Debemos aprovechar la ocasión que brinda la manifestación que ha tenido lugar en Andalucía de miles de funcionarios pidiendo una Administración neutral y apolítica para recordar principios básicos que parecen eclipsarse. Lo de Andalucía no es además un fenómeno aislado. Antes al contrario, a mí me llegan desde todos los rincones de España denuncias graves que ponen de relieve hasta qué punto se está desmoronando nuestra función pública.
La alegría -y la ignorancia- con la que algunos empiezan a defender el fin de la inamovilidad de los funcionarios públicos produce escalofríos. Era lo único que nos faltaba. Pero más alarma produce defenderla y luego escamotearla a través de la creación de sociedades, fundaciones, organismos y otras miasmas que convierten al personal de las Administraciones en rehén de quienes ostentan el poder político.
Ha sido muy difícil históricamente llegar a disponer de personal técnicamente cualificado. De la venta de oficios, propia del Antiguo Régimen, se pasó a un sistema de elección en los comienzos de la revolución liberal. Los empleos municipales fueron precisamente un ejemplo de ello a partir de la obra de los doceañistas. El esfuerzo de algunas mentes lúcidas, ya en el siglo XIX, fue construyendo el camino hacia la profesionalidad entre los servidores del Estado. Nombres como los de José Posada Herrera, quien se lamentaba de que el ministro tuviera que vivir aherrojado “entre el expediente y el pretendiente”, o el de Juan Bravo Murillo han de ser inscritos entre los defensores de una Administración pública edificada sobre la neutralidad de la técnica y la imparcialidad de los conocimientos. Aunque pocos logros consiguieron.
Ya en el siglo XX es Antonio Maura quien instaura prácticas tímidas destinadas a obstaculizar el recurso al “cese” fulminante cuando había un cambio político. En la inolvidable novela de Pérez Galdós “Miau” se hace un retrato demoledor de esa sociedad en la que el empleado público vivía atemorizado por los vaivenes de la política, por pequeños que estos fueran.
La II República, que algunos tanto añoran en la actualidad, apenas si se ocupó de la función pública y fueron precisamente los secretarios e interventores quienes sufrieron sucesivas y gravísimas “depuraciones” al hilo de las mudanzas que propiciaron, primero las elecciones de 1933 (con un Partido Radical ávido de cargos en pueblos y villas) y luego las de febrero de 1936 (con un Frente popular dispuesto a la revancha sin contemplaciones). En mi libro “Juristas en la Segunda República” (2009) he tratado de probar estas afirmaciones.
En la dictadura de Franco se pasa de la politización extrema (depuraciones y fusilamientos) a lo que se ha llamado el “enfriamiento tecnocrático”, esto es, un intento de despolitización y profesionalización, en parte logrado.
La democracia no ha sabido dar con su propio modelo, llenos como estaban algunos partidos políticos y no digamos los sindicatos de prejuicios hacia los funcionarios. Se abre entonces la vía -pronto generalizada- de la laboralización que permitió contratar sin pruebas públicas a miles de empleados. Tenemos un Estatuto aprobado por ley y se nos ha amenazado con 17 leyes de funcionarios, una por Comunidad autónoma. Mayor festín legal es imposible.
Pero la perversión más peligrosa viene ahora por el camino de los entes instrumentales al servicio de las Administraciones y al servicio del clientelismo descarado que se practica desde la esfera política.
La bandera a levantar es muy clara y está fijada en la Constitución: principio de mérito y capacidad. Reglados los ingresos, los ascensos, las retribuciones… Cuanto menor sea la discrecionalidad en este ámbito, mejor. Y la igualdad de los ciudadanos a la hora de acceder a un puesto público en el frontispicio.
No hay nada que inventar. Todo consiste en ser consecuente con los principios constitucionales. Algo tan simple pero, a lo que se ve, tan difícil…
Todos los movimientos que se están produciendo al respecto, tienen como centro , el funcionario. Que yo tenga conocimiento, existen además en las distintas administraciones públicas, interinos , laborales fijos, eventuales…Todos ellos desarrollan, el mismo trabajo, que los funcionarios, sin embargo¿ por qué no se cumple el principio de igualdad par
COMO EMPLEADOS «NO PUBLICOS» DE ETTS,FUNDACIONES ETC…TRABAJAN EN LA JUNTA DE ANDALUCIA HACIENDO TAREAS ENCOMENDADAS A FUNCIONARIOS P
1) La regla general en nuestro modelo de función pública, es que la Administración esté servida por funcionarios, como garantía de objetividad.
