Gestión económico-financiera.

1.1 Presupuestos. Afirmar que los presupuestos deben ser austeros no es descubrir América, pero no está de más recordarlo. Sé que no es fácil, pero hay que intentar llegar a un consenso entre el servicio y el gasto público, sin que se resienta ninguno de los dos. En cuanto a los Proyectos de Inversión, habría que reducirlos a los que puedan aportar un valor añadido (es decir, los que se amorticen solos).

1.2 Endeudamiento. No hay que tener complejos a la hora de llegar a los límites máximos de endeudamiento que permiten la Ley de Haciendas Locales y el Real Decreto Ley 5/2009, de 24 de abril, por el que se autorizó a los ayuntamientos y otras entidades locales a realizar operaciones de endeudamiento para financiar su déficit de tesorería a 31 de diciembre de 2008 (incluyendo las facturas pendientes con empresas y autónomos). Al fin y al cabo no es culpa nuestra que estemos en crisis… No obstante apuntamos un importante peligro en este apartado: el abuso en la refinanciación de la deuda. Es un callejón sin salida.

1.3 Haciendas Locales. Es cierto que la subida de impuestos municipales es una medida francamente impopular y electoralmente negativa de cara a los comicios de 2011, pero los impuestos estatales nos los suben constantemente (el famoso “esfuerzo fiscal basado en el principio de solidaridad”) y tenemos que aguantarnos. La Ley de Haciendas Locales establece unos tipos máximos para cada impuesto, así como posibles tasas. Tales posibilidades dan bastante juego, y serán impopulares pero perfectamente legales.

2. Economía organizativa.

Tenemos que prestar un sinfín de servicios públicos y no públicos: los “mínimos” del art. 26 LBRL y bastantes más impuestos por el Estado de bienestar (¡cómo sufre este “Estado” en tiempos de recesión!). Sin embargo, como hemos afirmado en numerosas ocasiones, el abanico en cuanto formas de prestación de los servicios públicos es amplísimo: todas las modalidades de gestión indirecta atribuyen el riesgo económico al contratista-concesionario (en todo o en parte), mientras que la integración supramunicipal aparece muchas veces como el escenario idóneo para la prestación de determinados servicios comunes a varios municipios normalmente limítrofes. En cuanto a la creación de entes dependientes (OOAA, EPE y sociedades mercantiles de capital íntegramente municipal, todas ellas formas de “gestión directa”) nuestro criterio es el análisis ad hoc a fin de determinar en cada caso concreto si esta es la fórmula idónea.

3. Utilización de las nuevas tecnologías como instrumento al servicio del principio eficiencia.

La llamada “Administración electrónica” tiene un coste, pero más psicológico (cultura del cambio) que económico. Además, las ayudas empiezan a llegar (Estado, CCAA, Diputaciones…). En cualquier caso la LAESP nos dice que es obligatorio prestar los servicios públicos mediante medios electrónicos, así que nos guste o no hay que hacerlo. Pero lo haríamos más convencidos si creemos (y hay una sólida base para creerlo) que a medio plazo tal manera de actuar ahorra recursos. Los detractores dicen que muy pocos ciudadanos interactuarán con la Administración desde las sedes electrónicas y que la gente prefiere seguir yendo a “hacer cola” por lo que esto de la “e-Administración” es una falacia. Pero hay dos argumentos muy potentes que rebaten tal opinión:

            a) El porcentaje de ciudadanos usuarios de los servicios electrónicos cada vez será mayor, hasta que dentro de una década (no es tanto tiempo) se generalice tal modus actuandi.

            b) La Administración es opcionalmente electrónica de puertas hacia fuera, pero totalmente electrónica de puertas hacia dentro. Los ciudadanos siempre tendrán la doble posibilidad, pero los funcionarios vamos a utilizar “sí o sí” los medios electrónicos. Insisto: ahorrará tiempo y, a los efectos de este comentario, dinero.

4. Gestión de recursos humanos.

¿La Organización tiene la estructura de personal que debe tener? ¿Está bien organizada la asignación de funciones? ¿Todo el mundo tiene “faena”? ¿Todos hacen lo que se suponen que tienen que hacer? ¿Hay puestos obsoletos o “a amortizar”? ¿Hay necesidades técnicas y por lo tanto de puestos técnicos? ¿Abusamos de la contratación laboral? ¿Y de los contratos administrativos de servicios (antes de asistencia técnica y consultoría)? ¿Hay algún Departamento “sobrado” y algún otro “cojo”? ¿Un auxiliar con excelente preparación debe “desaprovecharse” en tareas exclusivamente mecanográficas? ¿Qué es un Directivo Público? ¿Sirve para algo? ¿Cómo se distribuyen los conceptos variables de la nómina? ¿Es correcta nuestra RPT? Como ya dijimos una vez, si hay algún ámbito en el que tienen sentido los Planes estratégicos es el de los Recursos Humanos.

