Ahora ya no se habla tanto, y casi que mejor, de Administración electrónica. Parece ser que ya no está tan de moda y da la sensación de que, o todos ya la han implantado, o que a todo el mundo le da igual. Pero nada más lejos de la realidad, lo que sucede es que el día a día y las innumerables tendencias tecnológicas – Metaverso, blockchain, inteligencia artificial, etc. – nos han hecho perder el foco en lo realmente importante. Pero no nos engañemos.
Desde el mundo local y, concretamente, desde los gobiernos locales intermedios – Diputaciones provinciales, Consejos y Cabildos Insulares – somos absolutamente conscientes del enorme trabajo que nos queda por hacer, pero también sabemos que, con los números en la mano, somos el nivel de gobierno que más y mejor ha hecho los deberes en esta cuestión. Falta, a mi modo de ver y como ya he dicho en innumerables foros, una estrategia nacional de despliegue integral de la Administración electrónica, una mayor colaboración público – privada en el desarrollo de aplicaciones y en la implantación de los diferentes modelos y, sobre todo, un cambio en la cultura organizativa de todas las Administraciones públicas que deje a un lado y de une vez por todas esa lógica acomplejada de que los ciudadanos y las empresas tienen que pasar por el aro cada vez que tienen que hacer un trámite administrativo. Telita.
Sin ánimo de ser exhaustivo, ni mucho menos, apunto siquiera algunas reflexiones en torno a lo que podríamos hacer:
1.- La Administración electrónica no es solo una «Administración sin papeles«, es más, yo diría que eso es prácticamente lo último, porque hasta alcanzar un grado de madurez suficiente como para implantar un proyecto estable de e-Administración es necesario antes haber sido capaz de allanar el terreno para que los procedimientos administrativos (tramitados en soporte papeI) se acoplen sin demasiados problemas al plano tecnológico, que dicho sea de paso no es nada fácil, ¿os suena eso de la digitalización del caos?. Por lo tanto, antes de impulsar el cambio tecnológico es muy recomendable convertir nuestra organización sobre la base de un enfoque por procesos.
2.- El éxito o el fracaso en la implantación de la Administración electrónica no depende solo de un buen paquete legislativo de normas que impulse dicho cambio, de unos funcionarios emprendedores y de una ciudadanía proactiva, lamentablemente, y como muy bien apuntó Sergio Jiménez en su Blog Publilitica ya hace algunos años, hay una gran cantidad de problemas derivados de la política de certificados que afecta a una mayoría de usuarios y que genera desconfianza y un uso muy inferior de los servicios electrónicos. Lo más preocupante de todo esto, continúa Sergio «ya no es solamente la situación “no tranquilizadora” pero superable de la actualidad, sino que, en un futuro muy próximo, directamente puede echar por tierra la práctica totalidad de los servicios digitales en España». Hay que estar muy pendientes de que esos problemas «accesorios» no dinamiten todo el proyecto. No sería la primera vez.
3.- Hace falta tener una estrategia para convertir nuestra Administración en electrónica, hace falta tener un plan, y no me refiero en el sentido formal, sino más bien en el figurado, no podemos acudir como borregos a la llamada del legislador sin saber realmente dónde nos metemos, sin incorporar dicho objetivo en la estrategia de nuestras organizaciones y sin alinear ésta con la propia misión de la institución, porque como muy bien sabéis, no es lo mismo un Ayuntamiento de 500 habitante que el Ministerio de Fomento ¿verdad? y, para el caso, los dos están obligados por igual a prestar sus servicios de forma electrónica.
4.- La transparencia está muy bien pero no es la solución del problema, no va a convertir a nuestras Administraciones en motores del cambio ni va a elevarlas a un plano totalmente electrónico por mucho que la normativa nos diga que la publicidad activa y pasiva se ofrece y materializa a través de este canal. La transparencia es un valor, que acompaña a la misión y a la visión de nuestras organizaciones y que, en definitiva, conforma la estrategia de las mismas, y nada más, no le demos más vueltas, la transparencia no debe ser un fin en sí misma, sino más bien una forma de entender lo público.
5.- La innovación no sirve de nada si no trae consigo generación de valor público, es decir, no podemos pretender mejorar o cambiar las cosas solo porque eso es más innovador, la verdadera revolución pasa por crear valor público en beneficio de toda la sociedad. Y dadas las circunstancias, debemos empezar a pensar más en esos impactos positivos que queremos generar que en incorporar tecnología de forma un tanto artificiosa que incremente las complejidades en la tramitación más que las soluciones a los problemas de la gente. La innovación más potente es aquella que permite hacer lo mismo, más rápido, mejor y a menor coste sin despeinarnos.
6.- Y, por último, las organizaciones están compuestas por personas, por lo que no debemos olvidar que para implantar un proyecto integral de Administración electrónica debemos contar precisamente con esas personas para impulsarlo, liderarlo y replicarlo. Solo a través de la motivación y el esfuerzo conjunto de los empleados públicos de cada organización es posible vencer las resistencias al cambio, que no son pocas, y convertir a nuestras Administraciones en instituciones públicas totalmente comprometidas.
Un saludo y nos vamos leyendo.
Es de los mejores artículos que he leido y, solo espero que los gerentes de las distintas Administraciones Públicas se hagan eco de ello. Un usuario