¿Los políticos como problema?

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¿Los políticos como problema?

Sorprendente, una de las últimas encuestas realizadas y publicadas por el CIS indica que la tercera mayor preocupación para los españoles son los políticos o, por ser más exacto, la “clase política”. Bien es cierto que la preocupación está a bastantes puntos de distancia de la primera preocupación, que es el paro y de la segunda, que es la crisis económica, pero no deja de sorprender que la existencia de políticos sea más preocupante para la ciudadanía que un posible atraco al doblar la esquina o el problema de la vivienda. Los curiosos pueden examinar la encuesta en http://www.cis.es/cis/opencms/-Archivos/Marginales/2840_2859/2843/e284300.html

Una atenta lectura de la encuesta revela sin lugar dudas el desánimo general que existe. Existe una depresión social generalizada si es que algo así puede existir. Además todos los líderes, estén en el poder o en la oposición y sin distinción, suspenden sin ambages en la valoración que los ciudadanos hacen de ellos.

Y precisamente, me ha inquietado que una de las mayores preocupaciones ciudadanas sea que haya políticos. O mejor dicho y para ser más exacto, “la clase política, los partidos políticos” como se dice literalmente, es el tercer gran problema, después del paro y de los problemas de índole económico.

No se pueden concluir más que dos cosas posibles: a) Que por fin haya triunfado el espíritu de Bakunin y Montseny y todos deseemos un no-sistema anarquista. b) Que los ciudadanos estén hasta el gorro de las personas que detentan el poder o aspiran a ello o mejor dicho, de su comportamiento.

Evidentemente parece más probable la segunda de las opciones.

Sin embargo los políticos son necesarios, negarlo es absurdo. Alguien debe ser elegido democráticamente y debe dirigir el país, la comunidad, la ciudad, el pueblo, hay que tomar continuamente decisiones de convivencia. Pero estas personas tienen la reputación por los suelos, lo que es normal. Cuando los problemas crecen cada día y el ciudadano se queda en el paro o pierde poder adquisitivo o se empieza a preocupar seriamente, dirige un sentimiento de ira hacia otros. Piensa que él estaba trabajando, estaba haciendo las cosas bien y de repente se ha visto en la calle, no comprende eso de la crisis financiera global, el problema bancario o la burbuja inmobiliaria. Lo único que de repente tiene, es nada. O, en el mejor de los casos, mucho menos de lo que tenía. Y a continuación piensa otras dos cosas: a) Los españoles debemos ser los más tontos del mundo mundial ya que doblamos la media de paro de la UE, somos los últimos. Y alternativamente, b), si no admitimos que somos más tontos que nadie, es que los que tienen que crear las condiciones para que se cree riqueza lo están haciendo fatal. Y dirige su pensamiento automáticamente hacia la “clase” política (olvidando a veces que todos tenemos también nuestra responsabilidad). De inmediato ve que no son capaces de tomar las decisiones adecuadas para sacarnos del atolladero y que además viven muy bien, por lo que concluye que en realidad les importa un pimiento –con perdón- si el ciudadano es más pobre o se ha quedado en el paro. Sólo harán aquellos que les asegure votos o dicho de otra forma, le mínima pérdida de votos. Lo que les importa es, en primer lugar y por encima de todo es mantenerse en el poder. Y segundo, mantener cuantas más ventajas, mejor. Esta creo que puede que sea la visión generalizada que tiene el personal de la situación. Algo tendríamos pues que hacer para volver a valorar positivamente a quienes nos dirigen, aunque los primeros que deberían quizás hacer algo son ellos mismos.

Así que nos encontramos con que los ciudadanos caen en la desesperanza, no creen que haya dirigentes capaces de gobernar con sentido común y en beneficio de todos. El derrotismo y el pesimismo se ha adueñado del personal. Siendo que los políticos son absolutamente necesarios, se llega a considerar que lo mejor que saben hacer es nada. Primero el sistema nos arruina y luego nos socorre. Hasta que no haya ya con qué socorrer a nadie.

8 Comentarios

  1. Esta claro, es una relación causa efecto.

    El ppal problema es el paro y como causante directo aparece en segundo término la crisis económica. El siguiente paso consiste en colocar a la clase politica, que los ciudadanos sienten como culpables de los problemas de nuestra sociedad.

    Desde el punto de vista optimista, siempre aparecerá la clase politica en posiciones altas, pues de haber problemas y retos relevantes, serán los gestores del ambito publico-adminitrativo para reunion.

    Quizas deberia el modelo ser mas natural, sin orientar las respuestas y separando causas de efectos.

    Desde el punto de vista pesimista la fuerte tendencia a que la posión de la clase politica sea peor. Poco a poco, pero la ciudadania va teniendo una mayor capacidad de analisis reflexivo, critica. Sin duda se exige un cambio qud tarda, si es que viene.

