Involución política. Antónimo de “evolución” es el término “involución”, que indica parálisis o retroceso. Ya avisamos sobre el nivel actual de los políticos (“La política y los políticos”, publicado en este blog el 23/02/2009), quienes por “pureza ideológica”, preparación y ética no soportarían una comparación con Suárez, Pujol, Fraga, Carrillo y Roca. Ahora mismo se practica un electoralismo muy poco “olímpico”, ya que no se trata de ganar limpiamente, sino de desacreditar al otro. También se observa un enorme vacío y ausencia de ideas y verdaderos programas de gobierno; mientras que las posturas negociadoras de los diversos actores políticos (partidos más o menos minoritarios, sindicatos, asociaciones) son egoístas, "barren para casa" sin ningún sentido colectivo de las cosas ni del "bien general". Finalmente, se pretende dar lecciones de moral por parte precisamente de quienes menos las deberían dar.

Así ocurre, que preocupándose los políticos de otros menesteres, acaban concibiendo a toda velocidad  y (por desgracia) aplicando medidas políticas “de segunda división”. Y no sólo por parte del gobierno central (quien ahora mismo se llevaría la peor parte), sino también de los autonómicos y de los locales –aunque hoy no me voy a meter con los Alcaldes, que ya me veo destinado en Siberia (no en “La Siberia”, comarca de la provincia de Badajoz, sino en la otra Siberia)-. Pues bien, parece que priman las medidas populistas – entendiendo por tales una suerte de electoralismo constante, más allá de la época de elecciones– mientras que las verdaderas necesidades sociales quedan francamente desatendidas. Sin embargo somos muchos los que tenemos la convicción de que algo urgente hay que hacer para mejorar el sistema, porque lo cierto es que falla, y como muestra dos preocupantes incisos sobre sendos sectores de la actividad administrativa:
 
•        Educación: Algo pasa con los jóvenes, y ya lo dijimos en el criticado “Peces para los improductivos” (publicado en este blog el 24/03/2009), sin embargo seguimos insistiendo. Podemos abrir, como algunos pretenden, un arduo y polémico debate acerca de quiénes son los culpables (sin duda, algunos más que los propios jóvenes), pero el hecho es que Marta del Castillo, Laura Alonso, Carolina Planells y muchas otras pobres chicas han visto truncada muy prematuramente su existencia por absurdos y violentísimos “crímenes pasionales” por parte de otros jóvenes que les profesaban un enfermizo amor; mientras que los “vándalos de papá” de Pozuelo de Alarcón juegan a "polis y cacos" (todos hemos jugado a eso) pero con polis de verdad, hiriéndolos y destrozándolo todo. Supongo que ahora los padres pagarán las multas y los desperfectos, y también supongo que alguien dirá “Todo arreglado. Si en realidad son buenos chicos, pero claro, estaban de fiesta, con alguna copa de más, vieron a los policías y se pusieron nerviosos”. Sí, siempre están nerviosos. Mucha energía sin quemar, si estudiaran o trabajaran…
 
•        Medidas económico-sociales: ¿420 euros a cada parado? Menuda limosna, ¿no? La gente no quiere 400 euros, quiere un trabajo. La gente quiere una caña, y no un pescado (en este caso “raspa”). Lo que se tiene que hacer es crear las condiciones idóneas para crear empleo, a fin de que nuestra tasa de desempleo sea al menos como la de Portugal o Turquía, países que ahora mismo nos dan envidia. Se argumenta que España es especial, porque en los últimos años ha basado su economía en la construcción y por eso tardará más en salir de la crisis. Excusa pobre para tapar una mala gestión: cuando interesa “la crisis es mundial”, y, también cuando interesa, “Spain is different”. Demagogia. En fin, lo de los 400 euros suena insultante, sobre todo porque mientras tanto se conceden ayudas millonarias a los bancos para que luego cofinancien el fichaje de Cristiano Ronaldo. Una paradoja bastante vergonzosa. Por cierto, que el delantero costó 96 millones, así que aporto el dato curioso de que si se repartiera entre todos los españoles tal cantidad tocaríamos a más de 2 euros, y si sumamos todas las cantidades invertidas por todos los equipos en fichajes la cifra sería bastante más suculenta. Podrían salir de ahí las ayudas, y no de la subida de impuestos. ¿Y qué sentido tiene el aumento de la presión fiscal sobre la clase media trabajadora para la cobertura de ayudas que ellos mismos acaban solicitando? Para eso que “ni me quiten ni me den”. ¿Y la penalización fiscal del ahorro? Resulta que si gracias a nuestro esfuerzo tenemos algún dinero ahorrado en el banco entonces somos “ricos”, y por eso hay que tributar más a Hacienda. En fin, seguro que alguien estará argumentando en contra de todo esto en base al famoso “principio de progresividad”. Pues bien, diré algo sobre ese principio: es de los más bonitos que existen, y ojalá quien más tuviese más pagase, pero ni por lo más remoto se cumple. A algunos nos machaca la AEAT de forma inmisericorde mientras que quienes de verdad aglomeran dinero, los grandes empresarios, escapan impunemente del impuesto sobre la Renta de las personas físicas, precisamente porque colocan casi todos sus bienes a nombre de sus “personas jurídicas”. Tampoco hace falta ser tan listo para realizar esa picardía pero vaya, que de momento resulta. Cualquier día monto una S.L. para la distribución de naranjas y que ésta compre un Ferrari para llevar las cajas.
 
