Yo soy profesor de ciencia política y especialista en gestión pública. Con estos dos sombreros lo normal es que sea beligerante con el colectivo de los habilitados nacionales. Mis compañeros en gestión pública (pongamos por ejemplo a los profesores de ESADE) tienden a hablar mal de los habilitados y los vinculan con una concepción decimonónica de la Administración pública. En cambio, yo no y en todo tipo de foros pongo en valor la importancia y las competencias de este colectivo profesional. Está filia por los habilitados no se debe a que me caigan simpáticos, que también: suelo frecuentar congresos, cursos y la revista académica impulsados por COSITAL y sus ramificaciones regionales. Además tengo una cantidad ingente de amigos, colegas y ex alumnos que pertenecen al colectivo. Pero mi apoyo académico no se debe a motivos personales sino a intereses de carácter estrictamente profesional. Más que profesor de gestión pública me gusta ahora presentarme como investigador de las fortalezas y de las debilidades de nuestras instituciones administrativas. Intento adoptar una mirada institucional. Desde esta perspectiva pongo en valor adoptar una visión más institucional que la mirada miope de carácter gerencial que pretende optimizar los recursos organizativos para que los gobiernos locales sean más eficaces y más eficientes. Es obvio que todos tenemos que contribuir al máximo para que los servicios públicos que reciben los ciudadanos presenten la mayor calidad y excelencia posible y de forma, además, eficiente. Pero es usual que políticos, gerentes y académicos se olviden de la dimensión institucional de los gobiernos locales. Por ejemplo se suele percibir a un ayuntamiento solo como una organización que presta servicios a los ciudadanos. Suele olvidarse que un ayuntamiento es una institución pública y que su máximo aporte es generar seguridad institucional y jurídica a la sociedad como mecanismo para fomentar el crecimiento económico que no es más que un instrumento para generar mayor desarrollo humano y bienestar a los ciudadanos. En este sentido, un ayuntamiento es primero una institución pública y solo después una organización que (además) presta servicios públicos. Este matiz es muy relevante ya que si solo se visiona a un ayuntamiento como un simple prestador de servicios entra por las puertas y ventanas organizativas una visión excesivamente empresarial, de flexibilización enorme e instrumental de carácter gerencial. En este sentido para mí los habilitados nacionales aportan una mirada y una fortaleza institucional a nuestros ayuntamientos que es un contrapunto imprescindible para los valores dominantes en políticos, gerentes y mayor parte de empleados públicos que suelen concentrarse en términos de eficacia y eficiencia.
Pero mi argumento es que para que los habilitados nacionales aporten esta fortaleza institucional deben entrar a participar y debatir también en términos de gestión pública y no limitarse al refugio de las funciones reservadas. Mi opción es incrementar las capacidades y competencias en el ámbito de la gestión de los habilitados nacionales vía temarios de oposición, formación de entrada o formación permanente. A muchos miembros de este colectivo no les seduce para nada esta posición. Hay muchos argumentos a favor de esta postura pero solo voy a ponderar ahora dos: en primer lugar, es evidente que la mayoría de secretarios-interventores de los pequeños municipios se encargan en la práctica de funciones gerenciales. En segundo lugar, en los municipios de mayor tamaño no me parece positivo que los habilitados se centren solo en sus funciones reservadas ya que les hace perder influencia real sobre los políticos y los gerentes (y sus sucedáneos) suelen llevarse el gato al agua. Es importante que los habilitados también dominen un poco los conceptos y el lenguaje gerencial ya que les ayudará a adquirir mayor capacidad de influencia y, también a nivel estético, a modernizar los conceptos y los instrumentos propios de la profesión.
Reconozco que los habilitados nacionales me desconciertan ya que sobre esta controversia el colectivo está muy dividido: una parte apoya con entusiasmo este discurso y otra parte lo observa con absoluto desprecio. Habría que decantarse claramente de una vez por todas sobre este particular. Para finalizar cuento dos anécdotas personales pero que creo que son ilustrativas de esta división conceptual dentro del colectivo de los habilitados: hace bastantes años presenté una ponencia en un congreso nacional organizado por COSITAL sobre las fortalezas y las debilidades de los habilitados nacionales: a los pocos minutos de mi intervención casi la mitad de los asistentes abandonaron la sala desairados y la otra mitad se quedó y mostró un gran entusiasmo con la mayoría de los argumentos esgrimidos. Hace menos años en la formación de entrada en Cataluña de los tres colectivos de habilitados (secretarios, interventores y tesoreros y secretarios-interventores) se incluyeron temas de gestión pública. El primer año de esta novedad este módulo entusiasmo a dos de estos colectivos pero fue rechazado con vehemencia por los interventores y tesoreros. Al segundo año los entusiastas fueron precisamente los interventores y tesoreros, junto con los secretarios y los que mostraron una reacción muy agria fueron los secretarios-interventores. Al tercer año se dejo de impartir este módulo… Lo dicho: no les pillo el truco.