Estamos ante una de esas revoluciones que se desarrollan ante nuestros ojos aunque no siempre seamos conscientes de ello. En el Parlamento europeo nos estamos ocupando (a partir de una Comunicación de la Comisión y de un Informe encargado a la diputada Badía) de lo que se conoce como “Internet de los objetos” (aunque también existen otras denominaciones para esta nueva realidad). Se trata de un proyecto iniciado en los Estados Unidos en 1999 llamado a alterar profundamente las relaciones de las personas con los objetos y de estos entre sí mediante la utilización de una tecnología conocida por las siglas RFID (identificación por radiofrecuencia), en rigor, un componente electrónico compuesto por un chip y una antena. El tal chip -de unos milímetros de ancho- puede contener, recibir y transmitir información sin conexiones por cable sobre la naturaleza y composición del producto al que se ha aplicado.
Tales chips están llamados a sustituir a otros ingenios recientes aunque se diferencia de estos en que el chip no necesita estar en contacto para poderse leer (caso de las bandas magnéticas) ni ser visible (códigos de barras).
Para que el lector no familiarizado se haga una idea de su aplicación práctica pensemos que el chip puede transmitir al conductor una información real sobre la presión de los neumáticos o al amo de casa sobre la caducidad de los productos que almacena en su frigorífico. En el sector agroalimentario se puede avanzar mucho en aspectos como la seguridad higiénica y sanitaria, sobre las características químicas, físicas u organolépticas de un producto, el uso eficiente de la energía etc. Ya se está utilizando por algunos países en la expedición de pasaportes.
Alerto a los lectores de este blog pues esta nueva dimensión de Internet tendrá una importancia acusadísima en el ámbito de la Administración municipal ya que las ciudades están llamadas a tener un protagonismo especial por el uso que podrán hacer las autoridades locales de esta revolucionaria técnica en la organización del transporte público, en la recogida y tratamiento de basuras, en el cálculo de los niveles de contaminación (de cualquier tipo que esta sea), en la gestión del tráfico o del urbanismo, de los inventarios …
Como digo, las instituciones europeas están muy pendientes de este nuevo mundo que se adivina emocionante aunque lleno de enigmas. En concreto, son causa de preocupación, de un lado, la incidencia que estos “chips” y su multiplicación pueden tener en la salud humana; de otro, cómo pueden verse afectados algunos derechos fundamentales y libertades públicas, en concreto y por ejemplo, la intimidad de las personas. Se trata de buscar un adecuado equilibrio entre las posibilidades que nos brinda ya la técnica con el respeto a las conquistas históricas de los Estados de Derecho que son irrenunciables.
Hay además una dimensión transnacional de su regulación pues es evidente que los viejos Estados nacionales ya no sirven para estos cometidos, comprometida como está la humanidad en su conjunto con la incorporación de estos nuevos diálogos entre objetos (que así podríamos llamar también a esta técnica). De ahí que una organización multiestatal como es la Unión Europea se ocupe de ellos pero tampoco en solitario podrá avanzar mucho siendo imprescindible el acuerdo con otras potencias, las clásicas como los Estados Unidos, o las emergentes productoras de una gran cantidad de bienes (caso de China).
¿Sueño, quimera …? No, una realidad que llama a nuestras puertas usando el gran vozarrón de la inventiva revolucionaria.
Hola,
Por si fuera de tu interés, me permito informarte que uno de los pioneros en el desarrollo de rfid, que formo parte del grupo seminal del MIT, es Andrés García, profesor de la UCLM y ademas presidente de la sociedad española de trazabilidad (http://www.rfidspain.org/index.html).
Tambien te adjunto el siguiente enlace: http://io.us.es/cio2005/items/ponencias/245.pdf de uno de nuestros trabajos subtitulado «hacia la ciberfabrica».
Atentamente,
Enrique Lopez.
Hola
me ha gustado mucho su post, aunque creo que adolece de falta de cautela con respecto al invento en cuestión.
Si bien es cierto que existen muchas virtualidades positivas de estos sistemas, también lo es que tienen muchos riesgos con respecto al anonimato y al respeto a la intimidad e incluso a la salvaguarda de algunos derechos básicos.
Me explico: si los objetos comienzan a estar proveídos de rfid, y los portadores de dichos objetos no tienen acceso a dicha información (ni a su cancelación), se dará el caso, por ejempo, en el que al entrar a un determinado establecimiento comercial la publicidad que se emita tenga que ver con el perfil medio de individuos que estén ahí (de acuerdo a la ropa que llevan -también ropa interior, p. ej-, de acuerdo a cuándo la compraron, de acuerdo a su edad eventualmente). Esto, que desde el márqueting puede ser considerado un avance porque permite publicidad a la carta, creo que es altamente peligroso, porque vulnera los mínimos de privacidad y anonimato necesarios en nuestras sociedades liberales.
He puesto este ejemplo por ser uno de los más plausibles, pero se me ocurren muchos más. No necesariamente tiene que ser un establecimiento comercial quien disponga de lectores rfid a distancia, también puede ser cualquier otra entidad o persona con peores fines.
En definitiva, si no existe una posibilidad real y fácil de que el usuario tenga acceso a la modificación y la cancelación de los datos almacenados, el rfid sólo será una herramienta más de control, y los aumentos tecnológicos que benefician al control siempre son peligrosos, porque nunca está claro que quien tenga acceso al control sea aquel grupo o entidad para el que estaba diseñado o previsto su uso.
Una sociedad liberal debe tener mucho cuidado con todos los avances tecnológicos que vayan en este sentido, y garantizar en todo caso que el respeto a los derechos básicos está por encima de todo. Por todo esto, habrá que legislar contra los rfids ocultos, y habrá que hacer efectiva la posibilidad de acceso y cancelación de los datos almacenados y que se emiten. Habrá que crear una especie de «Ley de protección de datos» que se aplique a este nuevo ámbito.
muchas gracias
un saludo
weg