Habemus Presidente ¿Y ahora qué?

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El nombramiento de Presidente del Gobierno tras casi un año de interinidad ha provocado cierto alivio en una gran mayoría de la sociedad española, que no veía solución al atasco institucional en unas terceras elecciones que no auguraban un cambio significativo respecto a las dos anteriores.

Al margen de ello, se avecina un período nuevo en lo político, que puede acabar en un desastre nacional o ser sumamente positivo. Será un desastre si los diferentes Grupo persisten en intereses puramente electoralistas, tratando de perjudicar a los adversarios aun a costa del interés general. Por el contrario, puede ser el período más positivo para España si, con generosidad y altura de miras, se inicia una regeneración política y social.

Para encontrar el modelo que sirva de ejemplo no hay que remontarse mucho en el tiempo. En los inicios de la transición la clase política española dio grandes muestras de generosidad y, por qué no decirlo, de patriotismo. Y no es la referencia por las Cortes franquistas que se hicieron el harakiri, sino por los miembros de la gran mayoría de Partidos con representación parlamentaria. Pero sobre todo por el pueblo.

Pero esa regeneración no es suficiente si se quita fulanito y el partido pone a menganito. Lo que es necesario, imprescindible para la salud política española, es una regeneración total, no solamente de la clase política, sino de la sociedad.

En España, pese al antiamericanismo de gran parte de la población, ha calado profundamente la filosofía del ex–Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Rossevelt, quien preguntado por su amable recibimiento al dictador Anastasio Somoza al parecer dijo “he may be a son of a bitch, but he’s our son of a bitch”. Del mismo modo la mayoría de los españoles condena, de manera enérgica, los casos de corrupción política… en los Partidos Políticos ajenos a su simpatía, pero justifica y achaca a la mentira, la necesidad o la malinterpretación los casos de corrupción de quienes gozan de sus simpatías.

Pues bien, ya basta de justificar la corrupción. Pero además es necesario que, además de procesar a quien haya cometido acciones delictivas, todos los Partidos (absolutamente  T O D O S) den una salida airosa a quienes tenían mando en plaza cuando en su Grupo Político se cometieron desmanes. Todo lo airosa que se quiera, pero puerta…

Y no mirando a izquierda, derecha o centro, en todos los sitios. Ni pensando solo en las grandes Administraciones, ya que los Ayuntamientos son la cantera natural de todos los Partidos.

Pero ello no servirá de nada si el español medio sigue encontrando explicación para justificar las actuaciones de sus afines políticos.

Ah, por cierto, para que la regeneración total sea posible, es necesario que todos paguemos el papel de la impresora, los bolígrafos, los pen drive, y demás material de oficina que usamos en nuestras casas. Mientras la sociedad comprenda y justifique los pequeños hurtos cotidianos en el centro de trabajo, el caldo de cultivo para generar la gran corrupción seguirá latente.

1 Comentario

  1. Totalmente de acuerdo Fernando. Esta sociedad está en una crisis brutal de valores. Si cada uno analizamos nuestro nivel de compromiso ético y moral con la sociedad, podrá concluir la cantidad de veces que anteponemos nuestro interés al del colectivo, más allá de lo que deberíamos permitirnos. Siempre es conveniente hacerse la siguiente reflexión (sincera y honesta) cuando uno analiza una decisión política: ¿Qué habría hecho yo? Porque hay que estar en la piel del que recibe la presión, el chantaje o el soborno para saber si uno tiene la suficiente altura moral para hacer lo correcto. Permíteme que comparta aquí un opúsculo que lleva más de un siglo redactado, llamado «Un mensaje a García», de Elbert Hubbard (http://www.unesr.org/nucleo/valledelapascua/claroline1811/courses/32091_001/work/assig_3/tarea_4_14.pdf). Si lo leemos con los ojos de hoy día, sigue siendo necesario y urgente (quizás más) personas que sean capaces de cumplir con su deber, aunque ello conlleve muchos sacrificios y sinsabores.

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