La Administración Local es, posiblemente, la más próxima de todas al ciudadano, siendo su gestión la que de forma más inmediata puede percibirse porque, en mayor o menor medida, la padecemos cada día al salir a la calle y desplazarnos por las ciudades con cualquier motivo. El problema está en que tal Administración está regida y gestionada, en más casos de los deseables, por políticos que hacen lo que les da la gana (al fin y al cabo por algo podemos definirlos como aquellas personas que deciden sobre todo aquello que desconocen), por funcionarios que hacen, en su mayoría, lo que pueden y les dejan, y por personal laboral que hace lo que le dicen aquellos a quienes deben el favor de vivir en la función pública, sin tener que haberse enfrentado al proceso de acceso que cualquier opositor ha de sufrir.
A lo largo del tiempo he tenido ocasión de comprobar, entre otros muchos aspectos, el importante desprecio que merecen los esfuerzos de todos aquellos funcionarios municipales que pretenden mejorar su formación y e intentar hacer las cosas lo mejor posible. Desde los niveles de responsabilidad en modo alguno se facilita la participación y asistencia continuada a cursos de actualización de conocimientos, de tal forma que el funcionario interesado ha de sacrificar parte de sus días libres y, además, soportar el coste económico de la formación, en función del tipo de formación de que se trate en cada caso, y ello por más que el conocimiento que se pretende esté directamente vinculado a la labor diaria del funcionario. Es más, a veces creo que hasta les molesta que haya personas interesadas en mantenerse al día y mejorar continuadamente, de hecho he conocido casos en los que se han modificado los cometidos que venían teniendo encomendados quienes habían obtenido determinados títulos de postgrado, justamente por la relación de lo aprendido con lo que había venido siendo el trabajo diario. Creo que a veces interesa más tener funcionarios sin interés que funcionarios formados, supongo que sigue estando prohibido “pensar”, por más que llevemos más de 30 años de pretendida democracia.
En una de mis últimas experiencias formativas (en la que se había permitido que impartiéramos docencia personas sin vínculo o interés alguno con el ente organizador), en esta ocasión financiada con fondos públicos procedentes de la UE, la selección de los funcionarios participantes la había hecho los responsables municipales y me encontré, en un curso sobre procedimiento administrativo sancionador y juicios rápidos, con un contratado laboral municipal cuya función era la de pintar la señalización de las vías públicas municipales, algo de lo que me enteré cuando no me quedó más alternativa que preguntarle por su trabajo concreto, ya que las dudas y preguntas que me planteaba eran de lo más peculiar y evidenciaban un total desconocimiento de la materia.
Menos mal que, en un total de 12 personas, al menos habían logrado asistir dos policías locales (que tenían que hacer turno de noche para poder así asistir al curso a partir de las 8 de la mañana) y una funcionaria responsable de la tramitación de expedientes sancionadores. Aparte de estas tres personas, el resto nada tenía que ver ni con el derecho, ni mucho menos desarrollaban funciones relacionadas, ni siquiera indirectamente, con la materia que estábamos tratando de explicar y revisar. En todo caso, del total de asistentes sólo un tercio tenía alguna formación universitaria.
La anécdota sirve para poner de manifiesto la alteración que ha sufrido a lo largo del tiempo la escala de valores en esto del funcionamiento de lo público, poco a poco hemos relegado la formación al escalón más bajo posible. Personalmente creo que esta es una más de las razones que explican la forma de hacer las cosas a nivel municipal y que permiten entender porque es tan patente la ignorancia de las normas jurídicas.
Al no reforzar la misión de los funcionarios que han accedido a tal condición tras un arduo esfuerzo y previa la obtención de la correspondiente titulación universitaria, hemos acabado por poner las cosas en manos de cualquiera (cuando tal cosa se me ocurre siempre pienso en que, al menos, todavía no nos hemos atrevido a poner a los mandos de un avión a alguien que no sea piloto).
En mi caso me interesa todo lo relacionado con el Derecho y creo que si algo debe conocerse en el ámbito municipal es, precisamente, el conjunto normativo aplicable. Su mal manejo y su desconocimiento sólo nos ocasionan a los ciudadanos molestias, ya que al fin y al cabo la Administración ha de sujetar todos sus actos a la Ley y al Derecho, como dice nuestra Constitución. Por tanto, es importante una correcta distribución de cometidos en función de la condición funcionarial y la correspondiente formación. El problema está en que cada vez más cualquier persona afirma sin rubor ser versada no sólo en fútbol, viajes, gastronomía y coches, sino también en Derecho y eso por el mero hecho de conocer algunos artículos de una Ordenanza o cualquier otro Reglamento, al que alguna vez se refieren utilizando la palabra “ley”.
Sea cual sea la sección, servicio, o negociado municipales, no puede pretenderse que la Administración funcione como es debido si “frenamos” a los capaces y damos cancha libre a quienes menos nivel de formación tienen, aunque probablemente el problema está en que los responsables políticos deambulan en la absoluta seguridad de ser titulares de una patente de corso. A lo mejor esta patente resulta oportuna en la medida en que no se haya superado la idea preconstitucional de tener por “enemigos” a tanto a los ciudadanos como a los funcionarios serios, formados y responsables.
Por último, no quisiera que pudiera pensarse que mis reflexiones son sólo de carácter catastrofista, nada más lejos de la realidad, ya que todos sabemos que en el ámbito municipal esta clase de cosas sólo pasa en contados casos y en muchas menos ocasiones, y que la actuación general es de absoluta probidad en todos los sentidos… o no?, al fin y al cabo mi experiencia es limitada y según parece mi fortuna también, de ahí que no pierda la esperanza de coincidir, en alguna actividad formativa, con ejemplos perfectos de buena organización de los que poder aprender.
El 4º párrafo empezando por abajo, me ha recordado la satírica definición que dio Karl Kraus de la Democracia (en su versión «moderna»), como un sistema en el que uno tiene derecho a ser esclavo de cualquiera.
ESTOY DE ACUERDO EN LA DESPROFESIONALIZACION DE LAS ENTIDADES LOCALES. HASTA AHORA CONTRATABAN LOS ALCALDES Y DESDE EL ESTATUTO CONTRATAN LOS QUE CONTRAT
ES BUENA IDEA LO DE ESCRIBIR LOS COMENTARIOS CON MAYUSCULAS: SE LEEN MUCHO MEJOR Y PODEMOS ENTENDER AL QUE TIENE ALGO QUE DECIR, SI LO DICE CLARO, COMO EN ESTE CASO.