No me resisto a comentar el titular de El Heraldo de Aragón del domingo 24 de octubre en papel (y en internet), a cuatro columnas: “ Uno de cada dos aragoneses cree positivo para la Comunidad el ascenso de Iglesias en el PSOE”. Subtítulo: “Las personas que creen que la imagen del partido no mejora con su designación es similar a los que opinan que sí”” (sic).
Pregunta: ¿por qué ven positivo para la Comunidad el 50 % de los aragoneses tal nombramiento? Eso no lo dice la noticia, tampoco lo preguntaba por lo visto la encuesta hecha sobre una muestra de mil personas. Tengo dos posibles contestaciones:
Una. El hecho de que se nombre un aragonés como número tres del Partido puede ser positivo para muchos aragoneses ya que Aragón queda reconocido al elevar a los altares de la alta política nacional a un conciudadano.
Dos. Buena parte de la ciudadanía considera bueno ese nombramiento porque cuando se está en el área de “influencia” del poder se consiguen cosas. ¿Qué cosas? Financiación, infraestructuras, subvenciones.
Si acepto la primera respuesta, implícitamente acepto que tenemos algo de chauvinistas o provincianos. Es como cuando gana el equipo de tu ciudad, uno se llena de un extraño orgullo, no se sabe muy bien el porqué. Puede que porque te representan unos jugadores buenísimos y tú te proyectas en ellos… Aunque en el equipo jueguen nueve extranjeros, un gallego y sólo uno de Aragón.
Sin duda me decanto más por la segunda de las opciones. La gente cuando ha contestado la apresurada encuesta ha pensado intuitivamente que por fin Aragón “va a sacar algo”. El discurso de alguna manera en muchos territorios hispanos siempre ha sido ciertamente victimista y con un nombramiento tal parece encontrarse una oportunidad de salir del histórico y secular ostracismo colocando a alguien de peso en los entresijos de la política estatal (en estos tiempos ya no me atrevo a decir nacional). No se trata de particularizar el tema por ser Aragón. El discurso es extrapolable a casi todos los territorios patrios (aceptemos que queda algún justo en Sodoma).
Aceptando esa intuición de que se gana influencia y decisión, uno valora si eso va a beneficiar a su propio territorio y piensa que claro que sí. La subsiguiente es plantear una duda ético-política: ¿es que un político que debe ejercer funciones en el territorio de todo el Estado español va a beneficiar a su propio territorio en detrimento de otros? En opinión de los encuestados, se da por supuesto, of course. No sólo se ve bien éticamente, se considera que es bueno, que es lo deseable. O sea, barrer para casa tanto como sea posible parece ser lo ideal en este mundo traidor. Ya lo dijo Hobbes, homo homini lupus est. Así que la idea es aprovechar mientras se pueda. Los demás territorios ya tendrán su oportunidad, máxime cuando todo el mundo presencia atónito esos pactos parlamentarios tan extraños para sacar a flote unos presupuestos y que ponen por delante a unos territorios frente a otros por un puñado de dóla… digo de votos.
Lo que resulta probablemente más deplorable es que todos veamos bien que esto sea así, aceptando de tal forma que el sistema es así de injusto. En Aragón se dice mucho la frase de “eso es lo que hay”. Pragmatismo puro. La política es el arte de lo posible. Uno acepta que el mundo es ciertamente imperfecto y da por sentado que ciertas corruptelillas hay que asumirlas ya que al fin y al cabo, todo el mundo saca lo que puede donde puede. Carpe diem. Y mañana será otro día.
Para desgracia nuestra el Estado, desgraciadamente durante el gobierno autodenominado socialdemócrata de ZP, ha dejado de tener el papel arbitral que tenía, aunque no estaba escrito, en los conflictos entre comunidades autónomas. Antes los armonizaba, ahora no. Esto es, creo, lo que el articulista añora, y yo también. Pero el éxito de un político no tiene nada que ver con el talento o la valía personal en un país que desde hace siglos quedó definido por el clientelismo. No importa el programa, lo importante es, en palabras de otro conocido político, el de la hamaca, Rajoy, «es estar ahí, para cuando pase algo que te vean». Lo de Iglesias es también así. Muy lamentable, pero real. Y no se puede disparar contra la realidad. Así que bienvenido y a confiar en que el nuevo secretario de organización del PSOE tenga sentido de Estado y por lo menos no perjudique a su tierra.
