Propuesta de organización administrativa

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A veces pueden plantearse propuestas utópicas. Pero al menos se escucha una música diferente. Es posible que este artículo tenga solo el gusto, por tanto, de “lo estético”, aunque nunca se sabe (¡!).

La propuesta que voy a hacer, sin embargo, tiende a la justicia social y piensa en la España vaciada; piensa en racionalizar los espacios y en obtener una mayor riqueza por todos. Se trata también de pensar en crear zonas diseñadas de forma apta para ser gobernadas administrativamente. Se hace eco -esta propuesta- de que en nuestro país la población desde hace décadas se ha trasladado a las provincias costeras, donde aquella se concentra. Hace falta hoy día hacerse eco ya de este fenómeno, hace falta un espacio administrativo que se haga eco del mayor problema que tiene España actualmente: la despoblación del interior por falta de una mejor organización administrativa, al menos más racional.

Las Autonomías, en su diseño actual, en ocasiones abarcan territorios costeros obviando el interior. Estamos ante espacios en vertical en el Mediterráneo o en horizontal en el Atlántico, en vez de espacios desde la costa hacia el interior o viceversa. Otras veces estamos ante territorios demasiado grandes (Andalucía, por ejemplo) y otras veces demasiado pequeños (La Rioja, País Vasco, Cantabria o Murcia, por ejemplo). El mapa autonómico actual nos propone que las zonas pobres del interior se junten entre sí para fomentar (y recrearse en) su pobreza. Esta es la solución que aporta dicho diseño. Basta con pasar de Burgos a Vizcaya, o de Castellón a Teruel o de Málaga a Jaén, para entender de qué hablamos. Y es posible que la propia Vizcaya, sacando aprovechamiento de este mayor espacio interior con ventajas geográficas, obtuviera por su parte mayor rendimiento. Aparte, se podría realizar un turismo costero-interior bien organizado, para el propio disfrute de los ciudadanos de la costa sobre el interior que permitiera la mayor rehabilitación del arte de las zonas del interior (si son parte de una misma zona, costa e interior, entonces esto es posible). El mapa autonómico está llevando a la ignorancia incluso del vecino (lo normal es que un vizcaíno desconozca por completo pueblos espectaculares, que tiene al lado, como Orbaneja del Castillo en Burgos). Por tanto, la “combinación interior-costa” permite además una planificación mucho mejor sumando las ventajas de la llanura con la orografía más compleja de la costa (dato que pasa desapercibido). Es decir, el mapa autonómico actual está pésimamente diseñado. La relación actual entre interior y costa no es racional, es una relación solo de pura emigración.

Las provincias de costa (todas), unas más y otras menos, tienen mayor pujanza o tirón económico que las del interior, a salvo de la única excepción de Madrid, que viene a ser (a los efectos de esta propuesta) lo mismo que las zonas “costeras”, diríamos. Conforme a esta propuesta, en estas nuevas Autonomías o Diputaciones (esto sería una pura cuestión terminológica) se pensaría en realizar un espacio distributivo racional de aprovechamiento y expansión desde la costa hacia el interior, sin perjuicio de establecer redes y concepciones del espacio más lógicas que las actuales. Dicha propuesta consiste, por tanto, en un mapa administrativo “autonómico” consistente en la «doble o triple… provincia» con Administración única que puede designarse Diputación o Comunidad Autónoma y con espacios más o menos similares de extensión y, sobre todo, combinando costa con interior. Además, dejarían de solaparse Diputación y Comunidad Autónoma y habría un espacio con superficie apta para ser gobernada. El mapa autonómico actual lo único que propicia es emigración. Pero, como los del interior son menos, su voz cuenta poco. Y cada vez menos. Así pues, esta propuesta piensa en la España vaciada y en todos en general.

 Las demarcaciones serían las siguientes: Alicante y Murcia con Albacete (territorio, el último lógicamente, que sufre la injusticia del mapa autonómico, con una situación para nada comparable con la situación de las dos mencionadas en primer lugar). Granada y Almería con Jaén (donde las reivindicaciones son de toda justicia), Málaga con Córdoba (tampoco son comparables las situaciones en una y otra provincia; y esto no es de recibo, o al menos han de atenuarse las diferencias, sin que la Autonomía Andaluza tenga soluciones para este problema, por no ser su cometido, ni estar diseñada a tal efecto); Cádiz y Huelva con Sevilla y Badajoz (para un mejor diseño y consideración territorial), Valencia con Cuenca (¿por qué no establecer redes, desde Valencia hacia el interior, para que Cuenca pase a formar parte del mapa de España?), Castellón con Teruel (¡para qué hablar!); Tarragona con Barcelona y Zaragoza (sería un tándem que podría traer, sin duda, mayor riqueza), Gerona, Lérida y Huesca; País Vasco con Burgos; Navarra con Logroño y Soria; Santander con Palencia y Valladolid (creando un nuevo territorio que daría una oportunidad a Palencia), Asturias con León (provincia que nuevamente sufre la injusticia y el atraso que provoca el mapa de las Autonomías). En Galicia curiosamente ya se cumple el diseño propuesto, pero esta nueva ratio planificadora sería el nuevo quid; Madrid con Segovia y con Ávila, Guadalajara, y Toledo, ¿por qué no planificar pensando en sacar mayor aprovechamiento de esas provincias? Ni lo hace el Estado, ni lo hacen las Autonomías existentes, y el problema principal queda sin resolver. Por su parte, Ciudad Real podría entrar en la región de Madrid (…) o en la de Alicante con Murcia y Albacete.

 Quedarían pocas provincias por agrupar, cuya solución sería fácil, ya que se trataría de una “Región especial” que sufre el aislamiento que provoca la existencia de Portugal (es decir, Zamora, Salamanca y Cáceres) que recibiría un trato financiero especial con constante inyección económica, la que merece y no recibe. Por supuesto, las Islas son caso aparte.

Esta distribución piensa en lo que hace falta, una consideración desde las zonas con mayor potencial turístico o económico, para que todos se beneficien, pensando en sacar más rendimiento de las zonas más atrasadas por culpa del mapa autonómico y la emigración que provoca. Y, en lo político, si ya de hecho se emigra desde Albacete a Alicante, o desde Cuenca a Valencia, ¿por qué no hacernos eco de este fenómeno, pero sin subordinaciones?

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