En España cualquier madrileño es antes de Madrid que español. Y no digamos si se conversa con un gallego, vasco, catalán o andaluz. Todos son primero de su tierra y, algunos, quizá al final de la charla, reconocerán que también son españoles. Es lo que tiene vivir en un país de países, como decía José Luis Rodríguez Zapatero. Los franceses lo tienen más claro. Primero son franceses y luego quizá recuerden que son naturales de Normandía, Aquitania, Provenza o de los Pirineos. Es lo que tiene ser el país más antiguo de Europa.
Por esta diferencia fundamental en el sentir general de la sociedad francesa, François Hollande ha logrado en tiempo récord reducir las 22 regiones que forman Francia a solo 13. ¿Se imaginan lo que pasaría en España si a algún político echado para adelante se le ocurriera fusionar las Comunidades Autónomas de Cataluña con Valencia y las Baleares? ¿O Castilla y León y Castilla-La Mancha?
Pero como decíamos antes en Francia estas cosas de ven de modo diferente. Con la excusa de ahorrarse entre 12.000 y 25.000 millones de euros, nuestros vecinos del norte van a reducir sus 22 regiones. De esa forma, Francia tendrá una Administración Pública más ágil y, sobre todo, menos gravosa para las cuentas. Y es que en la actualidad mantener el sistema pública supone el 55% del PIB galo.
Unos datos que tienen explicación si se tiene en cuenta que en Francia existen 36.000 Ayuntamientos (el número uno del mundo en este sentido), más de 13.000 mancomunidades, 96 provincias con sus respectivas asambleas y las 22 regiones con sus más de 1.700 cargos. Y por encima de todo, la Administración Central.
En definitiva un verdadero despilfarro que según su Gobierno la economía francesa no se puede permitir. Y menos, en tiempos de crisis y austeridad. Como era de esperar, el movimiento del presidente galo ha tenido críticas. Algunas, aunque tenues, han venido de los partidos políticos de la oposición. Las más importantes llegaron, como es lógico, de los líderes regionales afectados. Pero las protestas no tenían como eje central la identidad histórica del territorio sino las ventajas o desventajas de unirse a otras regiones más pobres o más ricas.
El Partido Socialista tiene, por tanto, las puertas abiertas para llevar a cabo esta otra revolución, que no ha dejado títere con cabeza en ninguna región, salvo los casos de Bretaña, que sí ha defendido su particular idiosincrasia, Alsacia, que reclama que la saquen del saco que la une a Lorena y París, que sigue manteniéndose solitaria en la región llamada Isla de Francia. El resto verá como el nuevo mapa, que entrará en vigor en 2016, les afecta de forma directa. Ya no podrán ser unos reinos independientes dentro del país y verán como la población de sus regiones crece de forma espectacular.
Así se acercarán a una tendencia mundial encaminada a aumentar el tamaño de los territorios para ser eficaces. ¿Ejemplos? En Alemania la media de cada land es de más de cinco millones de habitantes, en Italia, 4,4 millones… ¿En la Francia, pre revolución Holande? 2,9 millones. ¿Y en España? Esa es la gran pregunta para la que también hay una respuesta. Solo 2,4 millones de personas si se tienen en cuenta las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Hay una cosa más sencilla, de entrada. EL Estado central ha seguido aumentando su tamaño y personal aun cuando las competencias han sido transferidas a las CCAA. La primera medida, por tanto es reducir la Administración central y periférica del Estado, de modo que sean las CCAA las que ejecuten las competencias del Estado.
La segunda, la disolución de las Diputaciones Provinciales, aun cuando la reforma de la LRBRL las pretende engordar. En el Informe de expertos sobre las CCAA iban a ser la administración periférica de las CCAA. Ya no lo son. Suprímanse, la garantía institucional de la provincia no da para tanto. Vacíese la macrocefalia ineficaz de la burocracia central: las agencias públicas distribuyánse por el territorio. Así, a.e. el Banco de España a toledo, la CNE a Soria, el CSEN, a Segovia, y así sucesivamente. Cuando la cabeza necesita mucha sangre el resto del cuerpo se resiente, que diría Ortega
Lo que sí parece claro es que en Francia ahorrarían muchísimo más si redujese el número de Ayuntamientos de los 36.000 actuales a, por ejemplo, los 8.115 que tiene España (ósea, en 28.000), y por la misma razón numérica creo que tal medida supondría un gran ahorro en España, en donde el 90% de los municipios (ósea 7.363) tiene menos de 5.000 habitantes.