  2. La solución al enorme paro es una buena ley laboral y sobre todo una reforma educativa en la FP y las medias que palíe el bestial fracaso escolar. Se ha aprobado una mala ley laboral que sigue teniendo 17 tipos de contrato laboral, y de lo otro ni se habla. La burbuja inmobiliaria tiene solución en el fomento del mercado de alquiler y el incentivo a las obras en segunda vivienda. Pues nadie dice nada. Ni Zapatero ofrece liderazgo político marcando estos objetivos, ni el hombre de la hamaca, anuncia nada parecido tampoco. La única solución es un batacazo electoral y abrir una crisis que exija la reforma de la ley electoral. Pero en las próximas elecciones todos van a volver a votar al PSOE para que no ganen los PP, o a los PP para que no gane el PSOE.

  3. Estimado Sr. Pérez, me sorprende su artículo, nada que ver con el anterior. Utiliza unas expresiones «cercanas» que la gente entiende y desde luego utiliza el rigor. Me alegra ver su cambio de tónica, respecto del anterior artículo, desde luego, mi más sincera felicitación por él, y por tratar un tema «espinoso» de una forma clara y concisa. Por último, coincido plenamente con vd. en el fondo del asunto.

  4. Creo que el Sr. Pérez Sarrión, con el que habitualmente estoy de acuerdo, en este caso no ha estado fino. Pienso sinceramente que el problema está en el defícit democrático existente en España. Un ejemplo para huir de los tópicos: las últimas regulaciones sobre la obligación de la administración de pagar sus deudas en un plazo de 30 días. ¿cómo que en un plazo?, la administración para contratar ha de comprometer el crédito y eso debe ser inamovible, cualquier interpretación que permita a la administración desviar los fondos es como aprobar una ley que permitiera a la administración incumplir la ley hasta un porcentaje determinado. La ciudadanía no sabe que existe el art. 9 o el 106 de la Constitución, pero tiene claro que esas situaciones son, por absurdas, intolerables y están en la base de sus problemas actuales.
    Y así ocurre con otros grandes ámbitoso, un poder judicial intervenido por el ejecutivo y el legislativo; una administración plagada de entes y sociedades instrumentales con el fin de huir de las garantías que el derecho administrativo exige en defensa del administrado o unos políticos que no responden de su gestión y se permiten irresponsablemente dejar las arcas públicas irracionalmente endeudadas.
    Todas esas razones, que son la punta de un iceberg, son las que a mi juicio hay que abordar en el día a día para que el ciudadano empiece a recuperar la fe en los políticos, porque el escepticismo a lo que puede llevar, esperemos que no, es un PRI o a un Hugo Chávez.
    Un saludo.

  5. Hay que distinguir entre una desafección o desistimiento de la población con respecto a la clase política, que es un fenómeno bastante generalizado en las pseudodemocracias occidentales; y otra desafección o desistimiento, con respecto a la política en general, que sería en mi opinión, una cosa todavía más grave y que también se da en alguna medida.

    De todas formas, y en el 1ª primer tipo de desafección o desistimiento, yo también veo, igual que Javier, una insuficiencia democrática, pues allí donde hay verdadera Democracia, como el pueblo se gobierna a si mismo, ya no se podrá quejar la gente de la existencia de unos atajos de bandidos ocupando las instituciones, saqueando las arcas públicas y convirtiendo en un caos todo lo que tocan. Al final, cada uno tendrá que dirigir la mirada y la posible crítica hacia uno mismo.

    Allí donde falta una verdadera Democracia, pero por lo menos hay una sociedad civil fuerte, con ciudadanos que toman las riendas de sus propias vidas y de lo colectivo, no se permite una «cártelización» tan intensa de la vida política por determinados Partidos, como la que se da en España, la cual ha de tener necesariamente, unas consecuencias en la Economía nacional. Podemos comparar, por ejemplo, los índices de desempleo que tienen países con sociedades civiles fuertes, como EEUU, Gran Bretaña y Australia, con los que hay en España (si bien habría que descontar la economía sumergida).

    Desde mi punto de vista, las anomalías en el funcionamiento del sistema político y en sus instituciones (Gobierno, Administración Pública, Administración de Justicia, etc.) retroalimentan problemas económicos particulares de la Sociedad española, como por ejemplo: baja productividad con altos salarios, salarios bajos con insuficientes y deficientes servicios públicos, inactividad económica, despilfarro e ineficiente uso de recursos, mala distribución de la riqueza, mala distribución del trabajo existente, desorden y falta de calidad en la educación académica y profesional, falta de movilidad laboral, etc.