2) Como en nuestro sistema de función pública, no existe una reserva legal de determinados puestos de trabajo, en favor de: laborales, eventuales, interinos y demás; eso quiere decir que todos los puestos de trabajo en la Administración Pública pueden ser desempeñados por funcionarios públicos, lo cual es más que aconsejable para la mayoría de los casos, en países con Estado de Derecho poco asentado.
3) Cuando existan puestos de trabajo en la Administración Pública que no estén legalmente reservados a funcionarios públicos, podrán ser cubiertos por otra clase de personal previsto en la normativa correspondiente, de forma motivada (porque se trata de algo excepcional) y de acuerdo con el Ordenamiento Jurídico.
4) Sucede que en España, sin embargo, lo legalmente excepcional, se ha convertido en la regla general, y así podemos ver incluso, que los Ayuntamientos, por ejemplo: están llenos de técnicos con contratos laborales o admnistrativos, cuando no cobran por factura, como profesionales autónomos; y ello pese a la reserva legal funcionarial que afecta a plazas como las de administrativo, auxiliar administrativo, Arquitecto, Aparejador o Ingeniero Municipal. Por lo menos en la CCAA donde yo trabajo, la Ley de Función Pública Autonómica, reserva a funcionarios todas las plazas de carácter técnico, y no digamos ya las que implican participación directa o indirecta en el ejercicio del poder público.
5) Si tuvieramos que andar denunciando todas las irregularidades que se cometen en materia de personal de las Administraciones Públicas, no haríamos nada más. No obstante ocurre, que los Tribunales necesitan impugnaciones para poder actuar y éstas no son los suficientemente numerosas, como para impedir que los políticos campen a sus anchas en ésta y en otras materias
6) Las Delegaciones del Gobierno y la Fiscalía, serían dos instituciones indicadas para poner coto a esa situación, pero su dependencia del Partido gobernante, las deja inservibles para lograr el pleno sometimiento de la Administración Pública a la Ley y al Derecho, por estar configuradas legalmente y actuar en la práctica, como la voz de su amo.
7)Por todo lo anterior, son muy valiosos los pronunciamientos de Sosa Wagner sobre este asunto, en el Blog de «Es Publico»; y más aún lo serán: las medidas que se incorporen al programa electoral de UPyD, para las próximas elecciones, en orden a superar la situación actual de degradación político-administrativa en España
Señor Gzlez. Benito, total y absolutamente de acuerdo con vd., excepto en el punto 7, porque conociendo a la lideresa y cabeza visible (por sus alegres y variopintos teñidos) de ese partido (por ubicar y calificar…extrema derecha, populismo,centro¿?…), pues me imagino que su programa se centre en algo más demagógico, efectivo, y populista en la peor acepción del término, como el tema de la INMIGRACI
Sí, la constitución (o constituciones) privilegian el principio de mérito y capacidad. Sin embargo, la formalidad jurídica se ha convertido en letra muerta, y otra, la viva, la que impera en la realidad. De tal forma que, queda evidenciado, el doble discurso o la doble moral. La administración pública que manifiesta que su objetivo y práctica se encuentra al márgen de la politicidad. Sí, funcionarios que «garantizan» la objetividad… pero, ¿cómo lo demuestran? Acaso con su título o formación académica, o quizá con su trayectoria personal o eticidad?
Pero, la administración pública no se sustrae a la determinación de la historia, de la política, y de las relaciones del poder. Y de ello, surgen los sindicatos, los intereses que acomodan a trabajadores y funcionarios ineptos en la administración que, debiera servir al interés general. Más, los políticos incorporan a la gestión pública: a sus familiares, amigos, compadres, y todo aquél que sea recomendado por ese determinado círculo de poder.
Sí efectivamente, no solamente en España, en muchos países, la administración pública se ha convertido en un ‘enorme pastel’. Usufructo, de los que en teoría debieran «servir», pero que acaban por servirse de él. Y en tanto, se desgarran las vestiduras por la neutralidad de una gestión pública, que nació para servir al poder.
A Pedro:
No comparto la opinión tan negativa que tienes de Rosa Díez. Para mí es con diferencia, la mejor Diputada que hay ahora en el Congreso, la más valiente, la más decente, la más digna y la más moderna.