Y mientras todo eso ocurre los políticos se encuentran ocupados y preocupados por niñerías como pelearse… o reivindicar “mayores cotas de autonomía”. Pensamos que cualquier autonomía que no sea la local está ya más que lograda, por lo que cualquier nuevo giro de tuerca supondría pasarse de rosca. Los partidos “nacionalistas” practican un nacionalismo que es algo más que nacionalismo, por supuesto sin ningún sentido de Estado ni atisbo de interés por la gobernabilidad de España, en cuyas Cortes Generales son Diputados y Senadores. Y a modo de crítica tres opiniones ya vertidas, una nuestra y las otras de dos voces muchísimo más autorizadas:

 •        Como dijimos, “Piénsese que si ponemos el acento –como pensamos que corresponde- en las administraciones europea y municipal, nos estamos moviendo “por encima” y “por debajo” del nacionalismo, con lo cual lo obviamos (…) ¿Qué sentido tiene reafirmar los valores tradicionalmente estatales si (…) nos movemos en un contexto necesariamente supraestatal y local? Los estados deberían “ejercer” cada vez menos “Estados” (aunque sin dejar de serlo completamente), las naciones menos de “Naciones”. En particular el “nacionalismo regional” (…) Tendrían que constituirse Naciones independientes (algo inconstitucional ante todo); desmembrar otra Nación, real, histórica, con más de 500 años de edad; salir (automáticamente) de Europa; solicitar el ingreso en Europa; recibir (con toda seguridad) la negativa a dicho ingreso; y finalmente vagar sin rumbo en terreno de nadie por los siglos de los siglos. Y por extraño que parezca “lo peor” no eso. Peor que la “independencia” es la “separación parcial”, política pero no económica, la cual ignora con insolencia los principios de igualdad y solidaridad, uno de los pilares básicos del Estado español, cuyo cuestionamiento puede poner en peligro su existencia. Vulnera esos principios, y no digamos ya el principio de suficiencia financiera local del art. 142 de la Constitución; a ese lo destroza. Lo cierto es que el actual modelo de financiación autonómica no es nada bueno para las Entidades Locales, pero será difícil invertir esa tendencia, sobre todo, porque sólo las Comunidades Autónomas tienen el poder político de presionar”.
 
•        Por su parte Eduard Punset afirmó: “andamos subidos a 250 kilómetros por segundo en un planeta de una estrella mediana en la parte exterior de uno de los billones de galaxias existentes. Y, no obstante, ¿cuántas personas siguen creyéndose que son no sólo el centro del Universo, sino el ombligo del Mundo?”.
 
•        Por último citamos al gran René Descartes en su Discurso del Método, quien indirectamente aborda el tema dentro de una reflexión más general: “Bueno es saber algo de las costumbres de otros pueblos para juzgar las del propio con mayor acierto y no creer que todo lo que sea contrario a nuestros modos es ridículo y opuesto a la razón como suelen hacer los que no han visto nada”.

2 Comentarios

  1. Durante todo el siglo XX ha prevalecido la idea de que la ética no se puede aplicar a la política. Y, si entendemos por política el arte de llegar al poder, de gobernar, la afirmación es correcta. El poder que se conquista con la fuerza, con el voto, o simplemente, amontonando riquezas (pues hay distintas clases de poder), se conserva fundamentalmente por la fuerza (ejército y policía), aunque en los regímenes más democráticos, la fuerza está más disfrazada y la base social tiene mayores posibilidades de ejercer cierto control y una limitada capacidad de iniciativa. En este ámbito, los partidos, organizados para llegar al gobierno, no pueden obedecer normas morales de convivencia (no mentir, no poner el cazo, mantener lo prometido, ajustar la actividad al programa, etc.) porque, si lo hicieran, fracasarían.

    El fin justifica los medios, se dice, y el fin es bueno: está en el programa del partido. Pero ese programa, si es realmente bueno para las grandes mayorías, después de ganar no se realiza, ni se hacen esfuerzos para que se realice, porque el interés y la seguridad del Estado lo impiden. Ejemplo: si se busca una mayor justicia social, se corre el riesgo seguro de espantar a las inversiones de capital extranjero que el

Dejar respuesta

Información básica de protección de datos. Responsable del tratamiento: Fundación esPublico. Finalidad: permitir la publicación de comentarios a los artículos del blog. Base jurídica: consentimiento que se entenderá otorgado al pulsar el botón "Publicar comentario". Destinatarios: público en general, la información que introduzca en el formulario será visible por todos los visitantes del blog. Ejercicio de derechos: de acceso, rectificación, supresión, oposición, limitación y portabilidad a través de dpd@espublico.com o en la dirección postal del responsable del tratamiento. Más información: Política de privacidad