    Por tanto, yo espero que alguna vez nos demos cuenta de que sanear a fondo la política y sus instituciones, no solo es un objetivo necesario por motivos de purismo ético, sino que también resulta ser una pre-condición o pre-requisito, para superar los problemas que la gente ahora considera como los más importantes del país, en las encuestas: el paro y la situación económica. En este sentido, ya detecto un indicio positivo y es el siguiente: hace unos años, la clase política figuraba en las encuestas, dentro de los principales problemas de los españoles, pero en una posición muy lejana de la 3ª que hoy ocupa. En un breve periodo de tiempo, sin embargo, ha escalado muchos peldaños la clase política, en estas funestas encuestas, y quizá pasado mañana sea percibida ya por la ciudadanía, como el primer problema para el progreso del país.

  6. No tengo tan claro que la segunda opción sea la correcta. Puede que bakunin y kropotkin no sean muy leídos, y puede que la cultura libertaria no haya alcanzado su zenit, pero está bastante claro que la idea de sistema sea rechazada cada vez más, visto lo visto. Porque no existe en el arco parlamentario solución a la corruptela cotidiana.
    Que sea necesario un lider que lo dirija todo, creo que también es incorrecto como análisis, y que sea posible que esa persona magnificiente, excelsa, extremamente honrada exista, es menos posible todavía.
    Lo cierto es que lo contrario (cooperativas de producción y de consumo, neutralización de las fuerzas de mercado por una economía solidaria, colectivización de empresas que van a la ruina, soluciones sociales a problemas económicos) existen y son, seguramente, la única solución. Algunos ejemplos están calando: desde el operador solidario guifi.net hasta las cooperativas de consumo y las cooperativas integrales (como en el caso de la catalana, que ya tiene un par de explotaciones rurales y un autocar) son algunas de las vías. A los bien-pensantes os parecen cosas utópicas, bonitos imposibles, pero lo cierto es que la necesidad hará que sean soluciones prácticas, como pasó en Argentina con las 200 fábricas recuperadas después del corralito. Hoy día hay muchas empresas que han optado por eliminar el beneficio empresarial y convertirse en cooperativas, pero existe mucho miedo a hacer operaciones de ese tipo. La fábrica de la Lois, por ejemplo, debería haber tomado ese camino, pero los propios trabajadores lo vieron demasiado arriesgado.
    En temas como el de la vivienda, por ejemplo, el asunto es inmensamente complejo. Ya no voy a hablar de la treta de las inmobiliarias que se están montando hoy día para convertirse en cooperativas (que, dicho sea de paso, son estupendas lavadoras de dinero negro) y así atraer capital especulativo. Está claro que el cooperativismo y los modelos de cooperativa de uso (como el de Sostre Cívic en Catalunya) son la vía a seguir, pero el suelo y el capital inmobiliario sigue funcionando en base a la corrupción y la especulación, así que es muy difícil recuperar edificios antiguos para gestionarlos en cooperativa de uso.
    Hay una cosa que, sin embargo, está clara y da ánimos para el futuro. Hace ya un tiempo los movimientos sociales se han puesto a trabajar no sólo en eslóganes bonitos y plantar cuatro hierbas, sino en crear alternativas reales. Hace falta mucho trabajo y muchas ganas, pero se están alcanzando algunas metas.
    A vosotros, que esperais al ángel salvador de todos los males, esto os sonará a chino, y diréis que eso no es política de verdad, porque miráis de arriba hacia abajo, pero los que miramos la economía y la política desde el ángulo contrario sabemos que otra manera de funcionar, política y económicamente, no sólo es posible, además es necesaria y urgente. Y somos unos cuantos los miles dispuestos a poner toda la carne en el asador. Si en vez de delegar en la «política» la planficación de nuestra vida cotidiana, la gestionáramos desde la individualidad y la colectividad, de forma sinérgica, otro gallo cantaría, y no hay muchas vías más que sean posibles de recorrer, ni terceras ni cuartas, Así que id navegando por el desierto, que los que sueñan han empezado a navegar

  7. Estoy esencialmente de acuerdo con los planteamientos de Javier, Francisco y de Ambrosio.

    Gracias por sus opiniones. Estoy de acuerdo con los planteamientos generales porque opino que una de las cosas más penosas y menos útiles para salir del pozo es que siempre sea otro el que tire de la cuerda. En este sistema todos esperan una solución externa, nadie asume que su propia vida es su propia responsabilidad (aunque sea dicho, hay casos y casos). No somos conscientes de que la responsabilidad empieza en uno mismo, independientemente de que la Administración debería favorecer y permitir el desarrollo personal y las condiciones para que la gente pueda desarrollar ideas y hacerse cargo de su vida sin demasiadas trabas… El caso que dice acerca de Lois es muy ilustrativo.

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