Vacaciones. El último, que cierre la puerta.

Se decía en la época medieval española “Santiago y cierra España”, oscura e imprecisa expresión de desconocido origen con el que se trataba de arengar a las tropas en la batalla contra el moro infiel. Bien, la expresión no deja de tener su ‘aquel’ y estas vacaciones de verano, una vez más, me ha venido a la cabeza la expresión, pero en esta ocasión referida al período estival y a este país en general. Porque sin duda en agosto casi deberíamos o podríamos decir “agosto y cierra España”

Tradicionalmente, en un excepcional y extraño reconocimiento de la realidad, por una vez y sin que sirva de precedente, se determinó como inhábil para la judicatura el mes de agosto. Sólo las urgencias.

No sé si muchos de los pacientes lectores-colegas Secretarios o FHE en general tienen por costumbre coger las vacaciones en el mes de agosto. Este año he tenido la oportunidad, y ahora puedo decir que el privilegio, de trabajar algún día en el mes de agosto. ¡Oh! Maravilla de maravillas. Se puede, tranquilamente y sin agobios, sacar papel sin que nadie moleste, hacer aquello que siempre se va posponiendo, no hay que atender apenas visitas (sólo algún despistadillo y algún antisistema), el teléfono deja de sonar a todas horas; casi no hay correspondencia (los clientes e instituciones habituales la dejaron toda enviada en julio). Estupendo mes si, además, como este año, no ha hecho casi calor. Casi se podría proponer cerrar el país del uno al treinta y uno de agosto. Sólo médicos y policía. Aunque, visto lo visto, yo me quedo.

El problema se plantea en los pequeños Ayuntamientos. ¿Quién los mantiene abiertos cuando sólo hay un Secretario para dos o tres pueblos y un alguacil como mucho en cada uno de ellos? Lo habitual tiene que ser colgar el cartel de “cerrado por vacaciones”, correr un tupido velo y Dios dirá, qué remedio. Al final, hasta que septiembre lo arregle, una vez haya pasado esa nueva y snob enfermedad nueva: el “síndrome postavacional”. Algunos psicólogos dijeron ayer en TV que es un malestar que puede durar hasta quince días y que se caracteriza por cansancio, depresión leve y falta de motivación. El tratamiento: pensamiento positivo e ir poco a poco, evitar tirarse a la piscina.

Estoy por decirle al Alcalde que durante quince días si le parece acomodaremos el horario para hacerlo progresivo…. El primer día podemos los funcionarios recién llegados de las vacaciones ir al trabajo sólo una hora. Podemos ir aumentando el tiempo hasta regularizar la jornada el decimoquinto día (hábil). Ya se sabe, la prevención de riesgos laborales es importante. No sé qué opinará…

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