Democracia, Entes Locales y TocquevilleLo cierto es que da un poco de envidia desde este lado del Atlántico contemplar el funcionamiento del sistema democrático americano donde se producen sorpresas como las que estamos viviendo estos días en relación con el plan de salvación financiera. No entro en el asunto de fondo que esta acción gubernamental supone aunque es bien patente que estamos comprobando cómo las instituciones públicas no se pueden tirar por la borda como un liberalismo alegre y mendaz ha venido proclamando en los últimos años. De liberales que circulan con el trabuco del Arancel sabemos mucho en la historia de España.

Como digo, no es el problema económico -un arcano para mí- del que voy a hablar. Voy a referirme a la forma. Y lo hago aun a sabiendas de las muchas voces que descalifican “lo americano” de manera superficial, sin tener un conocimiento cabal de aquella sociedad, compleja y llena de recovecos en sus mecanismos institucionales.

Un espíritu selecto, Tocqueville, se quedó asombrado del invento americano y escribió un libro “la democracia en América” que aun hoy -casi dos siglos después- es referencia obligada. Ocurrió en los años treinta del siglo XIX. Tocqueville viajó desde Francia para estudiar el sistema carcelario americano pero, observador sagaz y cultivado, se maravilló de la forma en que se hacía política en aquel país y ello le incitó a escribr su libro inmortal. En España se han ocupado de ese modelo muchas plumas y, entre las ilustres del siglo XX, quiero recordar cómo los intelectuales de la Institución libre de enseñanza, Giner de los Ríos, Gumersindo Azcárate, Adolfo Posada etc miraron hacia América en sus cogitaciones referidas a la descentralización y a la revitalización de las entidades locales españolas, atrapadas en el círculo infernal del caciquismo y la intervención gubernamental.

Justamente Adolfo Posada escribía en 1932 que “nadie podía pensar que la Constitución elaborada en la Convención de Filadelfia en 1787 por un grupo de Estados que contaban con cuatro millones de habitantes, sería la ley fundamental de un Estado compuesta por cuarenta y ocho Estados con más de ciento veinte millones de almas”. Y eso -añadía- que tal Constitución es un “verdadero sistema de frenos, contrapesos y equilibrios que ya suscitó la cuestión de si no sería la más complicada de todas las Cosntituciones … tanto que ha dado lugar a 256 volúmenes de informes interpretativos”.

En efecto, ese delicado juego de equilibrios ha conducido en estos días al enfrentamiento de una de las cámaras legislativas con el poder presidencial, el presente y el futuro pues los dos candidatos a la Presidencia de la República se han pronunciado a favor de los planes gubernamentales. Un bonito ejemplo pues tengo para mí que una Constitución debe trenzar sus mecanismos internos de forma que impida el poder absoluto. Para eso se hicieron pues tal poder absoluto ya lo ostentaban los monarcas del Antiguo Régimen.

Ahora compárese esta experiencia con los modos y maneras españoles. En las corporaciones locales, en las Cortes generales o en los parlamentos o asambleas regionales. Antes de empezar las discusiones ya sabemos todos cómo van a producirse las votaciones, en qué sentido va a votar cada uno de sus miembros que, por cierto, no están ligados por “mandato imperativo alguno”…

El espectáculo es penoso y, como digo, se repite de forma casi invariable en cualquier nivel administrativo, atrapados todos ellos por el sectarismo más tosco y desenvuelto. Y lo mismo cabe decir del “independiente” poder judicial, cuyo Consejo está alineado según colores o prejuicios -vaya usted a saber-  de forma implacable.

Eso es lo que tenemos, eso es lo que hemos construido. Copiar de fuera sin reflexión es malo, observar con espíritu crítico es privilegio de la inteligencia. La de Tocqueville, por ejemplo.

1 Comentario

  1. Este artículo es tan atinado que casi no hay nada que comentar, salvo felicitar a su autor por tener la moral de seguir diciendo una serie de verdades sobre lo que pasa en España, las cuales no se suelen decir en circulos oficiales y menos con tanta clarividencia y buen estilo.

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