Viene del siguiente enlace Tomatinas, petardos, vacas y otros divertimentos (I)
En otros lugares se cuelgan unos gallos de una cuerda sujeta a dos palos y pasa uno a caballo a toda velocidad y le tira del cuello degollándolo. En otras variantes se entierran en el suelo con la cabeza solamente fuera (caso de Pozal de Gallinas). En fin variedad infinita de eventos lúdico-festivos con motivos religiosos o paganos varios. Lo que no falla, desde luego es la institucionalización de la permisividad por unos días de un montón de actividades que normalmente no se harían por insalubres, peligrosas, molestas, nocivas, burras y salvajes (todo presuntas y con perdón). Y por supuesto del alcohol y ruidos, decibelios a tope. Todo vale por unos días, el botellón se convierte casi en una actividad oficial. En Cariñena se monta una fuente de la que mana vino en vez de agua, el milagro de las Bodas de Caná. O la Batalla del Vino en los Riscos de Bilibio de Haro, 60.000 litros. Algún sueco cuando se pierde por allí, alucina y por supuesto, se pone ciego. Y así, muchísimas “actividades” más.
Como mi formación no es sociológica ni antropológica, no acabo de entender muy bien estas movidas ni lo que impulsa a los ciudadanos a participar en ellas. Y a las corporaciones locales a promover muchos de estos actos. Supongo que los estudiosos de los porqués dirán que existe algo así como una extraña o necesaria sublimación del ser que temporalmente desata su ego que está reprimido continuamente por las normas, convenciones y usos sociales de la convivencia. Pero, ciertamente, es algo incomprensible. Los que participan en los actos, siempre declaran que es muy divertido. Durkheim uno de los padres de la sociología en “Las reglas del método sociológico”, señala que la causa determinante de un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales antecedentes y no entre los estados de conciencia individual y que la función de un hecho social debe buscarse siempre en la relación que tiene con algún fin social. Por lo tanto, existiendo antecedentes sociales determinados, habría que saber cuáles son y además, qué interés social se estaría tratando de satisfacer. Lo gracioso hoy por hoy es que casi nadie sabe el origen de muchas de esas fiestas ni el fin social que cumplen.
Obviando las cuestiones antropológicas, decía el matemático y filósofo Bertrand Russell que uno de los graves problemas de nuestra civilización es el aburrimiento.
En su muy recomendable librito “La conquista de la felicidad” escrito en 1930 habla de las causas de la infelicidad y uno de los factores que cita es el aburrimiento, como factor de la conducta humana a la que siempre se le prestó mucho menos importancia de la que parece tener. Considera que es una de las grandes fuerzas motrices de la historia y en la actualidad lo es más que nunca. El aburrimiento parece ser una emoción característicamente humana, los animales no se aburren. El aburrimiento es básicamente un deseo frustrado de que ocurra algo, no necesariamente agradable, sino tan solo algo que permita al que lo padece distinguir un día de otro. En una palabra: lo contrario del aburrimiento no es el placer, sino la excitación. Añadía que la caza era excitante, la guerra era excitante, cortejar a una mujer era excitante. Un salvaje se las arreglará para cometer adulterio con una mujer mientras el marido de esta duerme a su lado, sabiendo que le aguarda una muerte segura si el marido se despierta. Esta situación no es aburrida. Pero con la invención de la agricultura, la vida comenzó a volverse tediosa, excepto para los aristócratas, por supuesto, que seguían estando —y aún siguen— en la fase cazadora.
Concluía Russell que cierto grado de aburrimiento es un ingrediente necesario de la vida. El deseo de escapar del aburrimiento es natural; de hecho, todas las razas humanas lo han manifestado en cuanto han tenido ocasión. Cuando los salvajes probaron por primera vez el alcohol que les ofrecían los hombres blancos, encontraron por fin un modo de escapar de su milenario tedio, y, excepto cuando el gobierno ha interferido, se han emborrachado hasta morir de diversión. Las guerras, los pogromos y las persecuciones han formado parte de las vías de escape del aburrimiento; incluso pelearse con los vecinos era mejor que nada. Así pues, el aburrimiento es un problema fundamental para el moralista, ya que por lo menos la mitad de los pecados de la humanidad se cometen por miedo a aburrirse. Así pues, para llevar una vida feliz es imprescindible cierta capacidad de aguantar el aburrimiento, y esta es una de las cosas que se deberían enseñar a los jóvenes.
La gente hace cosas por miedo al aburrimiento, a no saber qué hacer, probablemente por miedo a enfrentarse consigo mismo y darse cuenta de la contingencia humana. La administración (municipal) practica eso del “panem et circenses”, demos rienda suelta al personal para descargarse de las convenciones y permitamos combatir el inevitable aburrimiento. Los budistas indican que uno de los obstáculos para la iluminación es el aturdimiento en cualquiera de sus formas.
