Poco a poco se van acercando las próximas elecciones. No importa, para nuestra perspectiva, que sean municipales, autonómicas, generales o europeas, o que se trate de las más variopintas ocasiones de referéndum, ya que el que se trate de uno u otro proceso electoral no supone más que una mayor o menor complejidad en el tema de fondo, pero bien se trate de un referéndum o de unas elecciones generales, la parafernalia y despliegue de medios y diligencias resultan iguales.
En medio de todo ello, a los Secretarios municipales tanto la Ley de régimen electoral como la de régimen local nos atribuyen la función de delegados de las Juntas Electorales de Zona. Con la Ley en la mano, ahí, y ya es bastante, se acaba la historia. Pero en la práctica y por no se sabe qué título normativo, tanto el INE como las Subdelegaciones de Gobierno y, en su caso, órganos autonómicos, nos erigen en representantes municipales para todo lo relacionado directa o indirectamente con los procesos electorales. Y así, durante unos meses, además de nuestros cometidos municipales nos vemos inmersos en una serie de tareas sometidas a plazos perentorios, de días naturales la mayor parte de ellos, que no respetan festivos ni “puentes” y que se adornan en ocasiones con el tono y la actitud apremiantes de las distintas instancias extramunicipales concurrentes en el proceso electoral.
En estos cometidos electorales, los Secretarios municipales jugamos un papel que me recuerda al título de la novela picaresca “Alonso, mozo de muchos amos”, con la diferencia de que a nosotros nos toca en suerte tener todos esos amos a la vez, mientras que el protagonista de la novela al menos los tuvo de forma sucesiva. Por un más que módico precio tenemos que hacer durante los meses que dura la situación, de auténticos “pringaos” de esas distintas instancias extramunicipales antes mencionadas, estando además en medio de ellas y de nuestros respectivos Ayuntamientos.
Confieso que en cada uno de los grandes cambios legislativos del régimen electoral y del régimen local que me ha tocado vivir he tenido la íntima esperanza de que de una vez nos quitaran el “regalito” de las funciones electorales. Pero no. Han ido quitándonos funciones mucho más importantes desde el punto de vista jurídico en materias como personal, urbanismo y contratación, otras se han modificado, incluso se han añadido otras, pero las electorales han continuado impertérritas y aferradas como una lapa a nuestros puestos de trabajo, sin inmutarse ante los más intensos terremotos legislativos.
De esta manera, parece que quieran pervivir de un modo fáctico las funciones secretariales de jefatura del personal municipal o de dirección de los servicios municipales. Pero estas funciones desaparecieron en 1985, y nos encontramos con que las instancias extramunicipales actúan como si esas funciones existieran todavía, esperando de nosotros cosas que a la hora de la verdad no podemos cumplir. Pero es que la cuestión llega incluso más lejos, porque a veces se espera de los Secretarios que actuemos con atribuciones que no nos corresponden ni nos han correspondido nunca. Así, por ejemplo, en los supuestos de colaboración obligatoria municipal al proceso electoral que quedan fuera de los que corresponden a la Administración normalmente estatal, si se necesita personal municipal el Secretario no tiene legalmente potestad ni para pagar ni para crear o proveer los puestos que resulten necesarios. Me estoy refiriendo a tareas que requieren ser desarrolladas en todo o en parte fuera de jornada y horario, como puede ser la exposición del censo electoral o la notificación de designación a los miembros de las mesas electorales. Tampoco tiene atribuciones legales para disponer de los locales y espacios públicos para propaganda electoral, pero es al Secretario a quien se dirigen para estos asuntos.
Por otra parte, también resulta chocante que en estos tiempos de tanto avance tecnológico todavía sea necesario “ocupar” un número importante de edificios y locales para utilizarlos como colegios electorales, y haya que seguir “secuestrando” a una multitud de ciudadanos para que formen las mesas electorales. Tal vez estos esquemas obsoletos se podrían haber superado ya si hubiera una Administración electoral específica, cosa que hoy por hoy resulta casi imposible. Sin embargo, sí que es necesario solucionar el actual estado de cosas, que determina que haya una multiplicidad de instancias extramunicipales y municipales en juego, las cuales se preocupan de solucionar puntualmente cada problema que vaya surgiendo en la medida en que afecte a cada una de ellas, y suspiran aliviadas al concluir el proceso electoral hasta el siguiente, en el que lo más seguro es que se reproduzca el problema, como ocurre siempre que no se acaba con sus causas.
No hace falta responder a la pregunta de qué funcionario es el que está en el ojo del huracán de todas esas incidencias. No sé lo que opinarán mis compañeros Secretarios municipales, pero yo sigo esperando esa modificación legislativa que nos quite esos cometidos de encima, y si es a cambio de otros que nos han quitado, mejor. Pero me parece que ya puedo esperar sentado… En fin, que dentro de poco tiempo volveremos a estar como siempre, inmersos en lo mismo.
Tienes mucha razón, pero el cambio lo veo imposible. El Estado necesita que en el más recóndito rincón del país haya alguien en quien concurran dos notas imprescindibles pare el funcionamiento de unas elecciones limpias y democráticas: cualificación profesional e independencia.
Otra cosa es que realmente la técnica normativa y organizativa es caótica y ciertamente tienes razón cuando indicas que estamos en el centro y debemos hacer cosas que en modo alguno nos corresponden.
En fin, finalmente debemos conjugar las atribuciones de tipo presidencialista de la Alcaldía (LBRL), con nuestra imprescindible independencia en la función pública de asesoramiento y fe pública y la deplorable dependencia económica del Ayuntamiento.
Como diría Pérez Reverte, país de cobardes (no me atrevo a dar otros calificativos que él si se atrevería). Queremos tener en los 8000 municipios funcionarios independientes para dar uniformidad al sistema y garantizar la legalidad y nos tiene que pagar el poder al que debemos controlar. Es absurdo. Pero no tiene solución.
Dudo mucho que ALGUNOS SECRETARIOS sean imparciales en el ayuntamiento en el que trabajan,de lo contrario asesorarian aL Alcalde que resoluciones dictads por el Procurador del Comun que aconsejan al Ayuntamiento a que las cumplan sean ejecutadas.
Acertado comentario.
A este respecto me pregunto inocentemente si la «e-administración» habrá llegado a los procesos electorales. Parece mentira que toda la documentación electoral deba rellenarse a mano o máquina.
¿Tan complicado les resulta elaborar formularios electrónicos donde sólo tengamos que rellenar datos e imprimir los documentos?
Que Dios nos coja confesados el mayo próximo