Saltó la noticia a la prensa hace unos meses. Se hizo público el ya famoso informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes por sus siglas en inglés) de 2013 de evaluación de personas adultas de los países de la OCDE. Y nueva decepción: España es la penúltima en comprensión lectora y los últimos en cálculo matemático. Sobre 23 países. Desolador. Este es el cuadro:
Se dice que dos de cada tres españoles se pierde leyendo un texto complejo. Según la noticia publicada en El Pais, “… tendrían serias dificultades, por ejemplo, para comprender ‘El Quijote’. La OCDE probó con frases más sencillas. Y preguntó a los encuestados si tenían sentido algunas de ellas. No todos las entendieron… En nuestro país se saben realizar cálculos matemáticos sencillos, pero cuesta entender, por ejemplo, el gráfico del recibo de la luz.”
Al leer esta noticia al principio me pregunté si es que habían colocado como prueba de comprensión textos del BOE o el DOCE, en cuyo caso habría entendido perfectamente que –valga la redundancia- los ciudadanos no entiendan nada. Ya lo decíamos en su momento en este mismo Blog. Quién entendería por ejemplo la literatura de la Directiva 89/106/CEE del Consejo de 21 de diciembre de 1988 relativa a la “aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados Miembros sobre los productos de construcción”. “4. Cuando un fabricante o su mandatario establecido en la Comunidad no haya aplicado, o sólo haya aplicado parcialmente, las especificaciones técnicas existentes mencionadas en el apartado 2, de acuerdo con las cuales, y conforme a los criterios expuestos en el apartado 4 del artículo 13, el producto debe someterse a una declaración de conformidad con arreglo al inciso ii) del punto 2 del Anexo III, 2a y 3a posibilidades, serán de aplicación las decisiones correspondientes con arreglo al apartado 4 del artículo 13 y al Anexo III, y la aptitud de dicho producto para su uso con arreglo al apartado 1 del artículo 2 se determinará de acuerdo con el procedimiento del inciso ii) del punto 2 del Anexo III, 2a posibilidad.”
Bien, ironías aparte nos lo seguimos preguntando, ¿pero qué nos pasa? ¿Es que somos los latinos de España e Italia los más estructuralmente torpes? ¿Tenemos alguna neurona en una deficiente sinapsis?
Supongo que no. Tenemos el mismo cerebro ocedeiano. Habrá que buscar causas que implican a todo un sistema. Si al fracaso intelectual del personal añadimos el fracaso en el empleo del que España es campeón y adalid europeo, deberíamos buscar causas de fondo y sobre todo ser sinceros. Y es que en mi opinión, las leyes están para ordenar la sociedad, para procurar derechos (teóricamente también para incidir en los deberes ciudadanos) y para prever soluciones de conflictos intersubjetivos. Coadyuvan sin duda y son imprescindibles para llevar a cabo una forma de organización compleja en la que la solidaridad importa. Pero las normas, en sí mismas, no pueden modificar comportamientos, esto no se logra a golpe de real decreto. Y en el fondo, el problema es finalmente de idiosincrasia social, de modos de comportamiento colectivo.
Se debatió durante tiempo la nueva ley de educación. Cada Gobierno es consciente de que algo hay que hacer para salir de esta burrería con perdón y lógicamente hace lo que hacen todos los gobiernos, una ley nueva. LODE, LOGSE, LOE, LOGSE de nuevo y ahora la LOMCE de Wert. Se hace de la educación una cuestión absolutamente ideológica y derecha e izquierda [pero ¿existe la derecha y la izquierda?] se muestran irreconciliables. Quizás se quiere poseer el monopolio del aborregamiento colectivo más que la educción como un instrumento que otorga libertad. Ambos se acusaron y se acusan directamente de no querer consensuar y el PSOE ya ha dicho que derogará de inmediato la Ley en cuanto alcance el poder. Cada uno se atrinchera en su posición, como la tribu de Asterix en su irreductible aldea gala. En el fondo les importa tres plantas herbáceas de la familia de las cucurbitáceas, (vulgo pepinos), si la solución final es buena, regular o mala. Entendamos esta calificación desde el punto de vista de equiparación de conceptos: bueno=útil; regular=más bien indiferente; malo=inútil o incluso perjudicial.
