Suele utilizarse la expresión “tirar con pólvora del Rey” para significar la alegría en el gasto cuando se dispone de fondos ajenos para esta financiación. El dicho viene de la época de los Tercios del imperio español, los que se hicieron famosos en Flandes, cuando sus miembros debían pagar la pólvora con la que disparaban con su sueldo, lo cual hacía que antes de disparar se aseguraran de la necesidad y conveniencia del disparo, siendo mucho menos cicateros en el uso de la pólvora que no hubieran de pagar de su bolsillo. Desgraciadamente el fenómeno de disparar con pólvora del Rey se da con harta frecuencia en los diversos ámbitos administrativos en los que se financia el gasto con dinero público.

De manera absolutamente insensata alguien dijo que el dinero público no es de nadie; diametral error, ya que el dinero público, lejos de no ser de nadie, es de todos. Y debemos ser conscientes que lo recaudado por las Administraciones no solo es dinero de quienes lo han pagado, sino de todos los ciudadanos, ya que nuestra Constitución establece un sistema progresivo de contribución al levantamiento de las cargas públicas, lo que hace que una vez pagado el tributo se deba rendir cuenta de su uso a todos.

Por otra parte, debemos ser conscientes que una parte significativa de la recaudación pública proviene de tributos indirectos, que pagamos, muchas veces sin darnos cuenta, al abonar el suministro de gasolina, al comprar el pan, con la factura de la luz, al jugar a la lotería de Navidad y un larguísimo etcétera. Pero lo pagamos todos los consumidores; no así los ahorradores, ya que estos tributos gravan los actos de consumo.

Un gobernante tonto puede resultar al pueblo mucho más gravoso que un sinvergüenza que se aproveche de su posición para su lucro personal. Pero el colmo de la desgracia es ser dirigidos por incompetentes, que en lugar de favorecer el enriquecimiento general lo dañen, y además sean poco honrados. Y puestos a elegir entre un tipo de gobernante y otro, mi predilección es que los ladrones acaben todos cumpliendo condena; como dirigente prefiero al que sea honrado.

Según todos los indicios nos aventuramos, nuevamente, a tiempos de crisis económica. Si no estamos ya en plenitud de la misma. Ello unido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19.

En esta tesitura, que sin duda demandaría un gran pacto nacional, político y social, nos encontramos con una falta de talla de los responsables de las diferentes formaciones políticas, absolutamente volcados en aparentar y en tratar de desacreditar a los adversarios. Ello hace imposible pensar en la reedición de los Pactos de la Moncloa y comparando la talla política e intelectual de quienes cerraron aquellos pactos con los actuales líderes. Compárese a Pedro Sánchez con Felipe González, a Pablo Casado con Adolfo Suarez, a Santiago Carrillo con Pablo Iglesias, a Manuel Fraga con Santiago Abascal, a Miguel Roca con los actuales responsables del nacionalismo catalán… El panorama es desolador, pero lo triste es que el convite de la fiesta lo tendremos que pagar entre todos. Por ello es imprescindible adoptar dos medidas urgentes:

  1. Suplir la inoperancia política alcanzando un pacto social
  2. Hacer que nuestros actuales arcabuceros paguen la pólvora que malgasten

Para lo primero es conveniente que todos dejemos de hacer seguidismo de los enfrentamientos continuos a los que nos intentan arrastrar en redes sociales, tertulias, telediarios y demás parafernalia de la propaganda oficial. Especialmente recomendable es dejar de ver los programas informativos de las televisiones y procurar informarse en los medios de prensa independientes (desconfíese de los líderes de la prensa en captación de publicidad oficial).

Para lo segundo es necesario que la Justicia haga su trabajo y exija responsabilidades, penales a los malversadores y demás delincuentes y patrimoniales a los malos administradores que nos arruinan con su mala gestión imprudente. Pero me temo que ello solo es posible cambiando de conductores en el próximo paso por las urnas, pero las alternativas serán las mismas. Es por ello que necesitamos fortalecer la sociedad civil.

1 Comentario

  1. No se puede juzgar a un malversador .
    Cuando ese malversadores ,elige al consejo del poder judicial ,por lo tanto parte del supremo y al Tribunal Constitucional únicos competentes para juzgarles .
    Eso es muy típico español , no muerdas la mano que te da de comer “ o no fastidies al político que te estableció en un puesto donde ganas el triple de lo que lo asías .

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