Yo no valoro a un Político por la parte exterior de su cabeza, sino por la parte interior.
No veo motivos para calificar a Rosa como de extrema derecha y la demagógia y el populismo, son unos vicios muy generales y extendidos entre los políticos convencionales y tradicionales que no me parece justo atribuirselos precisamente a ella en exclusiva y no a los demás.
Me cuesta creer que Rosa Díez vaya a jugar sucio con el tema de la inmigración, pero yo no doy a nadie un cheque en blanco y estaré vigilante, por si acaso.
A Mario:
En general estoy de acuerdo con tus comentarios, como en anteriores ocasiones. Yo veo un problema de fondo que es el siguiente: países como España se apuntan a tener Democracia y Constitución, para no ser menos que nadie y como no podía ser menos. Pero luego lo que sucede en la práctica, es que adaptan la Democracia y la Constitución a sus peculiares costumbres despóticas, caciquiles, mafiosillas, etc. Y sin embargo, son las costumbres, las tradiciones, los usos y las prácticas sociales nacionales, las que se deben adaptar a la Democracia y a la Constitución, y no al revés. Mientras no entendamos esto, será difícil avanzar hacia una situación diferente.
Tan simple como aplicar los principios de la Constitución. En Andalucía estamos viviendo un auténtico calvario, con políticos sin ética y sin los mínimos conocimientos. En la Facultad de Medicina, de momento, no se enseña nada de Administración.
Alguien debería dar unas clases urgentes, muy urgentes, a nuestra Consejera Aguayo.
Muchas gracias por su artículo, D. Francisco.
Sin demeritar a los participantes en la sección de Comentarios, en lo particular, considero que Francisco González Benito contribuye con la sal y pimienta al blog. Cuando deja un tiempo sin intervenir, se le extraña. Creo que tiene mucho que decir, y por ello, le invitaría a que participara mediante artículos, y podría coadyuvar más a avanzar.
Un abrazo
En mi opinión, es menos importante el formato (comentario, artículo, novela, canción película, etc.) que el mensaje de fondo que se consigue expresar y su incidencia real en el medio social al que se dirige. Se puede hacer un comentario lúcido y constructivo con impacto en la gente, y también se puede hacer un artículo inane, sin interés y supérfluo, que se limite a reproducir tópicos y a llenar tanto el espacio que sea, como el ego de quien lo escribe y el tiempo de quien lo lee.
Por otra parte, y cuando se trata de provocar cambios culturales, sociales y políticos, suele ser más determinante la obra colectiva que la aportación personal, por brillante que sea. ¿Que hubiera sido de la obra de Freud, por ejemplo, sin la pléyade de discípulos, seguidores, lectores y críticos de la misma que la divulgaron, la vivificaron, la engrandecieron y la mejoraron, como Marcuse, Reich, Osho, etc.
En ese sentido, me parece que un Blog como «Es público», no excesivamente personalista, puede ser un espacio privilegiado de comunicación casi horizontal, entre ciudadanos interesados en la educación política (sin la tutela de bustos parlantes que hagan de capitostes), para construir colectivamente verdad y justicia.
Un abrazo.
Que eleva su vuelo al caer la noche, porque la reflexión vienes después de la actividad. Y quizá sea por ésto, que observamos un mundo que se desmorona, enfrentado a la incertidumbre de la economía y de lo social. Por lo que pretender construir un espacio, qué espublico, constituye un reto al decir y hacer. En la fundación de un diálogo permanente, respetuoso, pero crítico, sin concesiones ni zalamerías, podrá conducirnos a una comunicación, nueva y necesaria. Y si, la tradición nos envuelve simplemente en repetir patrones, sin embargo, el mundo no es lo mismo, desde el vuelo de la pluma de Francisco González Benito, que pareciera un ave de mal agüero; más, como el ave de Minerva que presagia al hombre que podría convertirse en actor.
Muchas gracias por el acercamiento que estais realizando al tema del decreto 6/2010.
La fuerza de este movimiento es que se ha gestado y se mantiene al margen de partidos y sindicatos, pese a que algunos sindicatos y partidos se han sumado a posteriori al calibrar los réditos de su postura.
Por esta razón, en mi humilde blog no hago mención a ningún partido (salvo el que ha impuesto el decreto, claro…) Aún así considero bastante seria vuestra propuesta y os animo a continuar en esa línea.
Recibid un cordial saludo.
http://nosfelicespocos.blogspot.com/