Entre las múltiples fuentes de la Unión Europea de las que manan generosos y solidarios millones de euros me hago eco de una reciente convocatoria. Se acaba de abrir este septiembre y tiene por objeto financiar aquellos proyectos de carácter “innovador” que presenten las ciudades de más de 50.000 habitantes. Otro día aludiré a las ayudas a los pequeños Municipios a los que también atienden las instituciones europeas.
Vinculada al Fondo de desarrollo regional esta convocatoria destina millones de euros para desarrollar iniciativas que ofrezcan nuevas ideas ante los problemas que genera la cada vez más compleja vida urbana. Esa es su esencia: apoyar una idea insólita y original, en otras palabras, que el proyecto presentado para afrontar un problema urbano no encuentre similitud ni semejanza en ninguna otra localidad europea. Es esa rareza y creatividad la que justifica el espaldarazo europeo pues se considera, con cierta razón, que las Corporaciones locales no cuentan con sobrados recursos económicos y que actúan en muchas ocasiones con cautela y timidez ante los numerosos servicios que han de prestar a sus vecinos. Por ello, ante ese desequilibrio entre los pocos dineros y numerosas demandas, las autoridades no suelen experimentar nuevos planteamientos, aunque parezcan ingeniosos, que pueden surgir de responsables concejales o funcionarios locales.
En el último programa de este fondo -que se extiende de 2014 a 2020- se han destinado más de 370 millones de euros para estas iniciativas y los años pasados ya se reconocieron atractivos proyectos. Varios municipios españoles han sido galardonados con esta recompensa al calificarse sus propuestas de originales y audaces. En la última convocatoria los Ayuntamientos Gava y Getafe han merecido elevarse a este pódium de originalidad. En las anteriores también destacaron las ideas de otras Corporaciones como Velez-Málaga, que está regenerando los vertederos ilegales y transformándolos en atractivas playas; Cuenca, ha creado un laboratorio de innovación forestal que aúna la formación, el establecimiento de nuevas empresas forestales, la explotación de la bioeconomía forestal…; Viladecans, ha constituido una asociación que incluye a empresarios y vecinos para generar energía de fuentes renovables, facilitar el suministro, fomentar el ahorro energético, afrontar las inversiones necesarias… y así podría resumir otras sugerentes iniciativas municipales que se están desplegando por España y otros Estados miembros.
Una nueva convocatoria se acaba de abrir con el fin de apoyar aquellas actuaciones dirigidas a fomentar la cultura, la llamada economía circular, mejorar la calidad del aire o incidir en el cambio demográfico. Es cierto que el tiempo para preparar la propuesta, que ha de documentarse con rigor, no es muy amplio. Porque, entre otros requisitos, resulta necesario atraer la participación empresarial o ciudadana y, lo que es más importante, que ofrezca unos instrumentos para supervisar y evaluar las actuaciones. No obstante, también sabemos cómo se agita la mente ante la posibilidad de obtener financiación. Con gracia nos lo recuerda Fígaro en el Barbero de Sevilla “All’idea di quel metallo / portentoso, onnipossente, / un vulcano la mia mente / già incomincia a diventar”.
A mi juicio, más que obtener la gratificación de la financiación, esta relevante iniciativa europea consigue otro objetivo más satisfactorio. A saber, permite conocer alternativas y soluciones que se están desarrollando en muchas ciudades europeas y que pueden ser incorporadas a la propia gestión municipal. Porque esta información se difunde a través de la Red. Y todo ello con una ventaja añadida: se conoce mejor cómo han resultado las actuaciones, cómo se han experimentado y evaluado, los problemas que han surgido y cómo se han solventado… En fin, una nueva muestra, por si tuviéramos pocas, de que la solidaridad europea permite trenzar el armazón de una mejor gestión municipal
Excelente nota.