Rebañando, que es gerundio

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Según los medios de comunicación hemos salido de la crisis. Personalmente no confío en que la recuperación sea definitiva, pues hay importantes nubarrones en el horizonte que pueden desencadenar nuevas tormentas, y faltan años o lustros para recuperar lo perdido. Institucionalmente, por lo que se refiere a los Ayuntamientos que es mi tema, las arcas locales en general solo tienen telarañas, cuando no un aterrador agujero de una deuda que no se vislumbra cuando podrá desaparecer. Es por ello importante hacer ejercicios de imaginación para buscar maneras de incrementar los ingresos, pues doy por seguro que todos hemos dado ya mil vueltas a como aquilatar gastos (y los que no se han recortado es por no ser posible o no quererse recortar). Por ello vamos a dar una vuelta al tema de los ingresos.

En lo referente a impuestos poco hay que rascar. Quien necesitaba exprimir el limón ya lo ha hecho y no suele quedar margen de maniobra. Cabe esperar mejoras en el ICIO o en el de Plusvalía, pero dadas por la recuperación de la economía más que por posibilidad de actuar sobre dichos ingresos. Tampoco están los tiempos para iniciar grandes procesos de reclasificación de suelo, pues hasta que el mercado transforme en edificación todo el urbanizable disponible pasará tiempo.

Tampoco vamos a iniciar la cruzada por la recuperación de las contribuciones especiales, pues a pesar de que son tributos que técnicamente se ajustan a la perfección a los principios de riqueza y capacidad, su gran impopularidad los hace de difícil exacción en la práctica. Eso cuando no encubren una mala actuación municipal, que ha permitido, con culpa in vigilando cuando no ha sido cómplice, que se desarrollen obras sin exigir la previa dotación de servicios que exige la ley al promotor, lo que genera la indignación de los terceros de buena fe que adquirieron inmuebles y se ven obligados a costear unos servicios que no sabían que debieran pagar ellos.

Pero hay servicios municipales, de los muchos que los Ayuntamientos prestan, que son costosos y tienen beneficiarios determinables. Es habitual que en el momento del establecimiento de la tasa se hiciera un buen estudio económico, que reflejara perfectamente las previsiones de ingresos y gastos, pero aparte que la realidad no siempre se ajusta a la previsión, los años siguientes casi siempre sufren actualizaciones separadas de la evolución de los costes del servicio, especialmente en años electorales en que las subidas suelen ser nulas o mínimas.

Pero aparte esta actividad equilibradora del Presupuesto, quien no lo haya hecho ya puede generar unos interesantes ingresos con ciertas actividades de control, de comprobación de realidades vecinales que suelen exceder de lo que se ha “contado” al Ayuntamiento. Vamos con algunos ejemplos, que hagan bueno el refrán de para muestra vale un botón.

En las obras acometidas por los particulares será excepcional encontrar una en que el coste real de lo ejecutado no exceda de lo declarado. Bastará una visita del técnico para reconocer el resultado de la obra y, si lo ejecutado no es mayor que lo declarado, los materiales superarán la calidad de lo presupuestado, o se darán ambas circunstancias. Ello cuando no se detecte que con licencia de obra menor se ha ejecutado obra mayor, en cuyo caso cabe no solo el ingreso por mayor presupuesto sino también las tasas correspondientes a la regularización si la obra es legalizable. Ello sin contar las posibles sanciones.

Sin necesidad de visita del técnico, cualquier auxiliar de Policía puede dar un paseo por el pueblo y anotar los cierres de balcones, porches, anexión de trasteros, etcétera, que han hecho los vecinos. Es bien cierto que este tipo de comprobaciones a veces son de difícil ejecución, pues afectan a la vivienda del Alcalde, del propio Policía informante o la del Cura…

En el desarrollo de obras mayores, como construcción de viviendas u obras de urbanización, el coste de la comprobación de valores a efectos del ICIO y de la tasa por licencia suele ser muy rentable.

Las terrazas y veladores de bares y cafeterías tienen las mismas propiedades expansivas que los gases, por lo que un fin de semana de buen tiempo se puede medir la ocupación efectiva, con los efectos recaudatorios por mayor liquidación, sin contar con el importe de posibles sanciones. Cierto es que en muchas ocasiones no son los comerciantes los que ocupan mayor espacio, sino la clientela al acomodarse, pero es responsabilidad del titular del bar controlar que no se produzcan extralimitaciones.

El incumplimiento de horarios de cierre, sobre todo en fiestas, es bastante común. No es muy popular ir cerrando los locales la policía local, pero los titulares que incumplen el horario suele ser por hacer buen negocio, por lo que no debe doler sancionar.

La tasa por vado sobre aceras es evitada por muchos vecinos, que sin contar con la adecuada autorización municipal para reservarse el espacio de aparcamiento para acceder a sus jardines o garajes, pintan señales de reserva. Si el Ayuntamiento intenta regularizar seguro que alegan que no se utiliza el vado, pero la colocación de señales o pintado horizontal es comprobable.

También es muy corriente el vecino que obstruye su propio vado con un vehículo de su propiedad, a veces por simple comodidad de no abrir y cerrar cancelas y a veces para aumentar la reserva efectiva de aparcamiento privado. Sea cual sea el motivo, un vado no es una reserva de aparcamiento, por lo que el vehículo estacionado en el vado es sancionable, aunque sea del propio titular.

Pero previamente a todas estas posibilidades lo que debe hacer el Ayuntamiento es comprobar que sus Ordenanzas, tanto las fiscales como las reguladoras de los servicios le amparan debidamente, siendo un buen momento la próxima preparación de los presupuestos de 2017 para revisar la base legal.

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