Ruina caracolera (I)

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Ruina caracolera (I)El titular de El País del domingo 15 de agosto, en primera página y a cuatro columnas reza: “La ruina de los Ayuntamientos asfixia a las constructoras”. No hace falta leer todo el artículo para darse cuenta de que el problema que se denuncia es la falta de cumplimiento de las obligaciones contractuales de muchos Ayuntamientos con respecto a las grandes empresas constructoras, a la sazón prestadoras de servicios públicos. Zaragoza, como ejemplo,  debe 42 millones a una empresa de servicios. El Concejal de Guardia replica en una entrevista radiofónica en la SER al día siguiente que “habrá que renegociar”. Me pregunto ¿renegociar, el qué, cómo? El mismo argumento esgrimirá con toda seguridad el resto de representantes locales de guardia a los que se les pregunte.

El problema al que alude la noticia es el que afecta a las grandes empresas, y siendo grandes aun tienen cierto margen de maniobra para no cerrar con cierta prontitud dada la potencia de esas empresas y su posibilidad de acceso al crédito. Pero hasta las grandes empresas se les está acabando la tesorería y además los bancos, que ya no dan ni la hora al común de los mortales mientras tratan de sanearse, parece que van a tener que acabar cerrando el grifo también a las grandes empresas si no quieren verse arrastrados al abismo de la mano.

Mientras tanto, si se tarda un poco más en pagar, las empresas, con razón, dejarán de prestar servicios. Y no sólo tendremos unas ciudades hechas una porquería sino que una pléyade de obreros de esas empresas se irá al paro irremediablemente.

Mientras, como contraste, alemanes y holandeses pagan en 30 días sus facturas y los ayuntamientos del País Vasco y Navarra cumplen relativamente bien. Pero la morosidad media de los ayuntamientos andaluces es de un año y medio. En total los Ayuntamientos deben 12.300 millones.

¿Cómo se puede sostener una situación así, cómo se puede gestionar con tal irresponsabilidad? Podemos hablar del problema, estudiar su etiología, sin duda las causas de esta ruina son muchas, y generalmente se está justificando en la crisis del ladrillo. Y cierto, es una de las causas, pero sin duda pero hay más. Aunque mientras debatimos el sexo de los ángeles, más nos vale tomar medidas drásticas. Como dice el anuncio de Cáritas, mientras se hunde la barca el que va en ella necesita una tabla de salvación y no sólo buenas palabras.

Retomando el argumento causal, la crisis del ladrillo ha sido un golpe mortal a las finanzas locales. Pero no sólo eso. No ha existido una adecuada financiación local y los Ayuntamientos han gastado echando mano de ingresos extraordinarios para pagar gastos ordinarios mientras se miraba por todos hacia otra parte. O para invertir e invertir generando posteriormente un gasto corriente inasumible. Lo hemos dicho, todo el que trabaja en el mundo local lo indica, falla el sistema de financiación local. Nunca se han cuantificado (que yo sepa) competencias y dineros, cosa que cualquier economista avezado de cualquier empresa sería lo primero que haría.

Pero lo que se matiza y se dice poco es que los Ayuntamientos deberían gastar sólo en aquello en lo que deben gastar. Es decir, deben atender sus competencias y no las de otros. Los Alcaldes se quejan siempre de eso de las competencias impropias, ésos servicios que no deberían prestar pero que se prestan porque se considera que son importantes y porque sus vecinos lo piden. Vaya argumento. O sea si tu hijo de 14 años te pide una moto de 500 cc se la compras ¿no?. Podríamos tener la decencia al menos de tener unos argumentarios un poco más sólidos. Los asesores paniaguados de los partidos pagados con dineros públicos no sirven ni para eso. Resumiendo. Si tus vecinos te piden algo que no es cosa tuya y para la que no tienes financiación, debes decirles “comprendo sus deseos pero lo siento, no puede ser”. Los políticos deberían leerse unas cuantas veces el famoso libro “Cuando digo no me siento culpable” o “Sí, pudo decir no” (de Manuel J. Smith, Grijalbo) que enseña técnicas asertivas imprescindibles para poder decir NOOOOO sin sentirte mal. Y si no le votan, que le vamos a hacer, dedíquese usted a otra cosa, hay que ser mínimamente honrado. O ¿es mucho pedir?. Sí, supongo que sí, cuando muchos de nuestros políticos nunca han hecho otra cosa que ser políticos profesionales sin otra cualificación que les adorne, no han trabajado de otra cosa, si no salen en la lista tienen un serio problema laboral; a la cola del INEM. Nuestro Presidente, aparte del poquísimo tiempo que estuvo en el Universidad de León, unos tres años como ayudante, no ha sido otra cosa que político profesional. La política es una profesión denostada pero necesaria y sacrificada, se supone. Quizás se debería exigir diez años de experiencia profesional a cualquiera que vaya a ser diputado, por lo menos conocería la real-realidad y no sólo la realidad-virtual que le cuentan los asesores o coleguis del partido. OoooOoOAAKLAS´KLÑDA´SDA´SL

Las causas del follón económico y ruinoso que padecemos, son conocidas. Las soluciones estructurales y soluciones inmediatas también están claras, se sabe lo que hay que hacer, básicamente apretarse el cinturón y dejarnos de hacer gastos que no tocan. Pero ni FEMP, ni el Gobierno, ni partido alguno se atreve a llamar las cosas por su nombre, no vaya a ser que le llamen a uno insolidario, petardo o cosas peores. O no vaya a ser que no se vuelva a comer un rosco en unas elecciones. Este es un país de pandereta.

Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, hay que establecer un sistema competencial cerrado de Estado, Comunidades Autónomas y Entidades Locales (que comprende Ayuntamientos, Diputaciones, Comarcas, Veguerías, Mancomunidades etc) en el que cada ente sepa EXACTAMENTE qué es lo que puede y tiene que hacer y qué es lo que no debe ni puede ni tiene que hacer. Y además, que lo que se haga, lo sea de una forma eficiente, lo que implica contar con el personal justo, ni más ni menos y que ese personal trabaje con profesionalidad y responsabilidad. Si hace falta reducir servicios, hacerlo. El plan de ajuste, va a ser necesario, queramos o no. Salvemos lo que se pueda.

1 Comentario

  1. Sí señor, tiene más razón que un santo. Pero como bien dice, las soluciones se saben, pero prima el salir reelegido sobre todo lo demás. Al fin y al cabo, la misión de nuestros políticos no es gestionar adecuadamente el patrimonio público, sino SERVIR A SU PARTIDO Y SALIR REELEGIDO. Cualquier madre o padre de familia, no es necesario tner muchos estudios, tiene la lógica suficiente como para saber cuáles son los principios básicos de gestionar de modo prudente (que es como debe hacerlo cualquier servidor público) una economía: austeridad, eficiencia y gastar como máximo lo mismo que se ingresa. No parece que sea tan difícil.

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