Acabamos de tener nuevas elecciones hace nada. Los Secretarios-Interventores-Tesoreros-Delegados de la Junta Electoral de Zona-etc-etc nos hemos visto inmersos otra vez en este proceso fundamental para que los ciudadanos opinen.

Antes de las elecciones y como ciudadano, les habría dicho a los electores lo que se dice en la Ouija cuando se invoca al espíritu: si estás ahí, manifiéstate. O sea, di algo, o sea, vota.  Probablemente y si es necesario por el sistema de táchese lo que no proceda, es decir, tratar de aupar al que menos rabia te dé. Al fin y al cabo los que asuman el poder serán los que tomarán las decisiones y sería bastante estúpido pensar que uno se queda fuera y que no le importa. Importa y mucho.

Personalmente opino que lo más probable es que con el nuevo resultado nada haya cambiado y se mantenga la situación anterior  con muy leves variaciones.  Así que tendremos más de lo mismo. Lo que está claro es que en los meses transcurridos entre unas y otras elecciones hemos podido ver quién estaría dispuesto a pactar qué cosas con quién, quién con quién no, y hasta dónde se llegaría. Así que por lo menos sospechamos por dónde pueden ir los tiros.

Dadas las perspectivas que adquiría la situación política tras el 20-D/15 y viendo que la cosa no avanzaba, me permití enviar un mail al PSOE y al PP (lo envié el 25 de enero de 2016) en el que les decía:

“Les propongo tanto a PSOE como a PP llegar a un acuerdo de gobierno  entre ambos, eventualmente también con Ciudadanos, SÓLO con estos aspectos:

  1. Reaccionar ante cualquier intento de separar territorios.
  2. No adoptar medidas que puedan suponer parar la creación de empleo o crear dudas en los mercados.
  3. Aprobar con toda urgencia una Ley electoral que establezca un sistema de doble vuelta (tipo francés) para:
  • Facilitar la gobernabilidad
  • Que sean los ciudadanos los que decidan las alianzas.

(Alternativamente un sistema mayoritario, tipo británico)

Aprobada la Ley,  DISOLVER las Cámaras y Convocar Elecciones con el nuevo sistema. Así que el acuerdo de gobierno sería para 3 – 5  meses.

Los ciudadanos les agradeceríamos su generosidad, sentido común y pensar en el bien de todos.

Atentamente,”

 Este planteamiento, por qué no, puede seguir siendo válido. ¿Por qué no aprovechar este momento para pactar un nuevo sistema electoral y cuatro cosas básicas? Yo, y muchos ciudadanos más, queremos ser quienes decidamos dónde va a parar nuestro voto. O entre lo malo, decidir quién es el menos malo.

Ni que decir tiene que ninguno de ambos-partidos-dos se dignó contestar siquiera para acusar recibo. Cuando hablan de transparencia y participación, cualquier partido, me da la risa floja y teniendo en cuenta que alguno ha llegado a morir de la risa, lo mejor es ponerse serio. Lo que sí me parece básico, fundamental e irrenunciable es que el pacto posterior lo hagan los ciudadanos, no los partidos. Es decir, o bien dicen quién pactaría con quién ANTES y con carácter vinculante, o tenemos que tener una segunda oportunidad. No que Equis pacte con Zeta cuando el votante jamás habría votado ni a Equis ni a Zeta en tal caso. Así, se podría establecer un sistema mayoritario tipo británico o bien de doble vuelta tipo francés, con todas las adaptaciones que fuesen precisas. No es menos democrático que el proporcional. Aunque no caerá esa breva.

Quién soy para decir qué cosas a quiénes. Bien, sólo puedo decir que soy un ciudadano pedestre (o peatón) al que se le permite opinar de forma vinculante (¿?) sólo de vez en cuando. Y creo que de algún modo, es éticamente necesario participar en la cosa pública en la medida de lo posible, que es bien poco salvo que uno se integre en un partido. En cuyo caso deberá simplemente agachar las orejas ante lo que diga el Jefe cada día a través del Equipo que elabora los argumentarios matutinos y semanales. Y practicar eso de “si bwana” del colonialismo británico o “Oui, Sire” napoleónico, o el más hispano “sus-órdenes-mi-sargento”. Ideas, en los partidos, las justas, ya se sabe, lo de salir en la foto… Los partidos no son precisamente maquinarias democráticas (sorprendentemente), son organizaciones oligárquicas que tienen como objetivo (legítimo, claro) alcanzar el poder y se parecen más bien a batallones militares en los que hay un general que dice por dónde van a ir las tropas. Éstas empiezan a marchar sin  más, uh, dó ein, aro. Como mucho el general consultará a algunos jefes u oficiales. Hasta ahí. Lo de la consulta a las bases, permítaseme, es blablablá o un tarareo inconcreto de ducha  tipo naranara nanaina. El refranero es sabio:  Quien a buen árbol se arrima… No muerdas a quien te da de comer… Donde hay patrón no manda marinero

Así que a pesar de ser necesarios, nadie lo duda, para estar en un partido, dicho sea con el mayor de los respetos y sin acritud, hay que tener cierto estómago. Por eso cuando se tiene el estómago delicado, hay gente que va o tiene que ir por libre. Está claro que un Secretario de Ayuntamiento es preciso que sea neutral, lo que no implica que no tenga sus propias opciones políticas o su idea de cómo organizar lo mejor posible el tinglado social.  Pero la reserva es un valor.

Hay una frase que leí hace años que me hizo pensar: “Casi todo lo que realice será insignificante, pero es importante que lo haga”. Esta frase, atribuida al Mahatma Gandhi me parece muy reveladora ante la sensación o idea generalizada de que uno como individuo no puede hacer nada. Quizás sí. O quizás no; pero hay que intentarlo. La chispa es la que provoca la hoguera y quién sabe.

Así que sólo pretendo en este somero post recalcar la importancia de implicarnos todos y acentuar  ante los partidos la necesidad de que nos dejen a los ciudadanos ser quienes decidamos los pactos. Porque cuando das un cheque en blanco lo más probable es que te estafen. Con todos los respetos.

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. Muy acertado, Ignacio. Absolutamente de acuerdo con la totalidad.
    La pega es que no se me ocurre ningún político actual dispuesto a hacerse el «harakiri» cambiando la ley electoral. Insisto: ninguno. Si así les va bien para SUS fines partidistas, ¿para qué cambiar?
    A estas alturas, nadie se cree que algún político español en activo tenga la altura de miras de un interés general por encima del suyo propio. Aunque a alguno se le ocurriera tamaño «despropósito» y propusiera ese cambio sensato -y contrastado- de la ley electoral, sería el hazmerreír del resto. Ya se sabe, amigo, con las cosas de comer no se juega…
    Y la ciudadanía «missing», anestesiada.
    Por eso, creo que este esperpento tiene un pésimo final.
    Una lástima, pero eso es lo que hay

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