Así cualquier iniciativa que provenga de la derecha será tachada de clasista, discriminatoria, retrógrada etc. Y cualquier cosa que provenga de la izquierda (aunque dicho sea de paso la izquierda en general parece irrogarse una superioridad moral de hecho que no puede ser sometida a discusión) será adjetivada como demagógica, irreal y ruinosa. Así las cosas, no parece posible a medio plazo el más mínimo consenso para llegar a un acuerdo de sistema estable. Tras la discusión en el Congreso toda la oposición, salvo UPD, firmó un acuerdo en el que se comprometían a derogar la ya llamada Ley Wert en cuanto el partido en el Gobierno no tenga mayoría absoluta. Puede verse en http://www.publico.es/459024/toda-la-oposicion-menos-upyd-se-compromete-a-derogar-la-ley-wert. Salieron a la Carrera de San Jerónimo a hacerse la foto. Comportamiento que parece preocupante.
Obviamente con los planteamientos anteriores la nueva LOMCE no va a servir con toda probabilidad para nada porque es posible que entre unas cosas y otras cuesta mucho ponerla en marcha y estamos a mitad de legislatura. ¿Qué motivación pueden pues tener los docentes para implantar el nuevo sistema, que exigirá un grandísimo esfuerzo como cada vez que hay cambios cuando se tiene claro que tiene los días contados?
Es penosa esta falta de generosidad de los partidos. No hay acuerdos en los tres aspectos de fondo del sistema como es el educativo, el electoral y el territorial. Es paradójico y hasta aburrido recurrir muchas veces a Alemania pero es que en las recientes elecciones se han coaligado la CDU y el SPD, impensable en España.
Pero bajemos un poco más al fondo como decíamos al principio. Un sistema no se sustenta sólo con leyes o debates sobre si es necesario que los alumnos tengan la religión como evaluable o exista una asignatura de educación para la ciudadanía. Ni siquiera podemos achacar este fracaso a dedicar pocos recursos económicos a la educación porque no es verdad, se ha hecho un gran esfuerzo. El sistema se debería sustentar con valores intangibles, irregulables como la motivación de profesores y alumnos, el esfuerzo individual también de ambos, el compromiso de los toda la comunidad educativa, en lo social, en la responsabilidad individual y colectiva, en la adaptación de los modelos curriculares, en el cumplimiento de las normas o en reconocer que deben pasar cosas “en caso de”, en la empatía profesor-alumno pero también en la disciplina y respeto entre ambos. Cumplimiento de normas no por el mero hecho de existir, porque normas pueden existir muchas, las mejores de la OCDE, sino porque haya un convencimiento profundo de qué papel juega cada uno y la finalidad de todo ello.
Naturalmente todo eso no se cambia en poco tiempo. Las leyes pueden incidir de una forma más o menos importante pero una norma de organización no cambia un convencimiento y comportamiento individual o colectivo salvo que se tenga la conciencia de que la importancia del consenso y de la necesidad del cumplimiento de las normas, no cuestionándolas en cada momento.
Y si no somos capaces de planearnos honradamente la cuestión, simplemente estudiemos cómo lo hacen en Finlandia, Japón u Holanda. Resulta que en Finlandia empiezan el colegio a los 7 años y los profesores son, de los titulados universitarios, los que mejores notas tienen que tener para acceder a ser docentes. Y que en Japón poseen una serie de valores peculiares. En vez de estudiar el tema los pedagogos quizás sean los sociólogos quienes nos deban dar alguna pista.
bueno la verdad es que no he podido leer todo su artículo pero a simple vista el gráfico que muestra las puntuaciones de cada país está manipulado o yo soy una de las que hace bajar la puntuación con total seguridad … 🙂 si japón obtuvo 296 y España 252 la distancia que se ha plasmado es incorrecta y a simple vista en el gráfico de EL PAÍS dan a entender que estamos situados en el gráfico como si la puntuación obtenida fuera de 100 puntos.!!!!!
El origen político de esta falta de comprensión lectora está en los planes de estudios y la política educativa: que nadie se ha preocupado por reformar el bajo nivel de las Escuelas de Magisterio, hoy ya muchas de ellas facultades, que se integraron en la universidad de modo desastroso; en que los maestros salen mal formados y por tanto luego enseñan mal; y en el corporativismo de los profesores de lengua y literatura en el bachillerato que enseñan lengua pero no habilidades de lectura literaria y escritura. La selectividad no selecciona, sólo ordena, y los estudiantes llegan a la universidad con un nivel penoso que sólo se percibe realmente cuando se les compara con la mayoría de los erasmus. Esto es lo que yo percibo desde la docencia de Historia en la Universidad.