Y probablemente además, el fenómeno festivo también puede ser también nada más que un recurso imprescindible para, como diría un psicólogo, afirmar una identidad propia (singularidad), para sentirse parte de un grupo (vinculación) y sentirse diferente a otros, una necesidad humana de diferenciación que es necesaria para afirmar la propia individualidad del yo personal y en este caso, social. Las autoridades locales están encantadas de sentirse cuanto más singulares, mejor. Lo diferente, mola. Otra cosa es que las extravagancias festivas hayan sido puestas al servicio de las economías locales.
Seguro que muchos no estarán de acuerdo con todas estas apreciaciones ya que creerán que es un ataque a su singularidad. Nada más lejos; sólo es el planteamiento de un hecho siempre extraordinario y también tratar de averiguar sus razones, que suelen ser antropológicas. Muy interesante el libro “La rebeldía festiva. Historias de fiestas ibéricas” de Demetro-E. Brisset (ed. Luces de galibo) que explica algunas de estas cosas aunque sea con vocación más puntual que universal.
Siempre me sorprenderá (mucho más cuando estamos en una situación económica muy difícil) que desde la Administración no sólo se permitan sino que se promuevan, fomenten e incentiven con un gasto público ciertamente importante, actividades que implican unos riesgos ciertamente notables: toros, vacas y encierros en todas sus formas, cordás, mascletás, castells, consumo de alcohol, conciertos a 120 dB -no importe que se moleste a quienes desean descansar- y que después se obligue o se nos recomiende un montón de cosas en aras de esa seguridad y salud: no tomar el sol sin protección, evitar las hamburguesas, no permitir sobrepasar 30 dB por la noche en cualquier local, ponerse el cinturón en los coches, tener planes de evacuación, colocar extintores, no sobrepasar los 110 km/h, no fumar en locales cerrados y no sé cuántas cosas más…
¿Es para mosquearse o no?
Bien desafortunado tu comentario querido Ignacio.
«…el botellón se convierte casi en una actividad oficial. En Cariñena se monta una fuente de la que mana vino en vez de agua, el milagro de las Bodas de Caná…»
Para tu información: Cariñena celebró su primera fiesta de la vendimia en 1960 por iniciativa del Gobernador Civil de Zaragoza.
La fuente de vino rememora la tradición de recibir a los reyes de España con fuentes de vino, como así se hizo con Felipe II, Felipe III, Carlos II, el abuelo del actual Rey, Alfonso XIII, quien otorgó a Cariñena el título de ciudad en 1909, por haber iniciado la recuperación del viñedo tras el ataque de la Filoxera, y más recientemente, con Juan Carlos I (2008).
Por tu comentario me atrevería a asegurar que no has estado nunca presente en esta fiesta, pues desconoces por completo su desarrollo, bastante alejado de un «botellón oficial». Te animaría a que vengas a disfrutar este año de la misma y rectifiques tu post.
Saludo desde el Olimpo,
Fdo. Baco, Dios del vino.
Estimado Morfeomuyfeo:
No voy a rectificar nada puesto que lo único que haces es explicar las raíces del hecho, todo hecho festivo tiene un comienzo y una razón (o sinrazón). Sí que estuve en la fiesta de Cariñena y corriendo vaquillas hace años, aunque no hace falta haber estado para ello. La tesis de las barbaridades festivas la sigo manteniendo, pese a que a algunos no les guste que se les critique lo propio. Cariñena era tan sólo un ejemplo, pero válido para lo que quería significar. Un vino al día es muy sano, eso dicen los médicos pero pillar en cuanto se puede una cogorza, que es el objetivo y lo que se hace en el 90 % de los pueblos a la más mínima, es otra cosa. Se trata de ve alterada la conciencia por medio del alcohol. Y que eso se fomente desde las instituciones municipales es lo que no puedo entender. Me alegro no obstante de que disfrutes con Baco y sus colegas.
Saludos festivos
Ignacio Pérez
El tema da mucho de sí, pues tiene más profundidad de lo que parece, pero haré solo unas observaciones:
a) El aburrimiento no es una emoción exclusivamente humana, sino que está en los demás animales también, incluso de forma mucho más extendida y traumática en estos últimos, degenerando en comportamientos neuróticos y estereotipados e incluso en agresiones y automutilaciones, por falta de estímulo (véanse por ejemplo explotaciones ganaderas intensivas). Más aún, al menos desde Darwin sabemos que no hay características propias y exclusivas de la especie humana que no estén presentes en otros animales en alguna medida. Dicho de otra manera: las diferencias que pueda haber entre el hombre y el resto de los animales son de grado y no de naturaleza, son cuantitativas y no cualititativas. De ahí el escándalo que produjo en su época la obra «El origen de las especies», pues supuso todo un mazazo para el ego humano que hizo temblar las bases de la civilización. Pero no está demás divulgar esto en la España de hoy, porque todavía son legión los que creen que hay una barrera ontológica que separa al hombre del resto de los animales. Y claro que existe tal barrera: la que se ha creado culturalmente de modo artificial en las mentes humanas. Igual que «existe» Dios como invento de la mente humana. Efectivamente son cosas que existen, pero como construcciones mentales que ha concebido la gente, y que además tienen resultados prácticos tangibles (pavorosos muchos de ellos) en el Mundo real.