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Secretario de la Administración Local, categoría superior. Máster en Nuevas Tecnologías aplicadas a la Administración Pública. Máster en Planificación estratégica. Secretario General del Ayuntamiento de Alzira. Vicepresidente responsable de Nuevas Tecnologías del Consejo General de COSITAL. Miembro del equipo técnico de las Comisiones de Modernización, Participación Ciudadana y Calidad; y de la Sociedad de la Información y NNTT de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Vocal de UDITE (Federación Europea de Jefes Ejecutivos de Gobiernos Locales). Miembro de la RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes). Miembro del Grupo de Trabajo del Comité Sectorial para el Documento, Expediente y Archivos Electrónicos de la Administración General del Estado. Autor de numerosas publicaciones. Medalla de la Vila del municipio de Picanya (Valencia). Premio al innovador público del año 2015. Premio NovaGob Excelencia 2015 al mejor Blog (Nosoloaytos).

4 Comentarios

  1. En general estoy de acuerdo, salvo con el punto 1.2, porque lo de endeudarse hasta el límite máximo legal, debe estar muy justificado, cuando se hace con «polvora del Rey» (y no con dinero propio de cada uno), es decir: con dinero público que debe servir a los intereses generales y no a los intereses particulares de las entidades locales. También me parece demasiado «alegre» decir que: «no es culpa nuestra que estemos en crisis». Si estamos hablando de los Ayuntamientos españoles, se impone un mínimo ejercicio de autocrítica. Para discursos triunfalistas, complacientes, sobrados de «dignidad» institucional y llenos de fraseológia tecnocrática y pseudomoderna (liderazgo, desafíos y oportunidades, retos de futuro, nuevas apuestas, etc.), ya tenemos a los Alcaldes de grandes poblachos.

    Especialmente interesante resulta en cambio, el apartado 4, pues las preguntas que se plantean ahí son realmente necesarias y oportunas, aunque se puedan formular muchas otras, incluso de mayor calado. Pero desde luego, en eso hay «mucha tela que cortar» empezando por el gorro y acabando en los calcetines. No obstante, hay una cuestión previa, por encima de todas y es: ¿A quién vamos a formular todas esa preguntas, si ya no hay ni siquiera un Ministerio de Administraciones Públicas? o bien: ¿Preguntaremos a los propios lobos por qué se comen a las ovejas?

  2. Totalmente de acuerdo con el anterior comentario…..el quid está en el punto 4.
    Pero quién le pone el cascabel al gato??
    Los interinajes eternos y enchufismos varios en los Ayuntamientos (españoles…muy bien el matiz del Señor González Benito) quién los corta??..o hacemos tábula rasa y nos pasamos la igualdad, el mérito y la capacidad otra vez más por el Arco del Triunfo??…

    O aver qué partido se atreve a decirle a su correspondiente reyezuelo o cacique local que ya no va a cobrar más que el Presidente del Gobierno…..

    También está el misterio de la financiación una vez que el modelo productivo hispano basado en el ladrillo se ha acabado….a ver quién recorta ahora servicios, con una ciudadanía idiotizada y anestesiada que llama al Ayuntamiento hasta para que le bajen un colchón a la calle….

  3. Si no hay ciudadanos en el Pueblo, sino súbditos políticos o meros administrados, habrá Caciques en el Gobierno; pero también en la Administración Pública, que seguirá siendo un coto inexpugnable, donde no entre la Democracia.

    No podemos seguir tolerando que los políticos quiten y pongan, premien y castiguen, a los directivos, gerentes y técnicos de los servicios públicos, sin que la ciudadanía que los recibe, sufre y paga, pueda decidir nada.

    Si no actuamos con firmeza, esto puede ir a peor y España se puede ir pareciendo cada vez más a países como Marruecos, donde Licenciados en Derecho con informática y 5 idiomas, no pueden trabajar dentro de la Administración Pública, si no tienen contactos e influencias.

  4. No me resisto a transcribir unas frases extraidas de un trabajo de Félix Montiel, titulado «El ciudadano y el administrado» que me han parecido reveladoras:

    «Se comprende que tantas veces y en tantos Estados sea tan ilusoria la condición participadora del hombre común en los destinos del país. Se comprende que en tantas ocasiones el elector se desentienda de su responsabilidad y contemple con desconfianza o con indiferencia la fuerza teórica que la Constitución le otorga. El hombre acaba por no creer en el voto……Y como no cree en el voto, lo vende, comercia con él, lo cambia por un favor, lo regala a un amigo y no vota.»

    «Al pueblo «soberano» se le halaga en estos días como a un gran Señor vanidoso, se le compran bombones como a un niño, se le engaña como a un aldeano ignorante, se le atrae con prebendas como a un viejo zorro, se le asusta como a un pequeño burgués, se le excita como a un histérico, se le hacen proposiciones deshonestas como a una mujer ligera, se le hace creer, en fin, como a un ególatra, que en sus manos está el destino de la Nación.»

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