Sinceramente, acostumbrado a la tónica de este blog serio y respetable, donde todos tenemos una voz coherente y respetuosa me llama la atención -poderosamente- esta entrada. Dejando de lado lo que Vd. pueda pensar sobre una formación política u otra, creo que no es el lugar ni el momento, si soy suscriptor a dicha web no es precisamente porque en ella se hable de «nombramientos de políticos a nivel interno de un partido», sino más bien por la temática seria y respetuosa que hasta hoy vienen haciendo esta Fundación (esPublico), una labor de debate doctrinal y técnico sobre el Derecho administrativo en su variante local, no en dimes y directes de la política interna de un determinado partido. Así que le ruego a Vd. pero sobre todo a la fundación que dejen de hacer este tipo de publicaciones ya que no es la filosofía con la que esta creada la web, de lo contrario posiblemente muchos suscriptores optemos por irnos. Para ver carnaza nos ponemos intereconomia no leemos este blog.
Sr. Hernández, sinceramente lamento que Vd. no haya entendido el fondo del asunto. Mi comentario-crítica no está particularizada en el PSOE, es extrapolable a todos los partidos, por supuesto al PP y en Aragón al PAR también. Ha de entender que mi crítica es de tipo ético y se refiere a una reflexión sobre la circunstancia de que todo el mundo parece ver bien (y eso es quizás lo preocupante) que se favorezca a su propio territorio o al menos es lo que espera cuando un conciudadano alcanza cotas de poder en un partido. Así lo opina el 50 % de los aragoneses. La noticia venía en este caso derivada por el PSOE pero podía haber sido proveniente de otro partido, la crítica, repito, es general. Eso mismo que comento pasa con diputados regionales, directores generales, consejeros, etc con respecto a su propio pueblo o comarca de procedencia. Ya digo además que el discurso es
En primer lugar, mi apoyo tanto a Ignacio Pérez como a los administradores del blog. Creo que se trata de una gran herramienta de apoyo y opinión en lo referente a la administración local.
Entrando en el contenido del artículo, me resulta curiosa la sugestión que significa tener a
Los comentarios del Sr Hernandez sobre el artículo del Sr Pérez, me llevan a reflexionar.
Sin entrar en consideraciones sobre si comparto o no las razones que aparecen en el artículo, lo que es evidente es que el Sr Hernández , que no está obligado a cambiar sus ideas propias por escuchar o leer las de otra persona, demuestra una gran incultura, poco talante democrático y escaso conocimiento sobre lo que es la libertad.
Opiniones diversas son las que haceer evolucionar. Leerlas o escucharlas no permiten contrastar y mantener nuestras ideas o cambiarlas.
Si queremos que nuestro país progrese,sólo puede ser admitiendo todo tipo de opiniones, no eliminándolas.
Como colaborador de este blog, quisiera hacer público mi apoyo a Ignacio Pérez. A parte de ser uno de los mejores y más atinados articulistas, opino que se caracteriza por su objetividad e imparcialidad política. El sentido de su artículo «Carpe diem» está perfectamente claro y no denota contaminación política o ética alguna por parte del autor. Otra cosa es que haya gente que no entienda o no quiera entender, pero ese es su problema particular.
Sr. Pérez me veo en la obligación de contestarle, muy a mi pesar, y es que, Vd. me responde haciendo una magnífica reflexión acerca de las razones de que le llevan a publicar dicho entrada en el blog. Y lo alabo, sinceramente. Aunque dice cosas que son un poco inciertas, para empezar habla Vd. de que yo pertenezco a una formación política sin conocerme, y me hace gracia el asunto, más que nada porque no hay nada más lejos de la realidad, no pertenezco a ningún partido político, si eso es lo que le quita el sueño. Tampoco le debo un agradecimiento a ninguno, y por favor, no exagere, yo, en mi comentario, no defiendo a ningún partido político le hago una crítica directa a Vd. y a su artículo, no pretenda hacer de mi entrada la misma demagogia que utiliza en su artículo. Pretende Vd. darme lecciones de moral acerca de lo que es o no es una crítica constructiva. Pues bien, me va a permitir desde mi posición de PDI, y con los años que llevo formando a Licenciados en Derecho, que terminan por ser FHE, decirle un simple comentario, si pretende hacer una crítica