b) Los poderes fácticos están fuertemente interesados en la existencia de sujetos atrasados, arcaicos, primitivos, acríticos, conformistas, despersonalizados, muy socializados y poco desarrollados como individuos, porque son mucho más manejables: como mano de obra, como consumidores, como soldadesca, como votantes, como contribuyentes, como súbditos, etc. Así las cosas, no es raro que practiquen los políticos un desvergonzado y demagógico dirigismo cultural en los festejos populares, incluso en tiempos de crisis económica, que se añade a toda suerte de intervencionismos biempensantes y «políticamente correctos», aparte de contradictorios e incoherentes unos con otros, como ha visto Ignacio, en todo tipo de aspectos de la vida social: salud, ocio, etc. Todo ello en la órbita de lo que se ha llamado «fascismo posmoderno».
c) Para una serie de cuestiones que plantea Ignacio en su artículo, no encuentro nada más sugestivo que unas palabras de Raoul Vaneigem, cuando dice:
“Un mundo que condena a morir exangüe está obligado a propagar el gusto por la sangre. Donde reina el mal de supervivencia, el deseo de vivir adopta espontáneamente las armas de la muerte: asesinato gratuito, sadismo…..Si se destruye la pasión, renace en la pasión de destruir”.
No hay un instinto de muerte, como equivocadamente postuló Freud, sino una reacción perversa contra la privación de una verdadera vida.
d) ¿Cómo rebelarse contra esta situación? ¿Qué debe hacer el hombre que todavía quiera salvar su aspiración a la VIDA y a la gran salud? ¿Cuáles son sus armas para resistir?
Lo 1º es proteger a las víctimas, sean animales humanos o no. En el caso de los primeros sería más fácil, pues tienen reconocidos formalmente unos derechos humanos fundamentales en la Constitución: a la integridad física, a la libertad, a la intimidad, a la aconfesionalidad del Estado que implica su neutralidad religiosa, etc.
Lo 2º es el cambio interior, el trabajo necesario de construcción individual frente al entorno social miserable y pudibundo, el desarrollo de una saludable rebeldía e insumisión, la renuncia a vivir en el miedo, la labor de sabotaje: entrar en los roles del sistema para hacerlos estallar, la recuperación del situacionismo. La espontaneidad y la creatividad gozosas desbaratan la triste monotonía de las rutinas opresoras y mediocres (incluso enmascaradas bajo los ritos festivos, cada vez menos festivos y más oficiales), alentadas en la chusma desde los poderes. Pero hay algo previo y más importante, ya que sin suprimir las causas de la desesperación humana, no vamos a pretender suprimir los medios por los que el hombre trata de desahogarse de la desesperación. Si el humano ha perdido la rabia de vivir, ¿Cómo quitarle la rabia de destruir?
e) La fiesta debe ser para las personas y no las personas para la fiesta. La fiesta no es mala en sí, tiene un componente dionisíaco y liberador. No hay que moralizar la fiesta, sino que hay que proteger el Orden Público, los bienes jurídicos, los derechos de todos. Elijamos nosotros a la fiesta, y que no la elija la costumbre, la tradición o el poder, por nosotros. Pero no metamos en ella tampoco a quien no quiere participar, sean niños, ancianos, toros o gallos. Yo estaría encantado de meterme en la tomatina, por ejemplo, aunque veo que hay un despilfarro excesivo en tomates, pero toda fiesta es gasto y despilfarro, como toda auténtica vida.
Estoy de acuerdo en todo lo dicho de la tomatina (hambre) los toros y su crueldad, la del ser humano(niños con el encierro ecológico??,buen ejemplo para el futuro),pero estando en desacuerdo con todo eso, me pregunto ¿No será mas sano ,todo esto, que programar en una semana cultural una conferencia bajo el titulo de La Sabana Santa? máxime cuando el conferenciante pertenece a una seudo -secta como es el EDICES? Pues si el maltrato, la tomatina, el desperdicio de agua, etc. hace daño moral y material estas conferencias de seudo -científicos hace daño al cerebro y a la razón