Continuando mi propósito de buscar datos “no malos” (me resisto todavía a considerarlos buenos) quiero referirme hoy a los que proporciona el turismo; y forzosamente tendré que emplear números, y opiniones personales.

Los datos que proporciona el Banco de España demuestran que, en el periodo 2003 – 2007, el saldo que arroja el turismo medido como diferencia de ingresos y pagos contabilizados en la balanza comercial ha oscilado en torno a los 27.000 M €; como en todos los casos, a esta cifra se llega como resultado de los ingresos por turismo, menos los pagos al exterior. Una interpretación sencilla sería la diferencia entre lo que se gastan los turistas en España, menos lo que gastan los españoles que hacen turismo por el resto del mundo.

La mencionada serie de datos muestra que los ingresos anuales alcanzaron un máximo relativo de 42.000 M € en 2007, es decir, en el momento previo a la crisis; como no podía ser de otro modo, en 2008 y 2009 cayeron al mínimo de 38.000 M €; podría decirse que la crisis también afectó a los viajeros extranjeros. Desde ese momento, los ingresos han vuelto a crecer, terminando el año pasado en 43.500 M €, posiblemente como efecto de la recuperación que están teniendo algunos países importantes, y por supuesto, de la inestabilidad de varios destinos competidores con España.

Por el lado de los gastos, es decir, los pagos al exterior que realizan los españoles cuando viajan fuera, la serie es también muy reveladora: con el auge económico, los pagos por este concepto pasaron de 8.000 M € en 2003 a 14.000 en 2007, es decir, casi se duplicaron; el ajuste que cabía esperar a consecuencia de la crisis fue más lento de lo previsible, pero al fin se produjo, reduciéndose las salidas (y por tanto el coste) del turismo a 11.900 M € el año pasado.

Estos hechos podrían interpretarse en lenguaje llano y sencillo como sigue: cuando la economía ha ido bien, quienes tenían recursos para ello han viajado al exterior; España es un destino atractivo para muchos extranjeros y así lo reflejaban los ingresos; la entrada de dinero ha caído cuando la crisis ha sido especialmente dura en los países de origen, es decir en 2008 y 2009; desde entonces los conflictos internacionales y la leve recuperación de algunos países han favorecido esta fuente de ingresos; por último, el ajuste general de costes que está sufriendo nuestro país aumenta el atractivo de España como destino.

Por el lado local, la explicación sencilla sería: cuando la euforia económica lo ha permitido, un número creciente de españoles han destinado parte de su renta al turismo; las cifras de pagos por este concepto han crecido bastante hasta 2008; desde entonces, la dureza del ajuste interno ha enfriado la euforia, ajustando la cifra de pagos a un nivel acorde con la situación de crisis local.

Los datos acumulados hasta mayo muestran que la tendencia se mantiene; y los avances que se van conociendo de la actividad turística durante el verano apuntan igualmente en una buena dirección. Por tanto, se trata de datos positivos. Como también es positivo el elevadísimo número de turistas que, según el Instituto Nacional de Estadística, visitan España cada año, especialmente los dos últimos: 99 millones de turistas.

Las opiniones que han manifestado algunos agentes económicos a la vista de estos datos han sido contradictorias, sin que se haya observado una satisfacción generalizada, oyéndose los típicos argumentos de que sí, en efecto, son muchos visitantes, pero el gasto es bajo, no es turismo de calidad, no podemos hacer que la economía descanse en el modelo de sol y playa, etc.

No comparto en absoluto esa negatividad, posiblemente porque no arrastro ningún prejuicio contra el turismo, es más, soy un firme partidario de que se haga cuantos esfuerzos sea posible para seguir aumentando la cifra anual de visitantes. Por tanto, me alegra la evolución que muestran las cifras públicas de este concepto. De la misma forma que casi todo el mundo quiere que en su pueblo, comarca o comunidad haya sitios de atracción turística, ya sea cultural o paisajística, para que vengan muchos visitantes y dejen dinero, a escala nacional yo deseo que aumente el número de turistas y residentes de otros países que gasten parte de su renta en productos y servicios adquiridos en España; en mi opinión, es la principal vía de ingresos para equilibrar tantos déficits como tiene nuestra economía.

A partir de la cantidad de visitantes, añadiendo la calidad de servicios que todas las administraciones públicas impulsan en sus  ámbitos propios, más el espíritu de competencia que anima a los actores económicos de este sector, seguirá aumentando el gasto medio de los turistas, y en consecuencia el importe total: habrá visitantes de poco gasto (que nunca será cero), pero aumentarán los de gasto medio y alto. Además, como cualquier especialista de marketing podría confirmar, es un lujo para cualquier vendedor saber que cada año hay unos 100 millones de posibles compradores que conocen la marca; y a partir de ahí, se podrán vender otros productos y servicios.

 

 

 

2 Comentarios

  1. Siento discrepar. Vea el artículo adjunto. No es sensacionalismo, es realidad, los mallorquines lo vemos cada día.
    http://www.dailymail.co.uk/news/article-2181830/Magaluf-notorious-binging-British-teenagers-results-proving-fatal.html

    ¿Bien por el turismo? Por este, desde luego que no. Seguro que algún dinero dejan en la isla, pero yo no los quiero cerca de mi casa. Y seguramente usted tampoco. ¿Por qué seguimos defendiendo a unos hoteleros y restauradores que llenan sus establecimientos con esta gente? No es bueno generalizar, estoy de acuerdo, ni en un sentido, ni en otro.

    • Estimada Inmaculada,

      Gracias por su comentario. Es evidente que el comportamiento social del tipo de turistas a los que se refiere el enlace (adolescentes británicos que se emborrachan en Mallorca) no le gusta a nadie, ni vecino, ni alejado.
      Mi comentario se centra en el impacto económico del turismo, y hasta en ese caso, se produce. Yo no quiero juzgar a quienes desarrollan ese tipo de turismo, sólo aspiro a que las autoridades correspondientes se aseguren de que cumplen con las normas sanitarias, de cotización a la seguridad social, de condiciones laborales de sus empleados, pago de impuestos y licencias, y por supuesto, de impuesto sobre beneficios.
      En cuanto se refiere al comportamiento de ese tipo de turistas, creo que la solución debe llegar porque las fuerzas públicas hagan que cumplan las normas de orden público vigentes (si es que hay); aunque me temo que con lo instalado que tenemos entre los jóvenes nacionales la cultura del botellóon no será fácil. Pero el aspecto social del turismo y el comportamiento de los jóvenes deben tratarlo quienes sean expertos en el asunto.
      Atentamente.
      Tomás

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